Vari Caramés y el arte de recordar

Hay imágenes de Vari Caramés que podrían haber sido pintadas con carboncillo o acuarela. Él le llama «mi indefinida indefinición», un espacio en el que le gusta habitar, entre la realidad y el sueño. Moret Art expone hasta febrero ‘Souvenirs’, una pincelada de su obra

El fotógrafo Vari Caramés, con una de las imágenes de ‘Souvenirs’, en Moret Art . |  Carlos Pardellas

El fotógrafo Vari Caramés, con una de las imágenes de ‘Souvenirs’, en Moret Art . | Carlos Pardellas

A Vari Caramés no le gusta ponerse delante de la cámara y, mucho menos, de una digital, que dispara como si no costase nada, como si no hubiese que pensar cada vez que se le da al botón, así que, lejos de su zona de confort, que es detrás del objetivo, se tapa un ojo, no para quieto y crea el movimiento que le gusta capturar en su obra.

La galería Moret Art expone su colección Souvenirs, en la que recoge algunas de las imágenes que marcaron su carrera, hasta el 10 de febrero. «Hemos seleccionado una serie de fotos pertenecientes a diferentes series a lo largo del tiempo, porque tengo unas cuantas», confiesa Vari Caramés que, si tiene que hablar de su fotografía repite sin parar conceptos como: «agua, indefinida indefinición, magia, misterio... y jazz», porque la música está siempre presente en su vida, suena cada minuto que pasa en su estudio revisando fotos propias o de compañeros y sirve como inspiración, compañera, y banco en el que descansar en el día a día.

En sus exposiciones, en sus libros, en cada disparo que le manda hacer a la cámara, a Vari Caramés le gusta que todo tenga un propósito, que haya pocas cosas, pero que estén bien contadas, así que, en un paseo a solas por Souvenirs, cuenta que las primeras imágenes forman parte de su etapa en blanco y negro. «Por una cosa sentimental quería poner una pincelada de mi vida en blanco y negro. Es una etapa que duró veinte años, desde 1980 hasta el 2000. Algunas de estas fotos son muy icónicas de mi trabajo. Dónde se hayan hecho es lo que menos me importa porque la fotografía no deja de ser un taxi que lleva al espectador a donde él quiera que le lleve, por un módico precio, eso sí», dice con una sonrisa Caramés mientras deja atrás recuerdos de su vida, incluso de personas o animales que ya no están, pero a los que puede volver en cada imagen, porque hay mucha vida, también privada, detrás de cada instantánea.

Es la primera exposición que Caramés hace en A Coruña desde 2019. La última fue Lugares, en la Fundación Luis Seoane, que reunía su trabajo más reciente. Por ahora, confiesa, no tiene en mente ninguna serie que le empuje a salir a la calle a hacer fotos, pero sí que le ronda ya una idea para sumergirse en un nuevo proyecto y lo de sumergirse, en este caso, no es un verbo más, ya que Caramés ha pensado en zambullirse en su archivo y recuperar del olvido fotos que, en su momento no encontraron su lugar, pero que lo tendrán ahora en una colección de descartes que llamará Inesperadas, como el relato de Cortázar.

Del blanco y negro, Caramés pasa al color con una sola imagen, la de una mujer que se cuela tras un telón rojo y, de nuevo, otra vez «el misterio» y las cosas que le gustan. «A esta foto le tengo un cariño especial porque es de las primeras que expuse en color y es el tránsito de un lugar a otro», define Caramés, en referencia a una imagen de un puente. «Hay anécdotas, algunas muy interesantes, detrás de las fotos. Un souvenir siempre supone un buen recuerdo de algo y también es un regalo. Para mí, la fotografía habla de eso, de recuerdo, de memoria, de momentos congelados en el tiempo que se hacen eternos. Son pinceladas de mis series y de mi vida, por eso le puse este nombre», reflexiona Caramés, que se ha valido del mar, de la lluvia, de los reflejos y el movimiento para crear imágenes únicas y para retratar instantes y lugares con una mirada que une fotografía y pintura.

«Estas fotos están hechas en los ochenta, aunque la serie es de 2010. Yo tenía muchas fotos de nadar, pero nunca las había contemplado como una colección completa, hasta un día que decidí cerrarla con fotos inéditas y a Nadar le tengo un cariño especial, por eso en Souvenirs hay un guiño a ese mundo del agua que me fascina», confiesa este creador de mundos extraños en realidades que parece que no esconden nada.

«Mi trabajo es muy autobiográfico, me van pasando cosas y yo me aprovecho de ellas. No me complico la vida, es un trabajo que me va saliendo al encuentro. Yo siempre digo que mi trabajo es como un tren en el que hay una serie de vagones abiertos, en el que puedes transitar de uno a otro sin problema. Yo lo veo así, con ese ritmo y ese jazz», concluye Caramés.

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