Una IA coruñesa para rescatar el mar

El investigador de la Universidad Pablo Pita está creando una herramienta para analizar las soluciones al cambio climático en el área protegida de Os Miñarzos, en Carnota

El investigador Pablo Pita, en su laboratorio de la UDC.

El investigador Pablo Pita, en su laboratorio de la UDC. / IAGO LÓPEZ

a Coruña

Las lluvias intensas, la alta temperatura del mar o la baja salinidad son algunas de las grandes preocupaciones del sector marítimo en Galicia. Unos peces rojizos podrían tener la solución. Al menos eso es lo que esperan los investigadores de la Universidade da Coruña, liderados por Pablo Pita, doctor en Ciencias Marinas, Tecnología y Gestión de la Biología Marina y Acuicultura. Pita acaba de conseguir ayudar como investigador excelente para poner en marcha el proyecto ChatMPA, una herramienta de inteligencia artificial para administrar los recursos del área marina protegida de Os Miñarzos, en la localidad coruñesa de Carnota, usando a las maragotas como guías para controlar el resto de entorno.

La reserva de la parroquia de Lira tiene varias particularidades, pero la primordial es que es de alto interés pesquero. “Promueve la conservación de la biodiversidad y también el bienestar de la comunidad de pesquera. La reserva se creó por medio de un proceso iniciado por los propios pescadores”, explica Pita. El área era por tanto el terreno perfecto para poner a prueba las distintas variables que existen en la gestión de los bancos pesqueros: la biodiversidad del entorno, la capacidad de explotación, el impacto de las actividades de ocio, los datos socioeconómicos de la zona... todo ello nutre a la herramienta de IA que procesa esos datos y ayuda a tomar decisiones.

“La idea de esta reserva es integrar distinta información por medio de procesos de inteligencia artificial y facilitar la visualización de las opciones que hay a la hora de tomar las decisiones para que ellos, el órgano de gestión, tomen las mejores decisiones posibles, basadas en ciencia, y que puedan visualizar los aspectos positivos y los aspectos negativos de cada decisión que se toman y a la de poder anticipar también cambios globales” , dice Pita.

Con todo esto, dice el investigador, la parroquia de Carnota se convertirá en un laboratorio de ideas y de pruebas para frenar los impactos más negativos del cambio climático afectando lo menos posible a la comunidad local. De toda esta información los elementos más importantes que medirán son los movimientos en directo de las maragotas, una especie que se come a los erizos que se explotan en la zona. Estos erizos a su vez se alimentan de los bosques de laminarias de la zona, “potencialmente muy afectados por el cambio climático, pues están al límite de su área de distribución”, señala el investigador.

ADN ambiental

A los análisis de esa triada de especies se le suma una nueva incorporación: el estudio del ADN ambiental y los datos del Intecmar, el instituto de la Xunta que analiza el estado del medio marino gallego y por el que se guían todos los trabajadores del mar para saber si pueden extraer o no el marisco. “Vamos a poder integrarlos y poder anticiparnos en el área a cuestiones que puedan afectarnos solo al día a día de la toma de decisiones, y anticiparnos a fenómenos externos como puede ser el calentamiento global, calentamiento del agua, acidificación, especies foráneas. Todas estas cuestiones que puedan afectar al marisqueo y también a los otros componentes del ecosistema, incluyendo los peces y las aves o incluso la subida del mar”.

Junto con Pita trabajan Verónica Bolo-Canedo, ingeniera informática; Rosalía Piñeiro, experta botánica del CICA, y Eva Pardo Otero, estudiante predoctoral. El equipo lo completan otros seis colaboradores entre los que se encuentran expertos informáticos, genetistas, antropólogos y medio ambientalistas.

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