Los deberes escolares, cuestión de motivación
Investigadoras de la Universidade da Coruña han publicado en la revista 'Aula Abierta' un artículo que relaciona las variables de motivación a la hora de hacer los deberes con el rendimiento de los estudiantes, que delata que, cuanto más interés ponen los alumnos en sus tareas, mejores calificaciones obtienen
¿Hacen los niños y adolescentes demasiados deberes? ¿Sirven para algo? ¿Cantidad es sinónimo de un mayor rendimiento? ¿Qué papel juega la motivación a la hora de acometer las tareas diarias? ¿Y las actividades extraescolares? Son preguntas recurrentes que vuelven a repetirse en el debate que surge en torno a estas tareas cada año con la vuelta al cole. El Grupo de Investigación en Psicología Educativa (Giped) de la Universidade da Coruña lleva años haciéndose las mismas preguntas e intentando darles respuesta a través de investigaciones. Una de ellas, que viene de publicarse en la revista Aula Abierta, intenta ir más allá del esfuerzo que ponen los alumnos en estas tareas o el volumen de las mismas, y estudia una variable que no suele tenerse en cuenta: lo estimulantes que los estudiantes, con mejores y peores resultados académicos, las encuentran.
«La conducta de los estudiantes en torno a los deberes está muy estudiada: si hacen muchos, si aprovechan el tiempo… sabemos también depende de cómo de motivados estén para hacerlos o si están o no concentrados, si buscan terminarlos cuanto antes», señala Carolina Rodríguez Llorente, integrante de Giped. En los efectos de la motivación se centra, precisamente, el artículo Motivación, enfoques de trabajo en los deberes escolares y rendimiento académico en estudiantes de ESO, que Rodríguez Llorente firma junto Azucena Iglesias, Fátima Díaz Freire, Lucía Díaz Pita, también de la Universidade da Coruña, y Tania Vieites, de la Complutense de Madrid.
Deberes escolares
El artículo parte de una certeza más o menos generalizada: hacer deberes tiene influencia directa en las calificaciones de los alumnos, pero estos últimos no siempre perciben su utilidad. Los que sí lo hacen, por su parte, lo ven reflejado en sus notas. «Sabemos que hacer deberes influye en que tengan mejores notas hasta cierto punto, pero son aquellos que ya tienen mejores notas los que se esfuerzan más con las tareas, los que muestran más interés, entienden que son útiles para ellos y están motivados», señala Rodríguez Llorente.
Los investigadores del Giped analizaron las diferencias en el rendimiento académico a través de las calificaciones medias en Lengua Española, Lengua Inglesa y Matemáticas en estudiantes de la ESO en función de variables motivacionales como la motivación intrínseca, interés, utilidad percibida y actitud, y cognitivas, como enfoque de trabajo profundo y superficial. En el estudio participaron 677 estudiantes de Secundaria de 11 centros educativos de Galicia.
Los alumnos con mejor rendimiento son también los más motivados y concentrados a la hora de acometer estos ejercicios de repaso. «Saben que para ellos son una manera de aprender más sobre un tema, prepararse para algo que están dando en clase y que les interesa, y también son los que están más concentrados, ponen atención y buscan información adicional», añade la investigadora. Según las conclusiones que arroja el estudio, las alumnas se muestran, de media, más implicadas motivacional y cognitivamente en estas tareas que sus compañeros hombres. También hay diferencias en cuanto al enfoque que adoptan los estudiantes a la hora de acometer estas tareas: por un lado, están los que adoptan un enfoque profundo, que buscan alcanzar la «comprensión significativa de los contenidos de la materia», lo que les lleva a buscar relaciones con lo aprendido previamente.
Por otro lado, el alumnado que adopta un enfoque superficial entiende las tareas como un requisito a cumplir y depende de la memorización y la reproducción. «Curiosamente, son los alumnos de bajo rendimiento los que se beneficiarían más de hacer deberes», reflexiona Rodríguez Llorente. «El problema es que no tienen la disposición motivacional, cognitivo ni conductual para que estas tareas les ayuden a sacar mejores notas», concluye.
Un niño haciendo los deberes.
Ante estas conclusiones surge otra inevitable pregunta. ¿Podría estimularse el rendimiento académico de niños y jóvenes con otros métodos a la hora de prescribir estas tareas para hacer en casa? ¿Es hora de ensayar otras fórmulas para no perder por el camino a los alumnos menos motivados? «No hay muchos estudios sobre el tipo de tareas que seguimos poniendo, pero sí vemos que los deberes en Secundaria son repetitivos, de libro de texto. Se centran en repetir una y otra vez los contenidos que están dando en clase. No permiten ir más allá. Los deberes son buenos, pero muchos, al mismo tiempo, acaban aburriendo», reflexiona la investigadora de la UDC.
Algunos contenidos, matiza, deben por necesidad ser repetitivos — «cuantas más sumas hagas, mejor te saldrán», ejemplifica —pero en ocasiones, las tareas, para que sigan siendo estimulantes, requieren de un paso más allá que no siempre se da en las aulas, que trabajen la comprensión lectora o el refuerzo de lo aprendido. «Se proponen tareas de ampliación, organizar o elaborar información, que pueden ser interesantes y que a los niños les encantan. También se puede aplicar los contenidos que están viendo a otras situaciones. Eso es algo que habría que estudiar en profundidad, sino, el debate sobre los deberes cojeará un poco», valora Rodríguez Llorente.
Las diferencias, revela el estudio, se ensanchan cuando se cruzan los datos entre Educación Primaria y Educación Secundaria, pues estos últimos adoptan un enfoque profundo con los deberes en menor medida que los primeros. «Los niños empiezan en Secundaria con un tipo de tareas que para ellos son novedosas. Se mantienen y se repiten en cada uno de los cursos. La carga de trabajo se va incrementando, cada vez hay más asignaturas y la motivación disminuye», relata la investigadora.
Una adolescente realiza sus deberes.
Cuanto más mayores, menos interés
Cuanto más mayores, más desmotivados a la hora de llegar a casa, sacar el cuaderno y ponerse a trabajar. Es otra de las conclusiones a las que llegan las investigadoras en materia de deberes: los estudiantes van perdiendo interés conforme ascienden de curso en la Secundaria, así como profundidad en el enfoque.
«La falta de motivación tiene que ver con la adolescencia»
La presidenta de los directores de Secundaria cree que deben ser un complemento al aula
Isabel Ruso.
Para Isabel Ruso, presidenta de la Asociación de Directores e Directivos de Institutos de Galicia, la relación del alumnado de Secundaria con los deberes «depende las edades, porque en algunos niveles como segundo de Bachillerato su implicación en una asignatura tiene repercusiones muy claras en la nota media y su preparación para la Universidad, por lo que entiendo que su motivación tiene que aumentar». Sobre la falta de motivación de los alumnos a determinadas edades cree que «está relacionada con la adolescencia, que hace que la importancia de las motivaciones cambie de orden totalmente y en eso entra la formación académica y la realización de deberes».
En el debate sobre si debe haberlos, considera que «el exceso, como en todo, es malo, pero a lo mejor algún complemento para completar la formación que se da en el aula es buena, pero tiene que ir como todo en su justa medida». Su opinión personal es que deben ser pocos, pero no deben confundirse con la materia de estudio.
«Creo que la dedicación durante unas horas determinadas al trabajo y al estudio en función del nivel educativo para complementar las horas de clase es fundamental, ya que los alumnos adquieren unos hábitos determinados y cuando van subiendo de nivel tienen que dedicar un poco más al trabajo y el estudio», explica la presidenta de los directores de los centros de Secundaria.
«En Primaria no son una sobrecarga de trabajo»
El presidente de los directores de colegio no ve conveniente forzar a hacer más tareas
Antonio Leonardo.
«En Primaria los deberes son trabajo que los alumnos no han realizado en el horario lectivo y lo llevan para casa, no son trabajos a mayores, por lo que no es una cosa que sobrecargue de trabajo al alumnado», explica Antonio Leonardo, presidente de la Asociación de Equipos Directivos de Centros Públicos de Primaria.
Sobre la posibilidad de que quienes tengan que llevarse tareas a casa se sientan diferentes, afirma no apreciar en estos alumnos «ningún tipo de trauma ni que se sientan distintos porque en el fondo son conscientes de que no han realizado las tareas que tenían que hacer porque se han dedicado a otras cosas o han estado más lentos».
Leonardo niega además que durante la Primaria se prepare a los estudiantes para cuando en Secundaria tengan que afrontar los deberes. «El alumnado curso a curso a curso va asumiendo nuevas responsabilidades y se les pide más, pero no de una manera que vaya destinada a llegar a la ESO, no es como en el bachillerato con la PAU, sino para que vaya formado lo mejor posible».
En su opinión, «los deberes no tendrían que ser necesarios si se hace el trabajo del aula y si alguna tarea queda pendiente, no tendría mayor repercusión que se mandara hacer en casa». Recuerda que «hoy en día los niños tienen muchas actividades y forzarles a hacer más tareas tampoco es muy conveniente, aunque también hay que inculcarles la cultura del esfuerzo».
«Si los hicieran en una pantalla estarían motivados»
La portavoz de las ANPA cree necesarios los deberes si no son demasiados
María José Ferreño.
«Si les dejas el teléfono móvil ya los tienes motivados, por lo que si los deberes pudieran hacerlos en una pantalla estarían motivados», afirma María José Ferreño, presidenta de la Federación Provincial de Asociacións de Nais e Pais de Centros Públicos de A Coruña. Su experiencia personal con tres hijos ahora en Secundaria es que en Primaria «les cargan un poco más de deberes», ya que aunque formalmente no los tienen, advierte: «Eso es lo que dicen, pero tienen que hacer trabajos que no pueden terminar en clase, por lo que depende de cada profesor».
«Veo bien que les pongan trabajos, aunque no demasiados, porque así cogen una rutina para el futuro», opina Ferreño, quien también señala que los padres pueden ayudar a sus hijos a hacer los deberes en Primaria pero que en Secundaria «se complica el tema a partir de tercero o cuarto con materias como Matemáticas». Esta situación se traduce en que, según afirma, «casi todos van a academias», lo que tiene consecuencias económicas para las familias.
«¿Quiénes somos nosotros papara decir si son necesarios o no?», comenta sobre que los profesores decidan encargar la realización de deberes a los alumnos, cuya motivación ve difícil incrementar porque considera que en las edades de quienes acuden al instituto «la motivación son las amistades y poco más».