Las personas con asperger reclaman «apoyo real» y una mayor visibilidad desde A Coruña

Piden el reconocimiento oficial de la discapacidad psicosocial, entre otras medidas, para garantizar su acceso al empleo público y mejorar sus condiciones de vida en todos los ámbitos

Representantes de la Asociación Galega de Asperger (Asperga), en su sede de A Coruña.

Representantes de la Asociación Galega de Asperger (Asperga), en su sede de A Coruña. / Iago López

A Coruña

Las personas con síndrome de Asperger, o Trastorno del Espectro Autista (TEA) de grado 1, alzan la voz para reclamar «apoyo real» y una mayor visibilidad. Piden que se impulse el reconocimiento oficial de la discapacidad psicosocial, entre otras medidas, para garantizar su acceso al empleo público, y mejorar sus condiciones de vida en todos los ámbitos. A ello instaron el presidente de la Confederación Asperger España (Confae), Rafael Jorreto, y la secretaria de su Junta Directiva, Eva García, en una comparecencia en el Senado, con motivo del Día Internacional de esta condición, que se conmemoró, ayer, 18 de febrero. También se hizo eco de esa demanda la Asociación Galega de Asperger (Asperga), altavoz del colectivo en la comunidad, con sede en A Coruña, que trabaja desde 2006 para «ofrecer apoyo, formación y recursos» a las personas con TEA y sus familias, «sensibilizar a la sociedad» en general y «exigir a la Administración medidas concretas de inclusión y apoyo».

«Una de las principales demandas del colectivo Asperger es el reconocimiento formal de la discapacidad psicosocial, ya que actualmente no existe un marco que contemple sus necesidades. El sistema de discapacidad actual no considera su situación porque se basa en categorías de discapacidad, o bien intelectual o enfermedad mental, y esas categorías no encajan con las personas con síndrome de Asperger», expuso Jorreto, en la Comisión de Políticas Integrales de Discapacidad de la Cámara Alta, donde reivindicó que el reconocimiento de esa discapacidad acabaría con las «barreras invisibles» que sufren las personas con asperger, o TEA de grado 1, a lo largo de su vida, y «garantizaría su plena inclusión, con independencia de su nivel cognitivo».

«El reconocimiento de la discapacidad de las personas con asperger es un caballo de batalla que se lleva dando muchos años. El intentar conseguir que, con el diagnóstico de TEA de grado 1, ya concedan el 33%, ya que eso puede dar pie a conseguir otro tipo de ayudas, para que las personas con esta condición puedan ir a terapias, en este caso, o a algún tipo de taller», explica Yago Lage, trabajador social de Asperga, quien hace hincapié en que se trata de «una demanda histórica» del colectivo Asperger, que «todavía» intentan conseguir. «Cierto es que se modificó el baremo de discapacidad, y quizás se ha mejorado algo pero, muchas veces también, el TEA de grado 1 es invisible, a efectos de muchos profesionales. El lograr la visibilización de los síntomas que tiene también podría dar pie a que se conociera un poco más y se concediera ese 33%», considera Lage, antes de detallar las «principales características» del asperger.

Características

«Dificultades a nivel de comunicación e interacción social, y la inflexibilidad o rigidez mental que muchas veces presentan, también, las personas con este diagnóstico. Estas serían las principales características. ¿Qué pasa? Que esto, al fin y al cabo, es un espectro. Hay quien tiene más presente una carencia a nivel de comunicación, y en quien pasa más desapercibida pero, aún siendo así socialmente, no quiere decir que no tenga implicaciones en su vida diaria», refiere el trabajador social de Asperga, quien apunta que «quizás es la principal dificultad que, en muchas ocasiones», presentan las personas con asperger o TEA de grado 1.

"Los síntomas, muchas veces, pasan desapercibidos, y eso les dificulta mucho, a nivel de adaptación social, desde que van a los colegios. Después, cuando llegan a la etapa laboral, por un lado, obtener un empleo es muy difícil y, una vez que lo consiguen, el poder mantenerlo, porque llegan con mucha carga de ansiedad y, en algunos casos, también de depresión, asociado a ese diagnóstico de autismo"

Yago Lage

— Trabajador social de Asperga

Más valoraciones diagnósticas en adultos

«Los síntomas, muchas veces, pasan desapercibidos, y eso les dificulta mucho, a nivel de adaptación social, desde que van a los colegios. Después, cuando llegan a la etapa laboral, por un lado, obtener un empleo es muy difícil y, una vez que lo consiguen, el poder mantenerlo, porque llegan con mucha carga de ansiedad y, en algunos casos, también de depresión, asociado a ese diagnóstico de autismo», especifica, antes de llamar la atención sobre el hecho de que, «en los últimos años», desde Asperga han «notado» un «incremento de personas adultas» que acuden a la asociación para «hacer valoraciones diagnósticas».

«Porque, través de las valoraciones que se les han hecho a sus hijos, ellos también se sienten, de alguna manera, identificados con algunos comportamientos o, simplemente, gente adulta que llega tras haber tenido otros diagnósticos y que, finalmente, por su propia curiosidad, al no sentirse totalmente identificados con el diagnóstico que les han dado, piensan que pueden tener un TEA de grado 1 y, efectivamente, sí se les diagnostica», prosigue Lage, antes de exponer otras reivindicaciones del colectivo Asperger.

Falta de recursos específicos a nivel comunitario

«A nivel comunitario, hay una falta de recursos, o de programas específicos, que al final acaba, de alguna manera, dificultando que las personas con autismo puedan participar en actividades en sociedad. Esa sería otra reivindicación, el adaptar la oferta social que hay a las personas con esta condición. Y, aunque a veces es complicado, por la falta de recursos que puede haber, el garantizar que haya una atención médica y psicológica para las personas con TEA, y también que se tengan en cuenta las particularidades del grado 1 para hacer una atención adecuada», subraya el trabajador social de Asperga, entidad que, el pasado mes de enero, atendió a 269 personas usuarias en A Coruña, «desde niños de apenas un año, hasta personas adultas, de casi 60».

Tracking Pixel Contents