Artesanía ruandesa para coser dos mundos

Berthe Mukarukaka llegó de Ruanda a A Coruña hace casi 30 años, después de que a su marido, enfermero, le concedieran una beca para estudiar en el entonces Juan Canalejo y debido a la inestabilidad en su país. Ahora ella intenta traer un pedazo de África a la ciudad a través de su proyecto de artesanía, Jabes71

Berthe, en la habitación en la que cose las prendas y accesorios. | Casteleiro/Roller Agencia

Berthe, en la habitación en la que cose las prendas y accesorios. | Casteleiro/Roller Agencia

A Coruña

Cada vez que Berthe Mukarukaka se sienta frente a la máquina de coser deja a su espalda el lema que cuelga enmarcado de la pared del cuarto de uno de sus hijos, ya independizados, que ella ha convertido en su taller de artesanía. Imbuto y’amahirwe yera ku giti cy’umurujo, que en castellano significa «El fruto de la suerte crece en el árbol del esfuerzo». No necesita leerlo: lo tiene presente cada vez que cose con cuidado la tela que luego convierte en piezas únicas de artesanía que hablan de Ruanda, de África y de ella misma.

«Hace tiempo que me siento integrada en esta cultura. Y creo que la integración no es solamente recibir, sino ver qué es lo que puedes dar tú, qué puedes ofrecer», reflexiona desde el salón de su casa, decorada a base de objetos que escenifican su propia dualidad de identidades desde que hace casi 30 años llegó a A Coruña para quedarse: en su salón, la torre de Hércules de Sargadelos comparte espacio con piezas de cerámica típicas de Ruanda. Su forma de traer hasta esta orilla un poco del continente africano se llama Jabes71, un proyecto de artesanía con el que busca poner su «granito de arena» y propiciar el intercambio cultural. «Cuando estás aquí te das cuenta de que la mayoría de gente sabe muy poco de África. Me hubiera gustado escribir un libro para explicar mi cultura y acercar ambas culturas, todo lo que aprendí de castellano fue por mi cuenta», revela ella.

Faldas, turbantes, sudaderas, camisetas, pendientes, collares, gorros de colores vivos componen Jabes71, un proyecto que Berthe lleva de mercado en mercado y de feria en feria y que ya ha ganado adeptos por el boca a boca. Algunos domingos, su puesto pone la nota de color en el Mercado Ecolóxico do Campo da Leña. «La artesanía es una parte muy importante de la cultura de Ruanda. Muchas madres sacan adelante a sus familias a través de ella. Muchas veces su forma de pasar tiempo o de socializar es juntarse y hacer artesanía. Su hobbie termina siendo un medio de sustento», cuenta ella.

Berthe apela al nombre que eligió para su proyecto, Jabes, para explicar su pretensión con él: la oración de Jabes, una plegaria de la Biblia, pide a Dios «ensanchar su territorio». Lo mismo quiere hacer ella: expandir las fronteras. «Me pareció muy bonito, porque todos tenemos que buscar ese crecimiento continuo, especialmente en la cultura. Como no podía coger a todo el mundo y llevarlo a África, quise coger un pedacito de África y traerlo aquí», relata.

Ella misma emprendió ese viaje hace casi 30 años, cuando el conflicto en su país hizo imposible vivir allí con seguridad. Para entonces, ella trabajaba como maestra y su marido como enfermero, pero las profesiones sanitarias se hacían difíciles en un país en el que los hospitales habían sido saqueados. «En 1995 llegaron los cooperantes españoles de la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales. Le ofrecieron a mi marido una beca para venir aquí, a lo que era el Juan Canalejo, para adaptarse a los instrumentos médicos que se habían enviado a Ruanda», cuenta. Ella aguardaba en Ruanda con su hija de tres años a que las cosas mejorasen. Pero no lo hicieron.

«Me ayudaron a salir de Ruanda y vinimos aquí. Mi marido tuvo que dejar los estudios para mantener a la familia, buscó cualquier trabajo, como hace todo el mundo que quiere salir adelante», relata. Lo mismo hizo ella, que trabajó varios años en limpieza y plancha mientras iba aprendiendo español de forma autodidacta. El segundo hijo de la pareja ya nació coruñés. Y así pasaron los años, hasta que Berthe comenzó a barruntar la idea de acercar un poco más sus dos tierras a través de un proyecto único.

A los que se acercan a su puesto y posan el ojo sobre los turbantes, faldas o sudaderas con bordados de colores y que reproducen el contorno del continente africano, ella siempre anima a abrir la mente. «Hay gente que me dice que no se atreve con los colores, y yo les digo que hay que atreverse y probar. Les enseño cómo se pone el turbante y al final, les gusta. Yo estoy satisfecha porque esa gente ensanchó su territorio. Si yo no hubiese probado el caldo gallego, no sabría si me gusta», ejemplifica ella.

Berthe insiste en que, no obstante, Jabes71 no es un proyecto que le pertenece solo a ella. Lo afirma desde el logo, el rostro de una mujer sobre el mapa de África. «La idea es dar visibilidad a esas artistas anónimas africanas, la mayoría mujeres. Es de admirar. Y es una forma de hablar también de ese otro lado, unir esas culturas y hacer artesanía universal», asegura.

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