Entrevista | Ana Dumitru Profesora de la UDC, elegida miembro del comité científico de la Agencia Europea del Medio Ambiente

«No hay más voces negacionistas del cambio climático, pero ahora están más en primera plana»

Adina Dumitru, docente en la facultad de Ciencias de la Educación de la Universidade da Coruña ha sido elegida como miembro del comité científico de la Agencia Europea del Medio Ambiente en un proceso al que concurrieron 170 profesionales

Adina Dumitru

Adina Dumitru / LOC

Redacción

¿Cuál será su rol en el comité científico de la Agencia Europea del Medio Ambiente?

La Agencia tiene muy bien pautados los roles. El papel del Comité Científico es de asesoramiento a través de reuniones con el Consejo Director, y, de forma extraordinaria, cuando el Consejo director pueda requerir una opinión formal sobre el programa de trabajo de la Agencia, para asegurarse de que sus prioridades están acorde a los avances de la ciencia, además del asesoramiento en políticas públicas y prioridades de financiación.

Usted se incorpora al área de Transiciones Justas.

Es un área nueva que la Agencia asumió como programa de trabajo hace unos tres años, reflejando las prioridades del Pacto Verde Europeo; esto es, la transición justa y verde en la idea de que, si se produce una aceleración en la política pública para cambiar sistemas productivos o las áreas de alimentación, agricultura, energía o vivienda, esto no perjudique ni deje atrás ciertos sectores o áreas. Es importante que haya una comprensión de cómo se pueden sufrir injusticias, e intentar compensarlas o mitigarlas. La idea es que no se produzca un cambio en la opinión pública alrededor de los objetivos de sostenibilidad, como se ve en las protestas de agricultores. Hay mucha polémica en este ámbito, hay sectores que se ven amenazados, y es importante que la política refleje una previsión de justicia para ellos. Nuestro trabajo será que esto vaya más allá: la Comisión Europea se está planteando ampliar el fondo de transición justa para que no cubra solo el sector energético.

En Galicia, la resistencia o preocupación por los efectos de esta transición se ve en las protestas del sector pesquero, la agricultura o las economías locales ligadas a los combustibles fósiles. ¿Cuáles son las líneas que deben definir estas transiciones justas?

Estas negociaciones se producen primero a nivel nacional: España negoció con la UE diferentes prioridades en torno a la transición justa; qué sectores y regiones en España están cubiertas. Esto se hizo, sobre todo, en el sector energético, que era lo que cubría el plan original. En este momento se quiere ampliar a otros sectores porque se comprende que la pesca o la agricultura, si tiene que cambiar hacia métodos más sostenibles, requiere una inversión en nuevas metodologías, herramientas o modelos de negocio. Cuando no es posible, tiene que haber una compensación para que haya una alternativa de conversión. En Galicia no sería una conversión porque la pesca no va a dejar de existir, pero sí sería una transformación de los métodos de producción y consumo. La delantera la van a llevar las regiones que son capaces de comprender que esto es necesario ,que no podemos seguir con métodos insostenibles porque los recursos no son infinitos ,y apuesta por la innovación. Hay , en estos fondos, previsiones para que estas regiones puedan invertir en innovación. Es importante que Galicia defina cuál es la apuesta de transformación en sectores prioritarios, y que aproveche los fondos de Transición Justa.

¿Cómo se hace esto?

Es importante que haya una negociación entre las comunidades y el Gobierno central para que se incluyan estos sectores, y luego con Europa. El fondo de Transición Justa tiene una cantidad de dinero asignada, pero se plantea que el paraguas de las transiciones justas incluya algunos de los fondos de cohesión, estructurales, que ya existen, que van a tener este componente de dirigir recursos a las zonas afectadas. Por un lado está el tema de cómo se hace el reparto y las compensaciones, y por otro, los diferentes sectores tienen que estar participando en este proceso. Sus demandas y su voz deben estar representada en diferentes niveles para plantear cómo debe ser este fondo de Transición Justa. Esto supone un sistema de gobernanza participativa. La tercera dimensión es reconocer injusticias históricas. Hay zonas en diferentes países que pueden haber sufrido un retraso histórico por diferentes razones. Eso debe tomarse en cuenta para decidir el reparto de fondos y las prioridades de cambio.

Habla de evitar que estas transiciones susciten una reacción en contra de las políticas climáticas por parte de los sectores afectados. ¿Percibe una mayor presencia de ese contradiscurso ante la crisis climática, incluso del negacionismo?

No creo que haya necesariamente una multiplicación de estas voces negacionistas, pero hay más primera plana. Hay voces significativas que se han unido al discurso negacionista y atusan las frustraciones de diferentes sectores que se puedan ver perjudicados. Se mezclan ahí los bulos, eso de que hay una mano negra que nos va a prohibir comer carne o volar, o que el reparto se va a hacer de tal modo que va a perjudicar la agricultura. El cambio en la presidencia de EEUU tampoco ayuda, Trump no destaca precisamente por su agenda ambiental. Yo soy optimista porque hay más conciencia ambiental, incluso en estos sectores: en la agricultura hay voces que hablan de la necesidad y los beneficios de cambiar a un modelo sostenible. La agricultura intensiva tiene intermediarios que hace que no llegue al agricultor el rendimiento del trabajo.

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