Un laboratorio que recupera guitarras y bajos

El técnico de sonido y voz principal de la banda coruñesa Exit Ton Eirín crea The Guitar Lab para poner a punto guitarras y bajos eléctricos

Ton Eirín, con una guitarra eléctrica. | Carlos Pardellas

Ton Eirín, con una guitarra eléctrica. | Carlos Pardellas

A Coruña

Se puede decir que el músico y vocalista de la banda coruñesa Exit Ton Eirín, se transformó en un médico para las guitarras y bajos eléctricos cuando creó The Guitar Lab. Su proyecto nació para cubrir lo que entendía que era un déficit de atención profesional especializada en instrumentos de cuerda eléctricos y electroacústicos. «Tradicionalmente siempre hubo escasez de profesionales que trabajen exclusivamente reparando estos instrumentos y decidí emprender en algo nuevo», explica Eirín.

Abierto desde finales del verano de 2024, The Guitar Lab busca elevar a otro nivel la reparación de instrumentos de cuerdas eléctricos. «Hacemos ajustes, reparación, modificación de instrumentos de cuerda, y también, algo muy particular en el mundo de la música, que es el envejecimiento de instrumentos. Este año queremos sumar un nuevo servicio, el de pintura y cambio de color de instrumentos», comenta Eirín.

¿Para qué envejecer una guitarra o un bajo nuevos? Es una dinámica entre los músicos más jóvenes, que buscan que sus instrumentos se parezcan a los de sus ídolos, es decir, que tengan años de ser tocados arriba del escenario. «Es una tendencia que se encuentra muy polarizada, porque puede gusta o no gustar en absoluto. Lo que se intenta con este tipo de «envejecimiento» es que el acabado sea lo más realista posible, que parezca que la guitarra o el bajo tengan 50 años de uso», señala el vocalista de Exit.

Con más de 25 años como guitarrista y cantante, pero también como técnico en sonido, y con un gran bagaje recorriendo tiendas de música, estudios de grabación, doblaje y producción musical, y escenarios de todo el país, Ton Eirín comenta que desde sus primeros momentos como músico vio carencia de profesionales que tengan la precisión y los acabados óptimos que él buscaba a la hora de la reparación de sus instrumentos. De ahí vino el objetivo de abrir The Guitar Lab.

«En la ciudad de A Coruña no había profesionales que realicen este tipo de trabajos. Había que desplazarse a Pontevedra o a Santiago para poder encontrar algún ebanista o carpintero reconvertidos que eran quienes reparaban guitarras o bajos eléctricos. Al no dedicarse a este trabajo, muchas veces, no sabían realizar las reparaciones. Pasa lo mismo con los comercios que se dedican a la venta de instrumentos, sus servicios de reparación suelen ser limitados», señala Eirín.

El boca a boca y las redes sociales fueron las plataformas de expansión por las cuales los clientes llegaron a conocer The Guitar Lab. «El interés y la visibilidad fueron aumentando y ahora estamos pensando en abrir un local al público», apostilla el músico.

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