Entrevista | Olatz Ruiz de Gordejuela Nueva concertino de la Orquesta Sinfónica de Galicia, que debuta hoy

“Tuve dudas de si les iba a encajar en la orquesta por ser mujer y joven”

La nueva concertino de la Orquesta Sinfónica de Galicia, Olatz Ruiz de Gordejuela, se sentó esta semana por primera vez con sus nuevos compañeros y se reconoce «entusiasmada» por el buen ambiente de la formación, donde prevé emprender un proyecto «a largo plazo». Empezó su formación en Euskadi y ha estudiado y trabajado en Ámsterdam, Leipzig y en la Sinfónica de Londres

Olatz Ruiz, con su violín, sobre el escenario del Palacio de la Ópera. |  Casteleiro/Roller Agencia

Olatz Ruiz, con su violín, sobre el escenario del Palacio de la Ópera. | Casteleiro/Roller Agencia

A Coruña

La violinista Olatz Ruiz (Guipúzcoa, 1997) es la nueva concertino de la Orquesta Sinfónica de Galicia, que cuenta ahora con dos concertinos, ella y Massimo Spadano, que lleva en este puesto de 1994. Debuta hoy, a las 20.00 horas, en el Palacio de la Ópera.

Está con los primeros ensayos con la orquesta, ¿Qué tal la primera toma de contacto?

Estoy feliz de estar aquí y la orquesta es genial, todo el mundo tiene muchas ganas de colaborar y trabajar. Sabía que era una orquesta muy buena, pero no me imaginaba que, además, tenía buen ambiente. No es muy común en las orquestas.

Para llegar a ser concertino de la Sinfónica se tuvo que presentar a un proceso abierto, ¿por qué decidió concursar?

Llevo mucho tiempo viviendo en extranjero, estuve en orquestas grandes y tenía ganas de volver a España. Justo salió esta plaza en una de las mejores de España. Cuando sale una posición muy buena, en una orquesta muy buena y con condiciones buenas, si no haces la prueba y se da la plaza, igual te pasas veinte años esperando a que salga otra que te interese. No conocía a nadie en la orquesta ni nada, pero dije: «a ver si funciona». Te juegas toda la preparación de una vida en cinco o diez minutos que puede durar una primera ronda.

¿Había escuchado a la orquesta antes o había venido a verla?

La había escuchado, sí, pero no le dije a nadie que venía.

¿Qué hace especial a la concertino en la orquesta?

Tienes la responsabilidad de liderar a tu grupo y, además, soy como la intermediaria entre el director y la orquesta. Hay que lidiar no solo con la parte musical sino también con la personal, incluso gestionar temas con la gerencia. No es tan común hoy en día todavía, lamentablemente, que los puestos de responsabilidad como el de concertino se den a mujeres. En el proceso de selección, tenía mis dudas, por ser mujer y por ser joven, de si iba a cuadrar en la orquesta, así que, mi agradecimiento máximo a la orquesta por darme esta oportunidad.

¿Pero la prueba no era a ciegas?

Las primeras rondas, sí y el resultado es justo. Históricamente no ha habido concertinos mujeres, ahora hay más, pero es un proceso lento.

¿Se ha encontrado muchas barreras por ser mujer y joven en la música? ¿Pensó muchas veces que, si fuese un hombre ciertas cosas no le habrían pasado?

Muchísimas. No diría barreras porque la música, al ser subjetiva, te puede venir un «no» por muchas razones, pero he vivido millones de situaciones en las que he pensado que si fuese un señor mayor no hubiera tenido ningún problema. Sobre todo de menosprecio, por ejemplo, que hablen cuando yo estoy hablando. No digo aquí, para nada, digo en otros lugares, o, por ejemplo, que no se tome en serio lo que yo digo y que, un señor, con menos currículo y menos criterio que yo, diga lo mismo y que se acepte. Eso también lo noto cuando vienen directoras o cuando se interpreta música de compositoras. Yo tengo un currículo que, si fuese un señor, estaría tranquilísimo en mi silla, pero yo tengo que trabajar todavía más.

¿Va mejorando esa situación con el paso del tiempo?

Pensaba que no, hasta que, de repente, me dieron esta plaza y dije: «pues igual hay esperanza». Honestamente, espero que vaya mejorando.

Igual en un par de años vemos a la Sinfónica dirigida por una mujer, con una concertino e interpretando a una compositora.

¡Ojalá!

«Tras la pandemia, pensaba que necesitaba un trabajo en una orquesta grande y famosa»

Su formación, aunque empezó en Euskadi, se desarrolló mucho en el extranjero, ¿cómo fueron esos primeros pasos?

Yo nací en Guipúzcoa, después nos mudamos a Vitoria por el trabajo de mi padre, pero él falleció justo cuando nos mudamos. Cuando tenía quince años me fui a estudiar a Madrid, a la Escuela Superior de Música Reina Sofía, donde hice el Bachiller, estuve allí tres años y me fui a Salzburgo a estudiar la carrera de música, luego me fui a Ámsterdam, a la Academia Concertgebouw, y luego llegó la pandemia y viví un año en Valencia. Estuve allí en la orquesta y luego saqué mi posición en Gewandhausorchester de Leipzig, y después me fui a Londres, porque gané allí la plaza.

¿Va concursando según lo que le va apeteciendo probar o se guía por otros criterios?

Según mis necesidades vitales. Lo de Ámsterdam, por ejemplo, lo hice porque quería empezar en una orquesta y una academia es como ser becaria de la orquesta, es una oportunidad buenísima. Parece que todo el mundo espera algo de ti cuando se te da muy bien tocar el violín. Después de la pandemia, yo pensaba que necesitaba un trabajo en una orquesta grande y famosa. Mi marido estaba en Valencia y ganó en Londres, entonces me saqué de la plaza en la Sinfónica de Londres, y ahora me vengo porque quiero volver a España. Estoy contando las plazas que gané, pero hay muchísimas a las que me presenté y que no gané.

¿Y ve la Sinfónica de Galicia como un proyecto a largo plazo o es solo un escalón para avanzar como concertino y seguir creciendo en otro sitio?

Una posición así yo solo la concibo a largo plazo. No es un ensayo de una semana sino que hay que crear un vínculo con la sección y con la orquesta y construir algo más. 

La orquesta está en un proceso de cambio con nuevo gerente, nuevo director, también llega usted, ¿cómo lo afronta?

Sé que la gente está muy contenta y muy ilusionada. Yo estoy entusiasmada con Roberto González-Monjas, me parece una suerte tenerlo aquí, porque es un director espectacular.

¿Tiene algún sueño por cumplir o que le gustaría hacer en la orquesta?

Mi sueño es tener una huerta [risas], pero musicalmente, me gustaría crecer con la orquesta.

¿Cómo fue su primer contacto con la música?

Mi madre es músico y a mi padre le encantaba la música, pero mi madre nunca quiso que fuéramos músicos, somos tres hermanos y los tres somos músicos. Ella vio el sacrificio que suponía esta carrera y no lo quería para nosotros. Ella era músico de orquesta, era chelista, trabajaba en la orquesta de Bilbao y en la de Euskadi, y luego se cambió al piano. Una heroína. Luego fue repertorista en el conservatorio. En casa tocábamos los tres y con mis primos y mis tíos siempre hacíamos una especie de festivales de verano en un caserío que tenemos, cantábamos a coro... Siempre estábamos jugando con la música.

¿Tuvo que dar muchas explicaciones cuando decidió que se quería dedicar a la música o ya era algo que se esperaba?

No recuerdo un momento concreto en el que decidiese dedicarme a la música, pero fue tomando tantísimo protagonismo en mi vida que yo ya no contemplaba otra cosa, tampoco es que fuese buena en los estudios. No me apasionaba nada más. Fue todo muy natural.

¿Y por qué se decantó por el violín?

Fue mi madre la que lo eligió por mí, de pequeña me decía que tenía mucho carácter y que tenía que tocar violín. Debía de tener muy mala leche.

Su formación, aunque empezó en Euskadi, se desarrolló mucho en el extranjero, ¿cómo fueron esos primeros pasos?

Yo nací en Guipúzcoa, después nos mudamos a Vitoria por el trabajo de mi padre, pero él falleció justo cuando nos mudamos. Cuando tenía quince años me fui a estudiar a Madrid, a la Escuela Superior de Música Reina Sofía, donde hice el Bachiller, estuve allí tres años y me fui a Salzburgo a estudiar la carrera de música, luego me fui a Ámsterdam, a la Academia Concertgebouw, y luego llegó la pandemia y viví un año en Valencia. Estuve allí en la orquesta y luego saqué mi posición en Gewandhausorchester de Leipzig, y después me fui a Londres, porque gané allí la plaza.

¿Va concursando según lo que le va apeteciendo probar o se guía por otros criterios?

Según mis necesidades vitales. Lo de Ámsterdam, por ejemplo, lo hice porque quería empezar en una orquesta y una academia es como ser becaria de la orquesta, es una oportunidad buenísima. Parece que todo el mundo espera algo de ti cuando se te da muy bien tocar el violín. Después de la pandemia, yo pensaba que necesitaba un trabajo en una orquesta grande y famosa. Mi marido estaba en Valencia y ganó en Londres, entonces me saqué de la plaza en la Sinfónica de Londres, y ahora me vengo porque quiero volver a España. Estoy contando las plazas que gané, pero hay muchísimas a las que me presenté y que no gané.

¿Y ve la Sinfónica de Galicia como un proyecto a largo plazo o es solo un escalón para avanzar como concertino y seguir creciendo en otro sitio?

Una posición así yo solo la concibo a largo plazo. No es un ensayo de una semana sino que hay que crear un vínculo con la sección y con la orquesta y construir algo más.

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