La caída de ayudas económicas y de entrega de alimentos pone en alerta a la Cocina Económica

La institución ya no recibe los 40.000 kilos al año de víveres del Fondo de Ayuda Europea, lo que le obliga a duplicar su gasto en alimentación

Reclama más apoyo para poner hacer frente a los 1.500 menús diarios

El administrador de la Cocina Económica, Óscar Castro, ayer, en la sede del Orzán. | Carlos Pardellas

El administrador de la Cocina Económica, Óscar Castro, ayer, en la sede del Orzán. | Carlos Pardellas

La Cocina Económica está en problemas. La caída de ayudas económicas y el fin de las donaciones de alimentos por parte del Fondo de Ayuda Europea para las Personas Más Desfavorecidas (FEAD) dificultan la situación de la institución, que ha duplicado su gasto en alimentación y reclama más apoyo por parte del sector privado, de los socios y de particulares. «La situación es muy complicada, pero las ollas hay que llenarlas sí o sí. Este año pagamos más de 500.000 euros en alimentos, que es la recaudación que hacemos de los socios», indica el administrador de la Cocina Económica, Óscar Castro.

Fue el año pasado cuando el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 anunció que modificaría el sistema para los más vulnerables que distribuye en España las ayudas alimentarias financiadas por la Unión Europea. Así, en lugar de los alimentos en especie que enviaba, la asistencia europea se administra ahora a través de tarjetas monedero que son usadas directamente en los supermercados. Pero los comedores sociales se han quedado fuera de estos planes. Hasta el año pasado, la Cocina Económica recibía «40.000 kilos al año» de este fondo.

A la institución llegaban latas de conserva, leche, galletas, aceite, arroz, lentejas, alubias, garbanzos o tomate frito. «En alimentos no perecederos, podía suponer un 40% de lo que usábamos», relata. Pero esa donación ya no existe y la Cocina Económica tiene que hacer compras para seguir ofreciendo un centenar de desayunos y 1.500 menús diarios. «El año pasado, gastamos 260.000 euros en comestibles —adquiere todo el producto fresco— y este año vamos por 520.000 euros», desvela, y apunta que «en 2025, tiene pinta de que será peor».

Explica que el volumen de asistencia es muy alto y buscan «el mejor precio sin bajar la calidad». «Pero nadie regala nada», indica, y lamenta que las donaciones del FEAD «se hayan cortado de golpe».

Óscar Castro detalla que el presupuesto anual de la Cocina Económica es de 1,5 millones de euros y que un tercio se va ahora para la compra alimentos. Esos 500.000 euros son los que recauda la entidad de las aportaciones de sus socios. «Está claro que la entidad tiene que invertir en eso, pero hay más gastos como el consumo, el mantenimiento del edificio o el personal», añade.

A Castro le preocupa, además, que el fin de la entrega de alimentos se haya juntado con la caída de las ayudas económicas. Ese bajón se empezó a notar hace tiempo, justo después de la pandemia. «Hay una falta de donaciones. Primero fue por la guerra de Ucrania. Después se regularizó un poco con la reducción del IVA, pero en realidad el precio de la cesta de la compra subió mucho y la gente lo nota», manifiesta.

Insiste en «pedir apoyo» a empresas para que se «involucren un poco más» con ayudas que le permitan a la Cocina Económica afrontar el 2025 con más holgura. Recuerda a los socios que hay deducciones fiscales por donativos. «Se puede recuperar y hay gente que no lo sabe», informa.

Óscar Castro manda un mensaje a los particulares, que pueden aportar su granito de arena con donaciones económicas, pero también pueden llevar a la sede —en el número 49 de la calle Socorro— bolsas de alimentos no perecederos. «Cualquier persona puede venir y traer una compra de víveres, pero las aportaciones económicos nos permiten ser más organizados y planear las compras en función de los menús», comenta.

La ampliación, a la espera

La entidad benéfica preveía ampliar sus instalaciones en los locales que adquirió hace ya años en la calle Cordelería, frente a la entrada trasera de su inmueble, pero la situación actual obliga a posponer el proyecto. «Uno tiene que volcarse en el día a día y atender a la gente. Los proyectos se van quedando en un cajón, pero intentamos tener nuestras metas», explica el administrador de la Cocina Económica, que reconoce, no obstante, que la «cocina no da para más, ya no tiene más capacidad».

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