Última palabra de los acusados: «Si pudiera, le daba mi vida a Samuel sin pensar»

Lágrimas y arrepentimiento en el último día del juicio. Dos acusados, Montaña y Freire, reconocen su participación al inicio de la paliza, pero no el delito de asesinato y los otros tres solicitan la libre absolución

Diego Montaña, Alejandro Freire ‘Yumba’, Kaio Amaral, Alejandro Míguez y Catherine Silva.

Diego Montaña, Alejandro Freire ‘Yumba’, Kaio Amaral, Alejandro Míguez y Catherine Silva. / EFE | Iago López

Más de un mes después, el juicio por el caso Samuel ha concluido. En la última jornada, celebrada ayer en la sección primera de la Audiencia Provincial de A Coruña, los cinco acusados ejercieron su derecho a decir la última palabra: hubo llantos y frases de arrepentimiento y perdón. «Si pudiera, le daba mi vida a Samuel sin pensar», dijo Diego Montaña.

Antes, los abogados expusieron sus defensas: tres piden la libre absolución, que son Catherine Silva, Alejandro Míguez y Kaio Amaral, aunque para este último su letrado propone una condena por un delito de apropiación indebida, pues se llevó el móvil de la víctima. En el caso de Montaña y Alejandro Freire Yumba, sus letrados niegan el asesinato y exponen varias alternativas que van del delito de lesiones al homicidio.

Diego Montaña

Es el acusado de iniciar la paliza mortal. La Fiscalía y las acusaciones piden para él 25 años de cárcel por un delito de asesinato con alevosía y ensañamiento con la agravante de discriminación por homofobia. «Si pudiera, yo le daba mi vida a Samuel sin pensar», declaró ante el jurado popular, y repitió que está «muy arrepentido». «Quiero pedir perdón a la familia», dijo.

Su abogado, Luis Manuel Salgado, explicó que lo que hizo su defendido «no es constitutivo de un delito de asesinato con la agravante de discriminación».

Salgado contó sobre la noche de la paliza que su cliente «malinterpretó la videollamada» que hacían Samuel Luiz y su amiga Lina, pensando que lo estaban grabando, y de «una manera irracional, ilógica e injustificable» golpeó a la víctima. Solo por esa llamada y «no por ser homosexual». A continuación, dijo, Montaña siguió «por el paseo marítimo», no sabe «si para perseguir a Samuel o arrancarle la cabeza», pero «no vuelve a haber contacto» y, después, ya lo ve «en el suelo».

En este juicio, según el letrado, su defendido «ha sido un monstruo» porque inició la paliza. Pidió que se le condene por ese primer golpe y no por asesinato. Propuso que los hechos sean considerados «homicidio por imprudencia grave y delito de lesiones», para lo que solicita tres años de cárcel o, como alternativa, una pena de diez años por un delito de homicidio con agravante de abuso de superioridad.

«Se nos dice que todos pegan de principio a fin durante tres minutos y no es verdad», resumió, a la vez que cuestionó que «aquí el espectador sale de rositas, pero el perseguidor no».

El abogado negó que su cliente tuviese intención de matar: «Si alguno de estos niñatos se llega a imaginar que Samuel iba a morir, se cagan por los pantalones y no lo tocan». Añadió que aquella madrugada Diego Montaña estaba afectado por la ingesta de alcohol.

Alejandro Freire ‘Yumba’

Es el acusado de hacer un mataleón a Samuel. La Fiscalía y las acusaciones solicitan una pena de 22 años de prisión. «Simplemente quiero volver a pedir perdón y mostrar mi arrepentimiento», se limitó a decir. Su abogado, David Freire, argumentó que su defendido «no tenía intención de matar esa noche» y que agarró a Samuel solo al inicio de la paliza cuando «vio que Diego Montaña forcejeaba con una persona». También acusó a uno de los menores ya condenados como autor del golpe mortal, aunque esto fue descartado por los forenses.

Se dirigió al jurado popular para preguntar si la acción de Yumba puede suponer la muerte de una persona: «¿Hay alguna prueba de que lo intentó asfixiar? ¿Se puede ahogar a una persona en cinco segundos?». Añadió que «no toda agresión con resultado mortal es un asesinato».

Señaló que la actuación de su cliente puede ser constitutiva de un delito de lesiones, pero no de asesinato, como solicitan Fiscalía y acusaciones. Propuso la atenuante por consumo de alcohol y drogas y el trastorno mixto de personalidad y de hiperactividad, ya que «sus capacidades estaban mermadas».

Insistió en que «no hay un solo testimonio de que Alejandro Freire pegase a Samuel al final de la agresión». «No es lo mismo el que pega al inicio que al final, cuando no se tenía en pie», continuó, y agregó que la actuación de Yumba fue «una acción repentina», no planeada.

David Freire acusó a uno de los menores ya condenado de haber dado el «golpe mortal» a la víctima y argumentó que si esta hubiese recibido un ataque continuado tendría más secuelas: «¿Cuántas veces se le puede pegar a alguien sin romperle la nariz o romperle un pómulo?».

Lamentó que hubo pruebas a lo largo del juicio, incluida la intervención del padre de la víctima, que «no buscan esclarecer» sino «envenenar» a los miembros del jurado. Sin embargo, fueron las defensas las que pidieron que declarase la familia de Samuel.

Kaio Amaral

Empezó su intervención llorando y negó que su grupo fuese «una manada que tenía ganas de sangre» como dijo la fiscal en el juicio. «Yo salí de trabajar y solo quería pasarlo bien con mis amigos y todo acabó muy mal», recordó, a la vez que aseguró que «no» pegó a Samuel «en ningún momento». Le da «igual» lo que piense la gente de él, pero sí le importa su familia, así que se dio la vuelta y se dirigió a sus padres: «Me importa mi madre, mi padre y mi familia. Yo no maté a Samuel y no lo toqué en ningún momento».

Su letrado, José Ramón Sierra, dijo que su cliente «no pegó a nadie, ni una patada». Denunció que en este juicio «no se está jugando limpio» e indicó que lleva «tres años rogando» a Kaio «que diga si intentó tocar» a Samuel y «falló», pero no lo consiguió. «Me dice que no lanzó ninguna patada y no creo que me esté engañando», explicó, y agregó que espera que esta conducta no le conduzca a un «desastre jurídico». Fiscalía y acusaciones piden para él 27 años de prisión por un delito de asesinato y otro de robo con violencia, pues se llevó el móvil de la víctima. El abogado defendió que no lo robó sino que lo cogió del suelo, por lo que propone una condena de un delito contra el patrimonio.

«Es un chorizo y tonto, pero ha sido sincero», manifestó, ya que, en su declaración, Kaio reconoció que a veces robaba. Además, fue él quien contó que se había apropiado del teléfono, que finalmente tiró a la basura.

Alejandro Míguez

«Creo que no me van a creer», señaló Míguez, que siente «profundamente lo que le pasó a Samuel Luiz aquella trágica noche del 3 de julio y el infierno que está viviendo su familia y sus allegados». «Yo solo les pido que sean justos conmigo, soy totalmente inocente», dijo al jurado.

Su abogado, Manuel Ferreiro, insistió en que «no hay pruebas en su contra». «No hay una sola prueba de que mi defendido haya hecho nada», argumentó. La Fiscalía y las acusaciones piden para él 22 años de prisión por un delito de asesinato o, subsidiariamente, cómplice de asesinato, por lo que se enfrenta a 13 años de cárcel. Su abogado pide la libre absolución, pero se abre a la posibilidad de que se le atribuya un delito de lesiones.

Ferreiro, que tiene la sensación de que «haga lo que haga» su cliente está «fusilado, condenado», señaló que la agresión a Samuel «no fue una manada». Sobre su defendido, indicó que «para que a uno se le condene por formar parte de ese grupo» tiene que «haber hecho algo e integrar el grupo desde el principio hasta el final». Aseguró que Míguez «ni golpeó a Samuel, ni evitó que lo auxiliasen, ni lo amenazó». Sobre el vídeo, relató que «se le ve correr hacia el tumulto y salir empujado». «Nadie lo ha visto pegar porque no lo hace», repitió, y apuntó que «correr no es delito». «Es indecente que este tipo esté aquí sentado», opinó, y pidió al jurado que recuerde el «derecho a la presunción de inocencia».

Catherine Silva

Entre lágrimas, aseguró que «no» hizo «nada malo». «Solo intenté parar a mi novio [Diego Montaña] y no lo conseguí. No pude hacer nada más. Lo siento», declaró.

Para su abogado, Luciano Prado, Silva «no tenía que estar sentada aquí» porque «no hizo nada». «La acusación contra ella no se sostiene por ningún lado», defendió. Sobre el momento en el que agarró a Lina, la amiga de Samuel, apuntó que no lo hizo para evitar que auxiliase a Samuel sino para «sacar» a Diego Montaña, el que era su pareja en aquel momento, del tumulto. Algo que no logró. «Una chica de 1,50 metros y 50 kilos no podría parar eso», expuso.

De hecho, informó de que va a dirigir una acción penal contra Lina por falso testimonio porque en el juicio aseguró que Katy «dijo ‘deja a ese maricón de mierda’», algo que no manifestó en su primera declaración. «No es verdad, está mintiendo», dijo. Según él, en este proceso «no están todos los que son ni son todos los que están».

Aseguró que «albergaba la esperanza de que el Ministerio Fiscal hubiese retirado la petición» de 25 años de prisión para ella, pero no ocurrió, sino que la fiscal propuso la alternativa de condenarla por cómplice de asesinato con una pena de 14 años y medio de cárcel. «No quiero una complicidad ni seis años, quiero la verdad, no se le puede condenar porque no ha hecho nada. La vida la tiene destrozada. La condena ya se la han impuesto», resumió.

El abogado de Silva comentó que «ningún testigo la vio a hacer nada» y que incluso alguno dijo que había reprochado a Montaña su actitud. Repitió que Katy «no es homófoba» —la Fiscalía y las acusaciones piden la misma pena que a Montaña, 25 años— y que en su grupo de amigas «hay transexuales y homosexuales».

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