«En un festival hay cientos de empleos y todos necesarios»

La arquitecta Nuria Balboa ha estado detrás de muchas de las grandes citas musicales de la ciudad, desde conciertos en el Coliseum al Wake Up de Bens o Noites do Porto. Defiende que, muchas veces, el reto está más en abrir nuevos espacios para actuaciones que en la dimensión de los festivales

La arquitecta Nuria Balboa, en la explanada del muelle de la Batería. |  Carlos Pardellas

La arquitecta Nuria Balboa, en la explanada del muelle de la Batería. | Carlos Pardellas

A Coruña

A Nuria Balboa le cuesta disfrutar de los festivales y los conciertos aunque no esté trabajando, porque se fija en los extintores y en las salidas de emergencia. Es algo que ya no puede evitar.

Forma parte del jurado de los Iberian Festival Awards, una iniciativa que premia los mejores proyectos del año, ¿cuál será su labor y cómo acaba ahí?

Envié mi candidatura y la organización eligió, entre todas las personas que nos postulamos, los perfiles más interesantes y que tuviesen más experiencia dentro de la industria musical. En todas las categorías hay una parte que es voto del público, y después hay otra que es de voto del jurado y ahí, dependiendo de la experiencia que tengas, votas en determinadas categorías.

¿Cómo empezó a trabajar en el diseño de festivales?

Yo trabajaba en festivales mientras estudiaba Arquitectura en A Coruña, cuando terminé seguí vinculada a los festivales, pero en la parte más técnica. Poco a poco me fui formando, aprendí muchísimo de todos mis compañeros, porque vengo de una disciplina que, en principio, no tiene nada que ver con los eventos, pero sí que está relacionada. Coincidió que, cuando yo terminé, los festivales estaban dando un giro hacia perfiles más técnicos y se estaba profesionalizando el sector.

Muchas veces pensamos que si no pasa nada en un festival multitudinario es un milagro, pero, en realidad, es prevención, ¿hay mucho trabajo detrás de cada actuación o concierto?

Hay muchísimo trabajo detrás. La gente solo ve la parte de pasárselo bien. De hecho, muchas veces la gente piensa que nosotros estamos disfrutando del festival. Todo lo contrario, muchas veces ni siquiera ves quién está tocando. Primero hay que hacer una visita técnica al espacio, tenemos que ver la viabilidad del sitio, que sea adecuado para el festival que se quiere hacer y después ya, empieza la parte de diseño, de dónde van situadas las cosas, las salidas de emergencia... Tenemos normativas que aplicar, tenemos la ley de espectáculos, prevención de riesgos, el plan de autoprotección para cuando entra el público, hay un equipo de seguridad, tenemos equipos médicos, siempre hay ambulancias... Después está también la parte de producción, que sabe qué tiene que hacer en caso de que pase algo. Está todo muy vigilado, aunque la gente piense que no hay nadie, hay mucha gente. Cientos y cientos de personas y todas necesarias y ninguna prescindible, desde los que limpian a los técnicos de sonido o a los de producción.

Hacer Noites do Porto, con el mar al lado, supongo que entrañará más riesgos que un concierto en el Coliseum, ¿no?

Lo único que nos determina la dificultad en el puerto son las condiciones climáticas, A Coruña tiene mucho viento y ese es el riesgo más importante. El Coliseum es un edificio cerrado, el evento se va a celebrar aunque llueva, porque estás a cubierto. A Coruña se está consolidando como referencia en el norte gracias a este recinto, es uno de los tipo Arena en el que paran la mayoría de los tours, tiene una acústica muy buena y lo tienen todo muy bien pensado para eventos. Tanto los promotores como los técnicos somos los primeros interesados en que todo salga bien y por eso hay que priorizar la seguridad del público y de los trabajadores. El puerto es una oportunidad porque es un espacio que estaba cerrado y se ha recuperado para la ciudad.

Participó también en el Wake Up! de Bens, que está en una zona importante ambientalmente.

Cada festival tiene sus particularidades y está condicionado por el sitio en el que se celebra, pero hay que cumplir la normativa y la prioridad siempre es la seguridad tanto del público como de los trabajadores. En todos los festivales se tiene que tener en cuenta todo el abanico de posibilidades de cosas que pueden pasar.

En el sector de la seguridad se suelen dar avances una vez que han ocurrido desgracias.

Siempre hay un cambio normativo cuando pasan cosas. La suerte que tenemos en Galicia es que tenemos un tejido asociativo fuerte que está intentando que la normativa vaya por delante. Estamos en una esquinita y tenemos un potencial brutal. Hay grandísimos profesionales, hay empresas muy potentes en Galicia, muchas veces la gente no es consciente de todo lo que tenemos aquí.

Últimamente parece que tendemos al macrofestival más que a los festivales pequeños y medianos.

Es una cuestión económica, cuanta más gente puedas meter, más capacidad económica tendrás para atraer artistas de mayor caché. Hay otros festivales muy pequeños, como por ejemplo el festival Sin Sal de San Simón y el festival WOS en Santiago, que tienen el máximo de aforo en 800 y mil personas. Cada festival tiene su público.

En A Coruña, ¿hay algún lugar en el que le gustaría hacer un festival y que nunca se haya hecho?

El Noroeste tiene sitios increíbles, el castillo de San Antón a mí me parece espectacular. Yo he hecho conciertos en astilleros, en iglesias, el año pasado hicimos un concierto entre bloques de granito en el Puerto de Vigo... Ha sido un desafío brutal a nivel técnico y de permisos. Muchas veces es más reto el espacio que la dimensión de la infraestructura. Al final, todo es planteárselo.

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