Miguel supera sus límites en A Coruña: "Demuestra, cada día, que no hay barreras"

Con solo 17 meses, este pequeño coruñés sufrió una «muerte súbita» de la que fue recuperado ‘in extremis’. Desde entonces, vive con una traqueotomía y, aunque los médicos afirmaron que «no podría hablar ni practicar deporte», a sus 8 años «habla por los codos» y «hace ‘break dance’, gimnasia artística y ‘skate’»

Miguel, junto a su madre, Alexia (primera, por la izda.); sus entrenadores de gimnasia artística, Uxía Piñeiro y Marcos Martínez (de Terra Sport Academy); la directora de la escuela Danza 10, Alexandra Vidal, y su profesor, Ismael; y su instructor de ‘skate’, Luis (de La Vieja Escuela).

Miguel, junto a su madre, Alexia (primera, por la izda.); sus entrenadores de gimnasia artística, Uxía Piñeiro y Marcos Martínez (de Terra Sport Academy); la directora de la escuela Danza 10, Alexandra Vidal, y su profesor, Ismael; y su instructor de ‘skate’, Luis (de La Vieja Escuela). / Carlos Pardellas

A Coruña

«Miguel es, para mí, un orgullo. Un ejemplo a seguir. Nos ha demostrado a todos que, aunque te digan que no vas a poder hacer algo —en su caso, ni hablar ni practicar deportes—, si te lo propones, y te esfuerzas por conseguirlo, sí puedes. Es un niño que nunca ha aceptado un ‘no’ por respuesta, en el buen sentido. Es muy desafiante», resalta Alexia Hermida, vecina de A Coruña, al hablar de su hijo Miguel, un «pequeño gran superviviente», de tan solo 8 años, que pese a haber sufrido «una muerte súbita, con 17 meses», y vivir con una traqueotomía, «demuestra, cada día, que no hay barreras».

«Hace break dance, gimnasia artística y skate, desafiando todos los límites, y dejando constancia de que la discapacidad no es un impedimento para lograr grandes cosas», reivindica Alexia, quien accede a compartir la historia de su pequeño para inspirar a «otras familias» de niños con dificultades. «No todos los tipos de discapacidad son iguales, por supuesto, pero los padres tenemos que dejar a nuestros hijos ser un poco libres. No encerrarles en una burbujita. Si no, el día de mañana, ¿de quién van a depender?», plantea. «Yo le dejo libertad. Que aprenda: ‘Si te caes, te levantas’», sentencia.

Volver a nacer

El primer capítulo de esta historia de superación se remonta al 20 de diciembre de 2017, cuando, «con solo 17 meses», Miguel sufrió un episodio de «muerte súbita», del que fue recuperado in extremis, así como «dos paradas cardiorrespiratorias». «Estuvo siete minutos muerto», recuerda su madre, aún con un nudo en la garganta.

«Cuando Miguel ingresó en el Materno, nos dijeron que no iba a salir adelante. Tuvo otra parada cardiorrespiratoria en el hospital, y le tuvieron que practicar una traqueotomía, con la que vive desde entonces», explica Alexia, antes de apuntar que esa circunstancia «es temporal». «Igual, en dos o tres años, se la sacan», señala esta madre coruñesa, quien asegura que los médicos les advirtieron, entonces, de que su hijo «no iba a poder hablar ni practicar deportes» porque «se fatiga mucho», y «podía hacerse daño con la traqueotomía».

Miguel, en plena pirueta de break dance.

Miguel, en plena pirueta de break dance. / Carlos Pardellas

Perseverancia

«Cuando lo matriculamos en el colegio [el CEIP Eusebio da Guarda], tuvimos que solicitar un cuidador, porque Miguel no podía ir a clase muchas horas, solo dos, al no contar con ese apoyo. Ahí presionamos muchísimo [LA OPINIÓN se hizo eco, también, en aquel momento, de la situación que vivía la familia] para que la Xunta le pusiese un cuidador, y al final lo conseguimos», rememora Alexia, atestiguando que ha sido siempre «una mamá peleona». Una perseverancia que ha heredado su hijo quien, a base de «esfuerzo», y de «no aceptar nunca un ‘no’ por respuesta, en el buen sentido», ha dado un vuelco a aquel pronóstico de los facultativos y, a sus 8 años, no solo «habla por los codos», sino que «hace break dance, gimnasia artística y skate».

"Cuando, por ejemplo, nos dijeron que no iba a poder hablar, él siempre fue poco a poco, intentándolo, con mucho esfuerzo, sin tirar la toalla... Para mí es un orgullo. Un ejemplo a seguir"

«No para quieto», subraya su madre, con una mezcla de emoción y orgullo, antes de detallar que, durante todos estos años, Miguel ha ido «a Atención Temprana, lo que es logopeda, fisio, psicólogo...». «Y sigue yendo, a algunas cosas», indica esta vecina de A Coruña, quien, junto con el valor indiscutible de todas esas terapias en la evolución de su pequeño, reivindica otros «valores», los que le ha inculcado su familia: esfuerzo y tesón.

Baile y deporte

«Cuando, por ejemplo, nos dijeron que no iba a poder hablar, él siempre fue poco a poco, intentándolo, con mucho esfuerzo, sin tirar la toalla... Para mí es un orgullo. Un ejemplo a seguir. Demuestra, cada día, que no hay barreras», reitera Alexia, antes de exponer cómo se inició Miguel en la práctica deportiva, junto con el baile, «su gran pasión».

"Desde muy pequeñito, siempre le gustó bailar. Así que, con 3 años, lo apuntamos a ballet, una actividad muy beneficiosa para él, por el tema de los estiramientos y demás, y porque también iba su mejor amiga"

«Desde muy pequeñito, siempre le gustó bailar. Así que, con 3 años, lo apuntamos a ballet, una actividad muy beneficiosa para él, por el tema de los estiramientos y demás, y porque también iba su mejor amiga», refiere esta madre coruñesa, quien especifica que, tras haber vivido una mala experiencia con «un campamento de verano privado» —«les habíamos explicado, previamente, la situación de Miguel, y nos dijeron que no había ningún problema. Sin embargo, el primer día del campamento, nos llamaron a las dos horas para decirnos que fuésemos a buscarlo porque no podían hacerse cargo de él», afirma—, hablaron «con otro», donde «lo cogieron, y lo trataron genial».

Miguel, junto a su madre, Alexia (primera, por la izda.); sus entrenadores de gimnasia artística, Uxía Piñeiro y Marcos Martínez (de Terra Sport Academy); la directora de la escuela Danza 10, Alexandra Vidal, y su profesor, Ismael; y su instructor de ‘skate’, Luis (de La Vieja Escuela).

Miguel, junto a su madre, Alexia (primera, por la izda.); sus entrenadores de gimnasia artística, Uxía Piñeiro y Marcos Martínez (de Terra Sport Academy); la directora de la escuela Danza 10, Alexandra Vidal, y su profesor, Ismael; y su instructor de ‘skate’, Luis (de La Vieja Escuela). / Carlos Pardellas

«Allí empezó haciendo surf y skate», apunta Alexia, antes de detallar «cómo surgió el tema del break dance». «Todo empezó porque en el colegio iba a fútbol, e iba bien, lo que pasa es que no podía competir, por un reglamento que tienen. Y para estar en el banquillo, verlo sufrir y llorar... Lo saqué, y lo apuntamos a break dance. A partir de ahí, fue evolucionando, evolucionando... Y, luego, quería ir a gimnasia artística, así que lo metimos también, y le encanta», remarca. «A break dance va en la escuela Danza 10, y a gimnasia artística, en Terra Sport Academy», añade la madre de Miguel, quien subraya que, en ambos centros, la experiencia ha ido «súper bien». «Al principio, iban con algo de miedo, pero todo genial», incide.

Sobre cómo se imagina el futuro de su hijo, Alexia cuenta, entre risas, que Miguel «dice siempre que quiere ser enfermero, para pinchar», porque «está cansado de que lo pinchen a él». Ya en tono más serio, llama la atención sobre otra «reivindicación» que le gustaría poner sobre la mesa. «A mi hijo le están estudiando el TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad)» —«lo tiene diagnosticado por un médico privado», apunta—, y solo lo quieren medicar. No nos cubren las terapias, y yo quiero que mi hijo vaya al psicólogo, pero no cada seis meses, sino que lo vea como tiene que ser. Que haya un seguimiento real», resalta, antes de lanzar otra petición, esta ya dirigida al conjunto de la sociedad: «Que no se juzgue a las personas sin más, solo por lo que se ve, sin conocer qué hay detrás».

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