Entrevista | Luis García Montero Escritor

"Haber podido cuidar a la persona que quieres es un motivo de alegría"

El escritor participa en el ciclo Encontros con Escritores

Luis García Montero

Luis García Montero / Iago López

A Coruña

Cuando uno lee un poema de Luis García Montero dedicado a su pareja, Almudena Grandes, siente un pinchazo en el pecho, pero también percibe alegría por el tiempo compartido entre ambos. Los poemas que le ha dedicado desde 1994 forman parte de ‘Almudena’, el libro que presentó ayer en el ciclo Encontros con Escritores junto a Javier Pintor y Xavier Seoane

¿Es la demostración de que una historia de amor no acaba aunque una de las dos personas ya no esté?

Eso es. Porque el amor, como la muerte, forma parte de la condición humana. Y vivir significa convivir con la pérdida. Somos seres formados por la memoria y, aunque pase el tiempo y el dolor se convierta en duelo y uno se vaya reafirmando en la vida, la ausencia está siempre presente. Te levantas en una casa que has compartido durante muchos años y, de pronto, entras al baño para ducharte por la mañana y en vez de dos toallas, hay una. O te sientas a ver la televisión y te das cuenta de que el sofá es inmenso, porque donde antes había dos personas, ahora hay solo una. Son detalles de la vida cotidiana que te hacen comprender que uno convive con la ausencia y que la ausencia es una forma de estar presente.

En Almudena reúne los poemas que le dedicó desde 1994 hasta 2021. ¿Qué hay detrás de esos textos?

Yo conocí a Almudena en el año 92 y empecé a escribir poemas dedicados a esa relación. Para mí, el amor siempre había sido un tema muy importante para la poesía y tenía que ver con mi compromiso político, pues milité en favor de la democracia. En esos años, un aspirante a poeta, un lector de Federico García Lorca y de Rosalía de Castro, de pronto descubre que el compromiso con la historia no solo está en las causas públicas, o en el apoyo a una huelga o a un partido político. Está también en la transformación de los sentimientos. Como lector de Antonio Machado, eso lo oí en sus reflexiones sobre lo que él llamaba la nueva sentimentalidad, que los sentimientos son tan históricos como una batalla o como una Constitución. Para mí escribir poesía fue preguntarme qué decimos cuando decimos te quiero. Así que, cuando empecé mi relación con Almudena, reflexioné sobre la vida, sobre la historia, sobre la literatura a través de ese sentimiento amoroso. Entonces escribí un libro que se llamó Completamente viernes porque Almudena acababa de publicar una novela que se tituló Te llamaré Viernes.

Pero sus publicaciones dedicadas a ella no se quedaron ahí.

Más tarde, la editorial Valparaíso me planteó hacer una antología de poemas míos de amor dedicados a Almudena y se les ocurrió la idea de pedirle a ella que escribiese el prólogo explicando qué sentía al leerlos. En 2020, Almudena enfermó y murió un año y tres meses después del diagnóstico. Un cáncer agresivo y rápido. Entonces escribí un libro de poemas pidiéndole a la poesía, mi vocación, que me diese respuesta a lo que me estaba pasando durante la enfermedad y después con el vacío de la pérdida de la muerte.

¿Y cómo surgió este nuevo recopilatorio?

La editorial Tusquets me propuso unir todo lo que había escrito sobre Almudena. Dije que sí y tuvimos la idea de volver a publicar el prólogo escrito por ella. Se me ocurrió pedirle un epílogo a un poeta muy amigo, Luis Muñoz, que tenía una revista de poemas y había pedido a varios novelistas que escribiesen un poema. Se lo pidió a Almudena, pero nunca se publicó, así que le pedí recuperarlo. Es el único poema que ella escribió en su vida.

¿Qué le ha dado a usted este libro?

Me ha ayudado mucho ver el argumento de nuestra vida y la coherencia en relación con la poesía. Yo defendí la construcción de un nosotros basado en el respeto frente a la tentación de crear comunidades desde el autoritarismo. Los seres humanos somos seres vulnerables y que convivimos porque necesitamos cuidar y ser cuidados. Y la historia de amor tiene mucho que ver con esa historia de comunidad que también tiene sus dimensiones sociales, donde los cuidados son muy importantes, más que cualquier tipo de prepotencia, la necesidad de ser cuidado y la necesidad de cuidar para sentirse solidario con alguien. Y todo eso se encuentra de pronto con una situación muy difícil, un diagnóstico de cáncer y una necesidad de responder radicalmente a la necesidad de cuidar y de ser cuidado. Así que, cuando reuní todos los poemas, lo que más me emocionó fue la coherencia de un argumento basado en una idea del amor y en una idea del nosotros que permitiese afrontar una experiencia límite como la enfermedad y la muerte. Uno, al final, llega a comprender que dentro de la condición humana, que vivir es convivir con la muerte, la posibilidad de haber podido cuidar a la persona que quieres es también un motivo de alegría y de dicha. El haber vivido una historia de amor de casi 30 años es una fortuna, porque hay gente que vive sin conocer el amor. De repente te das cuenta de que has podido cuidar y que has sido cuidado, que has creado un nosotros. La muerte es una oportunidad que te obliga a reconocer las cosas importantes de la vida.

¿En algún momento dudó de si debería publicarlo?

En su día, yo tuve miedo a publicar los poemas con los que se cierra la historia con Almudena, pero de pronto comprendí que había hecho bien en hacerlo. Porque voy por la calle y se acerca alguien y me dice «perdí a mi marido hace un año y su libro me ha ayudado a comprender lo que me pasa». O me encuentro a un médico que me da las gracias por el reconocimiento de los cuidados en la sanidad pública. En el año 78, pensaba que los poemas de amor eran una manera de luchar contra la dictadura franquista y ahora se han convertido en una reivindicación de la sanidad pública.

¿Suele releer los libros de Almudena Grandes?

Sí, lo hago. Desde Atlas de geografía humana, que fue la primera novela que escribió cuando ya vivíamos juntos, hasta el final. Y, al releerla, descubro muchas complicidades que tienen que ver con su relación con los hijos y conmigo, lo que espera de la familia, lo que no espera... Y uno comprende de qué modo la literatura consiste en pasar la experiencia biográfica a emociones objetivas que puedan llegar a cualquier lector y a meditar sobre la condición humana que compartimos todos. Pero, fíjate, la experiencia más radical que tuve en ese sentido fue cuando me pidió que terminase la novela que estaba escribiendo cuando estaba enferma, Todo va a mejorar. Fue una experiencia tremenda, porque yo tomé conciencia de cómo muchas de las cosas que ella iba escribiendo y convirtiendo en novelas tenían que ver con su historia, con su enfermedad y con nuestra relación.

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