Revive el crucero de origen misterioso de Labañou, en A Coruña
Se cree que es del siglo XVII pero no se conoce su historia antes de llegar a la zona en los años 50 del siglo XX

El cruceiro de Labañou, una pieza de origen desconocido. | Casteleiro/Roller Agencia
«El cruceiro de Labañou lo colocaron sobre los años 50, en 1952 o 1954», explica Rocío Barreiro, responsable de la rehabilitación de esta pieza, situada actualmente en el cruce entre las calles O Pino y Canteira pero de la que no se conoce exactamente el origen. Los más mayores del barrio, explica Barreiro, «recuerdan que lo trajo el padre Gil, un jesuita», un párroco en la iglesia del Sagrado Corazón de Juana de Vega, y que se hizo una fiesta cuando llegó. Pero el origen del monumento, cuya reparación integral acaba de finalizar el Concello, sigue estando inmerso en «conjeturas».

Detalle de la calavera, muy desgastada. | Casteleiro/Roller Agencia
Está reconocido como Bien de Interés Cultural, sale en el Plan General de Ordenación Municipal, y está claro que ha cumplido siglos: se le atribuye ser del siglo XVII. Pero de documentos sobre el traslado, los investigadores «aún no encontramos nada». Barreiro señala que en esa época se hicieron casas en Labañou para vecinos de San Roque, y que el cruceiro podría haber pertenecido a la iglesia del lugar, pero que en ese caso «debía estar ya almacenado en algún lugar».
Sea cual sea el origen, el cruceiro estaba dañado por los años, con líquenes y pintadas. El desperfecto «más grave» se daba en los anclajes de hierro que sujetan unen el fuste con el capitel, esto es, la columna con la pieza superior; la piedra se había agrietado en torno a ellos. «Eliminamos ese perno y lo sustituimos por fibra de vidrio», explica Barreiro, un material que también se usó para coser las grietas. Como parte de los trabajos, también se extrajeron los líquenes y se limpió la parte baja de la columna, manchada del humo y la cera de las velas que han ido poniendo los feligreses.
En esa zona hay una calavera, aunque ya bastante erosionada, que no se intentó devolver a su estado original. En algunas zonas más desgastadas del monumento sí se consolidó la piedra, pero en general se optó por intervenciones mínimas, restaurando el monumento pero sin intentar reconstruirlo para dejarlo como nuevo. En el futuro, advierte Barreiro, volverán los líquenes, que alguna gente prefiere dejar «como pátina natural», y espera que la ciudadanía se «conciencie» y no se repitan los actos vandálicos. «La gente de la zona está muy contenta, agradecida al Ayuntamiento», señala, pues «hicieron caso a sus reclamaciones» de restaurar el cruceiro.
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