Leila Guerriero: «En Argentina hubo terrorismo de Estado, no fueron dos bandos enfrentados en igualdad»
La periodista argentina charlará hoy en el ciclo de encuentro de escritores de la UNED sobre su último libro, ‘La llamada. Un retrato’. Esta obra, que ha entrado en la mayoría de listas de lo mejor del año 2024, cuenta la historia de Silvia Labayru, una mujer violada y torturada por militares en un centro clandestino en el que llegó a dar a luz durante la dictadura del general Videla

La escritora Leila Guerriero. | Toni Albir
La escritora Leila Guerriero descubrió en un artículo de prensa la historia de Silvia Labayru. Esta mujer fue secuestrada, violada y torturada durante la dictadura argentina, llegando a dar a luz en un centro clandestino. Esa historia se convirtió en La Llamada. Un retrato, un libro que se ha colado en casi todas las listas de lo mejor del 2024, y que este lunes a las 19.00 horas su autora presenta en el ciclo de encuentros con escritores de la UNED junto a Xavier Seoane y Javier Pintor.
Descubrió la historia de Silvia Labayru a través de un artículo, ¿en qué momento vio que esa historia podía convertirse en un libro?
Empecé a hablar con Silvia y lo que le propuse era hacer un artículo para El País Semanal. La historia me parecía tan singular que no se me ocurrió la posibilidad de que a un editor no pudiera interesarle. Nosotras empezamos a hablar en abril de 2021 y creo que más o menos en junio le dije a Silvia que me parecía que esto no se podía reducir a un artículo, que tenía que ser un libro, y le pregunté si ella estaba de acuerdo. Me parecía que la historia era tan compleja, que necesitaba sutileza para contarla, que no había manera de reducir esto a once páginas de una revista. Iba a terminar haciendo una historia reduccionista, con blancos y negros, sin espacio para contar nada. Le propuse hacer esto como libro para Anagrama, que naturalmente es mi editorial, y Silvia estuvo muy de acuerdo.
¿Silvia se mostró reticente a contar su historia?
No, se mostró súper abierta. De hecho, desde la primera conversación que tuvimos, yo le propuse que no fuera una entrevista oficial. Nos encontramos, conversamos, le llevé los libros que yo había publicado para que ella supiera cómo yo hacía mi trabajo. Le expliqué mi forma de trabajar, lo que yo quería hacer, quería encontrarla muchas veces, hablar con su familia, con su entorno, con sus amigos, seguramente también con la gente que tiene una mirada hostil sobre su historia. Obviamente, para hacer ciertas preguntas más complicadas me tomé mi tiempo. Hubo un trabajo también de dejar que ella me conociera. Hay muchas cosas en la historia de Silvia que son muy desagradables. No me parecía que había que preguntarle por las violaciones o la tortura el segundo día que la conocí.
En la dictadura argentina se cometieron horrores contra todas las personas, pero ¿cree que las mujeres sufrieron un tipo de violencia específica?
Hay un libro que se llama Putas y Guerrilleras, que escribieron mis colegas Olga Wornat y Miriam Lewin, en el que recogen que mujeres de agrupaciones fueron secuestradas por los militares, torturadas y en muchas ocasiones violadas. Ahí se cuenta con mucho detalle la especificidad que tenía el hecho de ser mujer y ser secuestrada por estos sujetos siniestros. De hecho, en todos los juicios que se hicieron por lesa humanidad, muchas de estas mujeres dieron testimonio y deslizaron cosas relacionadas con que las habían violado, pero como la violación no estaba separada del resto de los tormentos, no se podían iniciar juicios específicos por ese hecho. Hasta que lo hicieron Silvia Labayru y otras tres mujeres, no se dio un marco legal específico.
Por la historia que se cuenta de Silvia, da la sensación que dentro del movimiento guerrillero, las mujeres sobrevivían acababan juzgadas por los suyos.
Las mujeres que sobrevivían y mencionaban el hecho de haber sido violadas ofendían la hombría de sus compañeros. Salías de un infierno y encontrabas con que, además de todo eso, no podías contar ni siquiera entre los tuyos lo que te había pasado porque eras sospechosa. La idea del sexo no era comprendido como algo forzado. De hecho, se hablaba de las relaciones, cosa que a estas mujeres, naturalmente y razonablemente, les pone los pelos de punta porque no son relaciones. Estas personas eran violadores.
Una cosa que resulta muy interesante para el lector es que retrata a Silvia con todas sus aristas y sus defectos, no la victimiza.
Ella misma no se victimiza. Ella misma ha hecho de su vida lo contrario de la vida de una mujer que vive toda su vida como una víctima permanente. Con esto no estoy diciendo que esté mal que haya gente que lo viva de esa forma, cada uno vive esas situaciones hipertraumáticas como las puede vivir. Uno no le puede exigir a una persona que fue víctima de una atrocidad que lo deje atrás, que se recupere, que salga adelante, que transforme el trauma en una experiencia, pero Silvia no se quedó en ese rol. Ella es una persona muy reactiva contra esa idea, se enfurece contra la idea de que alguien la pueda ver como eso, como una víctima eterna.
Usted cuenta la historia sin juzgar a sus protagonistas. ¿Cree que se puede hacer un relato de forma objetiva?
No sé si es objetiva, yo creo que la objetividad total no hay manera de lograrla porque venís de un pasado y vivís un presente determinado, leíste determinados libros, y viste ciertas películas. No creo en la objetividad, lo que sí me parece es que la subjetividad no te da derecho a ser arbitrario. Tenés que hacer una polifonía de voces, tenés que poner todos los testimonios posibles. Yo creo que en ningún momento en el libro yo hago una exclamación indignada abiertamente contra los militares o contra la dictadura, sin embargo yo creo que a nadie que termine de leer el libro le queda demasiada duda de cuál es mi postura en relación a eso.
¿Cómo se vive esta historia en la actualidad? Sobre todo tras la postura negacionista del Gobierno de Milei [el presidente relativizó el terrorismo de Estado y negó que hubiera 30.000 desaparecidos].
Es un momento complicadísimo porque desde el poder está bajando esta idea de, como dicen ellos, justicia completa. Lo que quieren es juzgar a la gente de las organizaciones de izquierda con la misma vara. Está claro que no es lo mismo un delito cometido bajo el marco del terrorismo de Estado, que toda la maquinaria del Estado ofrece al servicio de aniquilar gente, que una organización guerrillera. La idea de no discutir la violencia por parte de la guerrilla para no darle argumentos a la derecha, sirve para que se aferren a pequeños puntos y aprovechan esos argumentos a favor para dar un mensaje completamente negacionista y reaccionario. Ya estaba dicho desde 1985 que fue terrorismo de Estado, no hubo dos bandos que se enfrentaron en igualdad de condiciones. Hubo unas personas que se aprovecharon del poder del Estado para cometer aberraciones totales y esa gente debe estar presa. Ahora, ¿hasta dónde van a avanzar esos mensajes que bajan desde el poder? Yo tengo la esperanza de que si se avanza de manera salvaje va a haber una reacción social porque ya la hubo en otros momentos, muy fuerte y muy espontánea.
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