Si no lo leo no lo creo

La noche en vela por un roscón

ANTÓN PERULEIRO

En algunas casas es ya tradición que el día de los Reyes Magos empiece muy pronto y no por abrir los paquetes que han dejado Melchor, Gaspar y Baltasar bajo el árbol sino por tener un mejor sitio en la cola de Glaccé o de Flory. A las tres y media de la mañana había ya un cliente apostado en la calle Francisco Añón, para ser el primero en entrar en la confitería Flory, así que, ni la lluvia, ni el viento le desanimaron y bajó a la calle con una silla de playa y mucha paciencia para esperar por el ansiado roscón. En la cola de Glaccé, algunos de los habituales, de los que solo coinciden en la calle cada 5 de enero, no podían ocultar su incertidumbre por si sería «la última vez» que coincidían en la cola, ya que está en venta desde el año pasado.

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