“Chóvenos na casa”: vecinos contra las goteras y la humedad de los pisos sociales de Novo Mesoiro

La Xunta licitó el arreglo tres veces en menos de un año, pero quedó desierto siempre | El problema comenzó hace 14 años, cuando los residentes tomaron posesión de las viviendas

A Coruña

La humedad se come las paredes de los pisos sociales que la Xunta levantó en el año 2010 en Novo Mesoiro sin que parezca haber una solución a la vista. El contrato para su reparación salió a licitación tres veces en poco más de un año, pero quedó desierta todas ellas. La explicación, a priori, parece razonable, pero no sirve de mucho para los vecinos que sufren las consecuencias de las goteras y el deterioro en sus viviendas. Ahora han decidido pasar a la acción y llamar la atención sobre su situación empleando sus propios medios. La estrategia más visible está directamente sobre las fachadas.

Una vecina señala las humedades de la pared. |   // IAGO LÓPEZ

Una vecina señala las humedades de la pared. | // IAGO LÓPEZ

Los vecinos han colocado pancartas con el lema “Chóvenos na casa”, que ilustra la situación por la que pasan desde hace años. “Empezamos a movernos más o menos en octubre, a través de un grupo. Me ofrecí para hacer un informe de la situación de las viviendas. Me pareció horripilante lo que encontré”, detalla Maite Orduña, vecina del edificio y portavoz de la lucha que los residentes han emprendido para conseguir que alguien se haga cargo de la reparación que precisan sus viviendas. Hasta el momento, han recogido 170 firmas de residentes en los cuatro portales afectados, que suman 160 viviendas. La Xunta ha confirmado a este diario que sacará la obra a licitación de nuevo, y adelanta que “en los próximos días” se llevarán a cabo las obras necesarias “para paliar los principales problemas que están generando”, informan desde el Gobierno gallego.

El techo de una vivienda afectada. |   // IAGO LÓPEZ

El techo de una vivienda afectada. | // IAGO LÓPEZ

El informe de los vecinos, no obstante, no exagera en sus conclusiones, y da cuenta de la desoladora imagen que ofrecen los techos y las paredes de las viviendas más afectadas: habitaciones enteras inutilizadas, moho en las paredes, boquetes en el techo y papel de las paredes desprendido como consecuencia de la humedad. Los cubos colocados para recoger la gotera obstaculizan el paso a los residentes en los pasillos y zonas comunes. A corto plazo, pocas soluciones para un problema que ya dura demasiado. “Parece ser que la obra la contrataron con una empresa que dio quiebra. Las primeras reclamaciones ya se remontan a cuando los vecinos llegaron en 2010. A los dos meses de tomar posesión de las viviendas, ya encuentran que hay humedades y se deduce que no están bien terminado el tejado, que no hay sellado”, cuenta Maite Orduña. Sus primeras protestas motivaron varias reuniones con representantes del Instituto Galego da Vivenda e Solo (IGVS) a lo largo de la década. Hace dos años, consiguieron arrancar el compromiso de la Xunta de hacerse cargo del problema; algo que finalmente cristalizó con la salida a licitación del contrato para la reparación de la cubierta y los daños de las viviendas a finales del año pasado.

La primera licitación, que contrataba las obras por 673.000 euros, quedó desierta. El contrato salió a concurso, de nuevo, en febrero de este mismo año, en esta ocasión con un presupuesto de 926.000 euros, y volvió a ocurrir lo mismo. “En todo este tiempo, estuvimos en contacto con la Xunta, que nos atendió y resolvió nuestras dudas. Nos sorprendió que quedase desierta la segunda licitación, porque había un incremento del presupuesto considerable”, valora la vecina del inmueble. El contrato salió a concurso, una vez más, el pasado junio, con idéntico resultado. En esta ocasión también variaba el importe, que quedaba en 725.000 euros, así como el objeto del contrato: las reparaciones se acometerían solo en la cubierta, dejando los arreglos en las viviendas para un nuevo contrato, con el objetivo, detallan los vecinos, de “hacer más atractiva la licitación” para posibles empresas concesionarias.

El resultado fue el mismo, lo que dejó a los residentes sin más margen de maniobra que manifestarse. “Decidimos ponernos las pilas con este tema y empezar con una campaña. Somos una comunidad muy heterogénea, con propietarios, alquilados, cada una con sus condicionantes, pero decidimos ir todos a una, en esto somos todos iguales. Lo único que podemos hacer es ruido”, comenta la vecina del edificio.

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