Resurrección musical para el mítico BâBâ Bar

La sala Mardi Gras organiza, esta noche a las 22.00 horas, un concierto de homenaje al BâBâ Bar, cerrado debido a la pandemia, pero que dejó un gran legado en la ciudad. El espectáculo contará con seis artistas coruñeses

Cristina Toba, antigua gerente del BâBâ Bar, junto a músicos que tocarán en la Mardi.  | | CASTELEIRO/ROLLER A.

Cristina Toba, antigua gerente del BâBâ Bar, junto a músicos que tocarán en la Mardi. | | CASTELEIRO/ROLLER A.

Redacción

«Va para cuatro años que cerramos. Me emociona que la gente se siga acordando de nosotros y que este proyecto haya calado tan hondo...», reflexiona Cristina Toba, que, en plena pandemia, tomaba una de las decisiones más difíciles de su vida: echar el cerrojo definitivo a una sala de conciertos que, para sus habituales, era mucho más que eso. Este viernes, la Mardi Gras, que se denomina «su sala hermana» y que, como el BâBâ Bar, trasciende a lo meramente musical, le redirá homenaje , cómo no, con un concierto, en el que seis artistas de la ciudad homenajearán «a la que fue su casa» en tantas ocasiones, definen desde la Mardi Gras, anfitriona del homenaje.

Artistas que hunden sus raíces en el tejido musical coruñés, como Bea a de Estrella, Carolina Rubirosa, César de Centi, Félix Arias, Luga y Silvia Penide se turnarán sobre el escenario esta noche a las 22.00 horas, con entradas a diez euros. «Para mí fue toda una sorpresa. Estoy muy agradecida a los artistas y a la Mardi, que siempre tiene un momento para recordarnos. Te toca profundamente porque esto ya es una página pasada, pero se ve que dejó su impronta», reflexiona Cristina Toba.

Con este revival, quien fuera dueña del BâBâ Bar no puede evitar que pasen por su cabeza las millones de anécdotas vividas entre las cuatro paredes del local. Las más especiales —o, al menos, las primeras que se le vienen a la cabeza— tienen que ver, curiosamente, con el trago amargo de su cierre, que tuvo como contrapartida todo el cariño que mostraron hacia el local sus adeptos. «Recuerdo que, cuando cerré, monté un mercadillo para vender lo que tenía aquí. Hubo quién vino y dijo: ‘Me llevo todo este rincón, porque aquí fui feliz’. También recuerdo un concierto que dieron aquí algunos músicos con el local ya casi vacío. Fue muy emotivo», relata Cristina Toba, que repasa momentos en los que la sala propició que el público conectase con los artistas «como pocas veces se ha visto».

Toba nunca se ha desligado, no obstante, del circuito musical. Tras bajar la verja, se hizo cargo de una de las ediciones del Festival Noroeste, y ahora se encarga de la programación del Diversidarte, de artes inclusivas. «Sigo haciendo festivales. Con Diversidarte, que tiene sección de cine también, disfruto mucho porque es algo muy abierto y trabajas con colectivos vulnerables y con discapacidad, es muy interesante», cuenta. Aunque ahora se han abierto horizontes nuevos, ni Cristina Toba ni el resto de la familia del BâBâ Bar quieren olvidar el lugar en el que fueron felices. Tampoco su sala hermana, la Mardi, que prestará su acústica para el mejor de los homenajes.

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