Adrián Felípez, un cocinero ‘con mucha miga’ que sintió un flechazo por la profesión

Al chef Adrián Felípez se le empezó a despertar el gusanillo en las comidas familiares que preparaban sus tías en una cocina bilbaína. Al finalizar sus estudios, decidió formarse en Santiago de Compostela y rápidamente vio que quería dedicarse siempre a eso. Ahora dirige dos negocios de éxito en la ciudad

El chef Adrián Felípez cocinando en los fogones de su restaurante Miga. |  Casteleiro/Roller Agencia

El chef Adrián Felípez cocinando en los fogones de su restaurante Miga. | Casteleiro/Roller Agencia

A Coruña

«Mi familia paterna es muy numerosa. Allí se juntaban mis tías a cocinar alrededor de una cocina bilbaína. Hacían callos, ensaladilla o carne asada. Era como una fiesta». Estos son los primeros recuerdos entre fogones de Adrián Felípez, un chef que se enamoró de la profesión entre aquellos momentos familiares.

Adrián Felípez creció desde los once años en Baldaio y estudió en Santiago. Allí empezó sus estudios de cocina y quedó enamorado para siempre de la profesión: «Fue como sentir un flechazo. Pensé que era lo que quería hacer cada día de mi vida», recuerda.

Tras su primer año de formación, se quedó en la capital gallega para trabajar: «Un chaval quiere estar todo el rato de carallada, si está feliz trabajando un verano, pues es algo que le importa», expone.

La segunda etapa clave en su carrera llegó cuando se fue a Cataluña a trabajar: «Empecé haciendo las prácticas en un parador de la Costa Brava. Allí tenía a manos muchos sitios en los que muchos queremos cocinar. Estuve de jefe de cocina de Bo.Tic [actualmente con dos Estrellas Michelin] y fui cocinero del Celler de Can Roca [tres estrellas Michelin y mejor restaurante del mundo en 2013 y 2015].

Tras estas experiencias, el cocinero decidió emprender su propio proyecto, Miga, aunque su sueño era abrir en su tierra natal: «Hace nueve años no había las ayudas que hay ahora para ese tipo de proyectos. Si lo abriera hoy en día, seguramente lo montaría en Baldaio, que era mi proyecto idílico», explica.

A Costa da Morte perdió un gran restaurante, que ganó A Coruña. Situado en la plaza de España, el establecimiento debe su nombre a aquellos recuerdos de infancia: «Algo que destacaría de mi cocina son los guisos. Yo me inspiro en lo que olía de niño en aquella cocina bilbaína. De los guisos me gusta mojar pan. Quería que mis clientes disfrutasen y rebañasen el plato».

Miga no es el único proyecto de Felípez. El chef, que también tiene una consultora para hostelería que fue de las primeras de Galicia, abrió hace casi un año Rosmón Burger: «Es una hamburguesería sencilla, con panes con color de pan, hamburguesas aptas para mandíbulas normales y los guantes solo se usan para limpiar», comenta con ironía en referencia a la modas alrededor de este famoso plato. El éxito de Rosmón dará paso a un nuevo local en la calle Pondal que abrirá en las próximas semanas.

El chef concluye mostrando su amor por la profesión: «La cocina es mi medio de vida, alimenta mi casa y alimenta mi alma. Es trabajar en algo tan placentero que al final no es trabajo».

Oído Cocina

¿Qué plato le evoca a su infancia?

Los espaguetis con mejillones.

¿Cuál de sus platos le representa más?

Los callos.

¿Cuál es su restaurante favorito de la ciudad?

Cafetería Abuín.

¿Cuál es el plato que más disfruta?

Cualquier arroz de Caco Agrasar en Salitre u Oceánico.

Un placer culpable.

La comida china.

Un plato que no le guste comer.

Las criadillas.

Un libro, película o programa sobre cocina.

Cualquier libro de Ricard Camarena.

Un lugar al que merece la pena viajar para comer.

Francia.

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