Treinta años del fin de la ronda de Outeiro, la gran vía que unió los barrios periféricos
Fue diseñada en 1948 pero el último tramo se completó en 1994 al enlazar Peruleiro y Os Rosales | La apuesta por la construcción de viviendas en lugar de por las infraestructuras y equipamientos demoró su conclusión

1. Tramo de la ronda de Outeiro en la zona que divide el Agra do Orzán de O Ventorrillo. / CARLOS PARDELLAS
El 4 de noviembre de 1994 se abría al tráfico el tramo de la ronda de Outeiro que discurre entre la glorieta del pavo real y el barrio de Os Rosales. Con él, se completaba el trazado de esta vía, que alcanza los 4,6 kilómetros de longitud. Para llegar a ese momento, del que mañana se cumplen treinta años, tuvieron que transcurrir 46 años desde la gestación de esta infraestructura, que durante mucho tiempo permaneció incompleta y con tramos inconexos, por lo que no cumplía su función de unir los barrios periféricos de A Coruña.

Final de la ronda de Outeiro a la altura de Peruleiro en 1971. Al fondo, el Hogar Calvo Sotelo y el barrio de Labañou. / La Opinión
El plano de la ciudad editado en 1944 por la imprenta Gráfico Galaico reproduce en lo que entonces era el extrarradio de la ciudad un pequeño núcleo de población denominado Outeiro. Esa aldea acabó dando nombre pocos años después a la que sería la gran circunvalación de la ciudad, ya que quedó incluida en su trazado al estar situada en lo que hoy es el cruce de la ronda con la avenida de Arteixo.

Ronda de Outeiro, en el tramo que separa el Agra do Orzán de O Ventorrillo / Carlos Pardellas
La propuesta de plan urbanístico que elaboró el arquitecto catalán César Cort en 1945 incluía la construcción de varias rondas, pero no llegó a aprobarse y fue sustituido por el que elaboraron en 1948 el ingeniero de Caminos Pablo Iglesias Atocha y el arquitecto Jacobo Rodríguez-Losada Trulock, en el que ya aparece el trazado de la ronda de Outeiro.

Vecinas de O Castrillón en 1966, en los terrenos de O Montiño por los que ahora discurre la ronda de Outeiro. / Magaly Álvarez
“El primer tramo que se construyó fue el de la zona de Os Mallos, porque era la ciudad más consolidada al haber mucha edificación”, explica José González-Cebrián, quien fue arquitecto municipal de A Coruña y profesor de la Escuela de Arquitectura, además de director xeral de Urbanismo de la Xunta. Desde ese barrio la ronda continuó hasta sobrevolar con un viaducto la avenida de Alfonso Molina, aunque se estancó al alcanzar la calle Pérez Ardá.

Zona de A Cubela en 1978 por la que ahora pasa la ronda de Outeiro. Al fondo, los terrenos del actual parque de Oza y la torre de Telefónica de O Montiño. / Germán Cruz
En el sentido contrario el proyecto se paralizó a la altura de Peruleiro, pero incluso en Os Mallos no era posible circular a lo largo de todo el tramo, ya que en el cruce con la calle San Luis permanecieron durante muchos años unas casas que crearon un tapón urbanístico. "En el final del Agra do Orzán había muy pocas cosas, estaba el grupo de viviendas Virgen del Carmen, que había hecho Rey Pedreira para el Ayuntamiento y otros más próximos al mar, el grupo María Pita y el Pardo de Santayana, además del Hogar Calvo Sotelo", recuerda González-Cebrián, quien añade que esa parte de la ciudad tenía su acceso por la avenida de Labañou.
En 1968 se aprobó un nuevo plan general. El urbanista considera que el documento "tenía como manchas, no había como una definición de trazados de calles ni de manzanas que partían de las que estaban dibujadas en el plan del 48". La razón de que en aquel tiempo no se programara la continuidad de la ronda hacia Labañou es, según él, que "no había en ese momento una preocupación por las infraestructuras porque a partir de esa zona prácticamente ahí no se preveía nada, salvo una propuesta de zona verde y la Ciudad Escolar".
"No les preocupaban los núcleos de viviendas sociales, que tenían un acceso muy mediatizado porque no se comunicaban con el resto de la ciudad salvo hacia la zona de Riazor", destaca González-Cebrián, para quien "en aquellos momentos no había una prioridad desde el punto de vista político de inversión en infraestructuras, espacios libres y zonas verdes".
Según recuerda, fue un período de tiempo "en el que el problema de la vivienda era el crucial", hasta el punto de que cuando él acabó la carrera a principios de los 70 "todos los proyectos que se hacían en aquel entonces eran de vivienda protegida". Detalla que el plan del 68 "lo que trata es de fomentar más viviendas, cambió ordenanzas del plan del 48 para construir más alturas y dar respuesta a toda una cantidad enorme de gente que vino de fuera y la ronda quedó como frente de muchas de esas manzanas".
Pero la llegada de la democracia hace que nazcan las asociaciones de vecinos y que reclamen las infraestructuras y servicios de las que carecían los nuevos barrios aparecidos a lo largo del trazado de la ronda, que además seguía sin completar, lo que generaba importantes problemas circulatorios. Por eso, con la primera Corporación municipal democrática se elabora "el primer plan que empieza a replantearse la ciudad en su conjunto y que haya más equipamientos", señala quien fue el director de la redacción de ese documento.
El plan contaba con un mecanismo para la obtención del suelo necesario para infraestructuras y equipamientos que se basaba en la transferencia del aprovechamiento, ya que la edificabilidad que tenían esos terrenos no se podía materializar en esos sitios, pero se podía trasvasar a otras zonas.
"Cuando empezó a haber una carga crítica de población más allá de Peruleiro, ya se vio como necesario acabar la ronda de Outeiro", comenta González-Cebrián, quien recuerda que ya entonces contaba con un tramo entre las viviendas de María Pita y las de Pardo de Santayana, más estrecho que todos los restantes y que aún continúa entre la entrada a Os Rosales y el Millennium. El entonces arquitecto municipal destaca que el suelo necesario para proseguir la ronda hacia Labañou "costó mucho conseguirlo, porque era para equipamiento tanto a mano derecha como a izquierda", ya que se preveía extender hacia allí la Ciudad Escolar. La razón de esa previsión es que "el trazado original de la ronda era casi como de final de ciudad, como un borde, pero los planeamientos siguientes la aprovechan para planificar zonas edificables que aún se siguen desarrollando, como el actual polígono de Visma, que se apoya por un lado en la ronda, ya que se entiende que también el margen izquierdo es susceptible de ser edificado, que es también lo que ha pasado con la tercera ronda", afirma González-Cebrián.
Hubo que esperar a 1983 para que se derribaran las cuatro edificaciones que cerraban la ronda en la intersección con la calle San Luis, pero aún entonces se podía aparcar en la zona central de la calzada aprovechando la anchura de la avenida en los diferentes tramos que estaban construidos.
Cuando El Corte Inglés se instala en A Coruña, pese a los numerosos emplazamientos que la rumorología popular mencionó, lo hace en A Cubela, casi al pie de la ronda de Outeiro y frente a la estación de autobuses. Esa ubicación no solo le permitió captar con facilidad los clientes que llegaban a la ciudad desde los municipios limítrofes, sino los de los barrios más poblados de A Coruña en cuanto se completase la ronda. En 1991 se abrió el tramo desde Pérez Ardá hasta O Montiño, que enlazó el que desde allí llegaba a la avenida del Ejército, y tres años más tarde se terminó el de Peruleiro a Os Rosales, con el que se concluyó su trazado.
"Es fundamental para comunicar Os Castros y A Gaiteira con el Agra do Orzán y Os Rosales", afirma Emilio Vega, vecino del primero de esos barrios, quien recuerda que "las fiestas de A Gaiteira se hacían en medio de la calzada en el tramo entre avenida de Oza y O Montiño", ya que estaba cortada arriba, mientras que en el inicio aún no existía la avenida del Ejército y estaba sin urbanizar.
José Salgado, residente en Os Mallos, recuerda que la ronda "era un aparcamiento en el que los coches aparcaban donde podían y sin ningún orden, por lo que el bus no podía pasar". También allí las fiestas se hacían en la ronda, al igual que el famoso mercadillo de Os Mallos. "Cuando yo llegué al barrio hace 60 años aún había granjas y los niños que venían al colegio que dirigía cuidaban los animales y ayudaban a sus padres en el campo", destaca Salgado, para quien la apertura de la ronda "le dio mucha vida al barrio, pero lo que más cambió fue la relación entre los vecinos, porque nos conocíamos todos y era más fácil vivir aunque fuera más incómodo".
Ricardo Seixo se instaló con su familia en 1965 en la calle Andrés Gaos. "A partir do noso edificio había leiras, non estaban nin a rúa Barcelona nin a ronda, que en teoría viña a osixenar o barrio pero foi unha oportunidade perdida", opina este vecino del Agra do Orzán, donde las fiestas también se hacían en la calzada de la ronda porque era muy ancha. "Cando se fixo, para nós, que eramos uns rapaces, foi moi importante, porque pensabamos que ata entón viviamos no extrarradio e que coa ronda xa estabamos no centro da cidade", recuerda.
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