"Sigue siendo una profesión de ambiente machista, pero se puede romper"

Personas que llegan para saltarse los prejuicios de género que hay detrás de las profesiones. Soldadoras, carpinteras, conductoras de ambulancias e informáticas relatan su trabajo en profesiones masculinizadas y cómo derriban convencionalismos, al igual que floristas o matrones, rara avis en sus ámbitos

María Alonso en el taller de soldadura de Soldacero. |  IGermán Barreiros/ Roller Agencia

María Alonso en el taller de soldadura de Soldacero. | IGermán Barreiros/ Roller Agencia

A Coruña

Las mujeres no son las únicas que buscan derribar muros y romper con los estereotipos en las profesiones, como en la industria, la construcción o la conducción. Hay hombres que tampoco son amigos de los convencionalismos laborales, desde matrones a floristas. Los trabajos no sabe de géneros, aunque los números digan lo contrario.

Una de esas profesionales que quiere cambiar las estadísticas es María Alonso, que se está formando para ser soldadora en un curso impartido por la Xunta en Soldacero en A Coruña. Esta mujer, que antes se dedicaba a la hostelería, decidió dar un giro de 180 grados para poder seguir su sueño. «Siempre me llamó la atención la profesión y personalmente no tenía relación con nadie que la ejerciera, pero era una ilusión que tenía», cuenta.

En un curso de 15 personas y en el que solamente hay dos mujeres, Alonso comenta que no se ve intimidada en una profesión mayoritariamente masculina. «Al principio puede haber recelo, porque sigue siendo un ambiente machista, pero eso se puede romper», alega. La estudiante de soldadura apostilla que no hay ningún inconveniente para que una mujer pueda realizar las tareas de la profesión, pero que a veces tiene problemas para coger algún tipo de metal, por no tener fuerza suficiente. «Esto es algo personal. Tendré que fortalecer el músculo y ya», asegura Alonso.

Entre las ocupaciones que destacan por una mayor presencia masculina, se puede ver una brecha por encima del 90% en la albañilería, la mecánica de vehículos de motos y la eléctrica, la conducción de camiones, la carpintería, los bomberos, la soldadura, la carpintería metálica y la reparación de líneas eléctricas, según datos del Observatorio de Igualdad y Empleo, que señala que, entre las actividades económicas con mayor presencia de hombres, se halla la metalurgia, la reparación de maquinaria, la ingeniera civil, la construcción de edificios y la reparación e vehículos de motos, dónde hay una brecha de género que supera el 70%. Teniendo en cuenta datos de febrero del 2025 de la Fundación Laboral de la Construcción, las mujeres en este sector representan un 8,8% de las personas ocupadas en el sector en Galicia, con un aumento del 15,7% respecto del 2023, con 771 trabajadoras más. Sin embargo, más de la mitad tiene perfiles administrativos.

Paula Garrido no es una de las mujeres que está en una oficina en el sector. Se dedica a realizar prevención de gas y calefacción para una empresa privada coruñesa. Comenzó su carrera en la electrónica, como técnica en electrodomésticos, por cuenta propia, y cuando comenzó a trabajar en donde se encuentra actualmente le propusieron sacarse la certificación de instaladora de gas .

Garrido señala que siempre hay prejuicio en su profesión. «Tardé mucho más que otros en poder dedicarme a lo que quería, porque mi camino fue más largo. Cuando le abren la puerta a un técnico, nunca cuentan con que vaya a atenderlos una mujer. Después de tratar conmigo esa barrera desaparece, ya que si tu te sientes segura contigo no hay ningún motivo para que alguien te juzgue», cuenta.

Desde la Asociación de Empresarios Instaladores de Fontanería, Gas y afines de A Coruña (Agasca) comentan que buscan atraer el perfil femenino a ciertas profesiones como gasista, electricista, fontanería y especializaciones en calefacción y climatización, entre otras, por la falta de profesionales que hay en el sector. «Las mujeres ofrecen más confianza trabajando de cara al público en ciertas áreas como en el mantenimiento de locales o en el sector doméstico. Por eso trabajamos día a día para poder atraer ese perfil al sector», comentan desde Agasca su presidente, Miguel Castrillón.

Paula Garrido relata que le gustaría que hubiese más mujeres en su profesión. «Yo soy hija de un técnico y me dedique a lo mismo que mi padre, igual que muchos otros hombres que se dedicaron a lo mismo que sus padres. ¿Los técnicos no tienen hijas qué les guste la profesión que ven en sus casas?. Creo que la clave está ahí. Sí en tu casa te educan diferente, tu también te ves diferente. A mi me educaron para todo, con independencia de sí meo de pie o sentada», asegura Garrido.

Silvani Do Prado sigue la estela. Está estudiando para ser carpintera y electricista en Excelentia, un centro de Formación Profesional de la ciudad. El bichito de aprender estas profesiones apareció cuando un amigo suyo la introdujo en el mundo de la madera. «Él se dedicaba a la construcción de cocinas y fue algo que me encantó», dice.

La joven brasileña se había quedado con las ganas de aprender, por lo que decidió comenzar su formación, apoyada por su familia. «No tenía el valor porque pensé que eran profesiones solo para hombres», señala. Do Pardo se encuentra actualmente con un problema. Tiene toda la teoría terminada y no encuentra sitio que le permita realizar las prácticas profesionales para obtener su titulación. «Buscando las prácticas me di cuenta que sigue habiendo prejuicio hacía las mujeres que quieren ingresar a estas profesiones», explica Do Pardo.

Virginia Mato en la UDC. | Germán Barreiros/Roller Agencia

Virginia Mato en la UDC. | / Germán Barreiros/Roller Agencia

Otro ámbito que busca incorporar a un mayor número de mujeres es el científico-tecnológico, cuyas profesionales realizan habitualmente campañas en colegios e institutos para despertar vocaciones entre las niñas y que estas tengan referentes a la hora de elegir carrera. Virginia Mato es profesora en ingeniería informática de la Universidade da Coruña (UDC) y directora de la cátedra Aldaba Wib. La ingeniera, que decidió quedarse trabajando en el ámbito académico, nunca sintió discriminación ni prejuicio.

«En la universidad, el 30% del personal docente son mujeres», asegura la catedrática. La problemática que plantea Mato es que muy pocas mujeres eligen estudiar Ingeniería Informática porque «se desconoce de qué se trabaja en el área». La ingeniera comenta que los medios de comunicación y las series de televisión «son las encargadas de crear un prejuicio y condicionar la profesión».

Mato también explica que la llegada de las Inteligencias Artificiales van a ser un problema si los grupos de trabajo que las generan no tienen participación femenina. «Es importante nuestra participación porque sí no nos tienen en cuenta, las perjudicadas vamos a ser nosotras, porque no van a estar viendo nuestras necesidades», responde Mato.

Área sanitaria y comercio

En el sector sanitario, también hay trabajadores que no eligieron el camino evidente y que abrieron paso a las y los que vinieron detrás. Verónica Bonilla es conductora de ambulancia en el área sanitaria de A Coruña y Cee. Empezó en ese mundo en el año 2001, como camillera. «Era la única mujer en toda la base de Cee», explica. La conductora narra que, sin embargo, a lo largo de los años la falta de mujeres en su profesión dejó de ser un problema porque lograron integrarse a la perfección. «Hoy en día vemos bastante igualdad. Por ejemplo, en mi base ya somos más mujeres que hombres», apostilla Bonilla.

Verónica Bonilla con la ambulancia que conduce. | Cedida

Verónica Bonilla con la ambulancia que conduce. / Cedida

La conductora de ambulancia comenta que lo que más le gusta de su profesión es ayudar a la gente y que su rutina de trabajo es inesperada. «Todos los días son diferentes y emocionantes. Al llegar al sitio donde tenemos que trabajar nos tenemos que buscar la vida nosotros solos. Si hay un accidente de coche tenemos que ayudar a salir al paciente para que pueda llegar al hospital rápidamente. Tenemos que pensar y actuar lo más rápido posible», señala Bonilla.

Francisco Sanz es uno de los matrones del Centro de Salud de San José y del Chuac. Sanz comenta que decidió especializarse en esa profesión cuando terminó su carrera de grado en enfermaría, por ser muy especializada y concreta. «Cuando vi las competencias de las matronas me di cuenta de que era una profesión muy autónoma», recuerda el joven. En el área sanitaria de A Coruña y Cee, actualmente hay un total de dos matrones masculinos, según datos proporcionados por el Hospital Universitario de A Coruña (Chuac). El Colegio de Enfermería de A Coruña confirma que la cantidad de matrones masculinos colegiados a nivel provincial, es muy baja, con un total de seis.

El matrón Francisco Sanz en el Centro de Salud San José. | Carlos Pardellas

El matrón Francisco Sanz en el Centro de Salud San José. / Carlos Pardellas

Sanz señala que fue el único hombre en su clase cuando estaba realizando la especialidad, pero eso no fue un impedimento para terminar sus estudios. «Espero que, con el paso de los años, la profesión llegue a tener un porcentaje equitativo entre mujeres y hombres», señala Sanz. El joven matrón explica que si alguien quiere dedicarse a su profesión, debería intentarlo. «El género no es un condicionante para desarrollar una profesión. Son las actitudes y la vocación que tu tengas, lo que va a determinar si serás un buen o mal profesional», apostilla el joven. Francisco Sanz explica que no nota prejuicios a nivel profesional, por parte de sus compañeras, pero sí tuvo algún caso en el que algunas mujeres con otra cultura pidieron cambio de matrón hombre a mujer.

En el caso de los hombres, las profesiones en las que menos se los puede ver es en comercios y restauración, en ciertos espacios de la sanidad, en la agricultura, ganadería y pesca, según datos del 2024 del Instituto Nacional de Estadística (INE).

Fabián Facchin en el Mercado de Elviña. |  Iago López

Fabián Facchin en el Mercado de Elviña. | / Iago López

Detrás del mostrador y entre flores está Fabián Facchin es también llamado «el chico de las flores» por vecinos de A Coruña, Carballo, Betanzos y Arteixo. Dedicado a la profesión de florista desde que tiene memoria, sigue el camino de sus padres, que eran productores florales en Uruguay.

Hace veinte años que Facchin llegó a Galicia por una crisis económica en su país y se dedicó a lo que sabía. El camino no fue fácil. Montó un invernadero que quedó destruido por fuertes vientos y los vecinos desconfiaban del uruguayo que vendía flores y plantas, pero no se rindió. Decidió tomar la decisión de expandirse a los mercados locales y fue su moneda ganadora.

«Desde el 2006 que traigo variedades de flores a A Coruña, Carballo, Betanzos, Laxe, entre otras ciudades. Todos me conocen y en cada mercado tengo un público diferente», señala Facchin. El florista uruguayo comenta que no le importa lo que dice la gente respecto a sí realiza o no una profesión femenina «Voy a mi bola. Me pongo una visera y voy para adelante. Trato de que lo malo no me manche», explica el uruguayo.

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