La sumiller que embriaga a España
La coruñesa Marta Cortizas se hizo con el premio que la acredita como la mejor profesional en el mundo del vino a nivel nacional. Una casualidad la llevó de la Facultad de Bellas Artes al restaurante Casa Solla. Allí inició una fulgurante carrera profesional que la llevó a trabajar con el prestigioso Josep Roca

La sumiller Marta Cortizas. / Cedida por el Celler de Can Roca.
Marta Cortizas ponía copas en Pontevedra para sacarse un dinero mientras estudiaba Bellas Artes. En aquel momento soñaba con ser artista, pero no imaginaba que unos años después se acabaría convirtiendo en la mejor sumiller de España: «Fue un orgullo y me dio mucha felicidad. Sabía que podía conseguirlo, pero tampoco me lo imaginaba». Esta joven, natural de Culleredo, vio como su vida daba un giro de 180 grados en la ciudad del Lérez: «Un día, Gabriel Vázquez Búa, jefe de sala de Casa Solla, me vio poniendo copas y le dijo a mi chico que tenía talento y me ofreció ir a trabajar con ellos».
En Casa Solla, Marta Cortizas empezó a formarse como camarera desde abajo. Su pareja es Javier Alonso, actual cocinero del Celler de Can Roca y en aquel momento jefe de cocina de Eirado da Leña, único Estrella Michelin de Pontevedra ciudad. El chef vio un talento en ella: «Tienes una sensibilidad especial para detectar los sabores y los olores», le dijo. Aquella frase llevó a Marta a formarse en el Instituto Galego do Viño: «Fui la promoción de la pandemia y tuve la suerte de que por eso me formé durante dos años en vez de uno. Con el covid tuve más tiempo para leer y para estudiar».
Marta acabó aquellos estudios como la mejor de la promoción y tras un breve paso como sumiller por Casa Solla, decidió coger la maleta para irse a probar suerte a uno de los mejores restaurantes del mundo, el Celler de Can Roca, en Girona: «Podía hacer prácticas en cualquier sitio. El instituto y Pepe Solla me ayudaron a conseguirlas en el mejor lugar».
Y es que allí, Marta Cortizas tuvo la posibilidad de tener como maestro a Josep Roca, uno de los tres hermanos al frente del establecimiento, que fue nombrado en 2022 como mejor sumiller del mundo por The World’s 50 Best Restaurants. «De él saqué todas las lecciones y más. He viajado mucho con él, es una persona tan sencilla y normal, pero que sabe tanto sin tener ningún tipo de ego. Me ha enseñado a ser una sumiller, pienso en él y me emociono. Es el gran mentor, el profesor, él me ha ayudado a seguir preguntando y no dejar de formarme», dice la joven deshaciéndose en elogios hacia su mentor.
La sumiller tardó solo tres meses en pasar de estar en prácticas a ser contratada. Su adaptación en el Celler de Can Roca fue sencilla, ya que el lugar tenía similitudes con el restaurante que la vio nacer profesionalmente: «Para mí tiene mucha conexión con Casa Solla. Son dos restaurantes en los que prima el trato a los trabajadores». El restaurante es buen ejemplo de lo que está cambiando la hostelería en los últimos años, donde se prima la conciliación y se dejan a un lado aquellas infernales jornadas de trabajo: «Yo tengo unas condiciones increíbles. Trabajo ocho horas cinco días a la semana. Tengo vacaciones en Semana Santa, en verano o en Navidad», expone la coruñesa. El restaurante destaca por «una gran bodega y cocina», que está dirigida por «unos hermanos maravillosos».
«De Josep Roca saqué todas las lecciones y más. Cuando pienso en él, me emociono»
El papel de una sumiller es vital para hacer brillar el trabajo de cocina: «Un plato y un vino son maravillosos por separado, pero cuando se junta son todavía más maravillosos», explica Marta Cortizas. El maridaje, que es el proceso de unir una comida junto con la bebida que mejor casa con ella, permite «conectar y elevar los sabores para disfrutar de la experiencia completa».
Para poder ejercer esta profesión, la coruñesa considera que es necesario tener «sensibilidad y empatía» para poder cuidar al comensal. Aquí también es importante «saber escuchar y ser observador». A la hora de entender los sabores, la sumiller cree que hay «una parte sensorial a la que uno tiene predisposición de forma natural», pero al igual que un músculo, también es importante «entrenarla».
En su trabajo tiene la oportunidad de probar todo tipo de vinos, desde los más desconocidos a las grandes etiquetas del mundo. A la hora de disfrutar de uno en su tiempo libre, la sumiller lo tiene claro: «Me gustan los vinos que me recuerdan a la uva, a la viña, y que hablan de esa fruta fermentada, que son cercanos al origen y que ‘no tienen maquillaje’».
Marta Cortizas tiene el honor de conseguir en tan solo tres participaciones en concursos, ser la mejor sumiller de Cataluña y la mejor de España. El campeonato en el que se alzó con este prestigioso título se celebró en el Salón Gourmets de Madrid. «Tuvimos dos días de examen y los tres mejores nos clasificamos para la final. Fueron pruebas complicadas, que también disfruté muchísimo, pero para mí todos mis compañeros eran merecedores del título», dice con humildad.
El pasado mes de marzo, Marta Cortizas estuvo en Galicia, donde intervino para hablar de vino en uno de los paneles. Durante su visita a A Coruña aprovechó para disfrutar de la gastronomía local: «Estuvimos en Nado, que me gusta mucho. Cuando vengo a A Coruña también me gusta ir a 55 Pasos, disfrutar de la cocina de Balázs y los vinos recomendados por Nataly».
Durante su estancia en Galicia, Marta Cortizas también aprovecha para volver a ver a viejos amigos y disfrutar del buen vino y la comida: «Siempre aprovecho para ir a visitar a Gabriel y a Pepe a Casa Solla, que para mí son el gran binomio de la gastronomía gallega. También voy a Vigo a visitar a Juanjo Figueroa [socio de Lume de Carozo en la ciudad olívica], que fue uno de mis profesores en el Instituto del Vino. Cuando puedo también aprovecho para comerme un buen marisco en D’Berto en O Grove».
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