La hostelería se adueña de la avenida de La Marina
La farmacia Puerta Real, en la avenida de La Marina, ha echado el cierre por la subida del alquiler. Salvo la hostelería, las grandes cadenas y los bazares, pocos negocios pueden generar tantos ingresos como para quedarse en el centro

Bar Obdulia, en el bajo de la histórica Flores Obdulia. | Carlos Pardellas
La avenida de La Marina ha ido perdiendo los pequeños comercios que todavía conservaba y, salvo dos bajos, el de Abanca y el de la galería de arte José Lorenzo, todos los demás están relacionados con la hostelería o con el turismo, ya que hay una tienda que vende recuerdos. Los últimos negocios que han cerrado su puerta en la Marina son la farmacia Puerta Real, que ha abandonado la avenida por el alto precio del alquiler y el bajo de Flores Obdulia, que ahora es el bar Obdulia.

Farmacia de La Marina, ya cerrada. | Carlos Pardellas
«La Marina es la zona de paseo de todos los coruñeses y coruñesas en cuanto sale un rayo de sol y es natural que sea una zona hostelera», explica Alberto Boquete, de La Mansión 1783. Defiende que, para que la hostelería funcione, tiene que haber «todo tipo de negocios» y que eso La Marina lo tiene cubierto con la calle Real y también con San Andrés y el mercado de San Agustín, que ofrecen alternativas comerciales, aún así, asegura que las rentas que pagan son «muy altas».
La clave de este avance de la hostelería en los locales del centro la desvela la propietaria de Ninbú, Ana Caridad, que lleva desde 2001 en el negocio inmobiliario, y es que la hostelería casi en exclusiva consigue tener un volumen de negocio suficiente para hacer frente a los precios de los alquileres de la zona. «En la avenida de la Marina no tenemos ningún local disponible, pero sí que podemos decir que los precios en la zona se han incrementado. En el área de la iglesia castrense, en San Andrés, por ejemplo, alquilamos hace poco un local por 3.200 euros, que antes costaba 1.200», explica y asegura que, salvo contadas excepciones, como un estudio de arquitectos o una chica que busca un local para emprender su negocio de panadería artesana, casi todas las visitas que reciben los locales que están disponibles en el centro son de negocios de hostelería, cadenas o de bazares asiáticos, a los que no les asustan los precios que se piden.
Caridad constata el encarecimiento de los alquileres del centro en los últimos años, ya que algunos bajos han pasado a costar el doble —de 1.000 a 2.000 euros ha pasado un local de la calle Real en el que durante muchos años hubo una tienda de cosméticos—. «Hay locales que parece que están malditos, en los que los negocios abren y cierran», define Caridad. Es el caso del bar de copas La Botica, en el antiguo bajo de la farmacia Europea (Real, 63), que se traspasa por 55.000 euros, después de que a finales de noviembre se reinventase como el único bar consagrado a la magia.
Preguntado por este diario, un portavoz de la galería José Lorenzo, explica que ser el único negocio comercial con la puerta abierta a La Marina no es un obstáculo. «Todos los negocios podemos beneficiarnos de la creciente demanda turística, siempre que esta obedezca a un desarrollo ordenado y sostenible. Para nosotros, la ubicación y el estar a pie de calle juega un papel importante de cara al cliente ocasional y que viene de fuera», comenta.
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