Vazva, 20 años de un sueño cumplido
«A nosotros, aunque vaya en contra del negocio, nos enorgullece que una camiseta pase por el hermano pequeño y el primo», resume Óscar Vales, que celebra los veinte primeros años de su sueño cumplido, la tienda de ropa Vazva. Lo hará con un festival, el sábado 3 de mayo

Óscar Vales, en la tienda del Orzán. / Iago López
A Óscar Vales sus padres le dieron la oportunidad de ir a California a estudiar y a trabajar cuando acabó la carrera de Dirección y Administración de Empresas, a los 21 años, así que, se fue pensando que estaría en Estados Unidos un par de años o tres, pero se volvió a los pocos meses, con la idea muy clara de montar Vazva que, si bien es una tienda, es también su sueño cumplido.
«El 5 de abril de 2005 abrimos en el Orzán, yo tenía 22 años y decidimos montar Vazva como lo que hoy sigue siendo, una empresa dedicada al surf, al skate, a la música y bajo el paraguas de la sostenibilidad, porque ya nacimos con esos ideales, con vender prendas fabricadas en Portugal, duraderas y de calidad», resume Vales que, aunque no niega que ha habido baches y que la marca estuvo en la cuerda floja, sigue resistiendo y luchando por los ideales que le hicieron volverse a toda prisa de su aventura americana.
Aunque vaya en contra del negocio, a Óscar Vales le gusta pensar que debe haber aún clientes de la tienda que sigan usando sudaderas y camisetas de esa primera época, en la que estaba todo por hacer. «Más que un tema de edad, es de actitud, de estar abierto a cuidar del planeta, a disfrutar, a ser rebelde y no quedarte con lo primero que te dicen y ahí seguimos», resume Vales, que celebrará estos primeros veinte años al frente de la tienda con la celebración de The Rest Fest, el sábado 3 de mayo, con entradas gratuitas, pero limitadas.

Óscar Vales en la inauguración de la tienda en 2005. / LOC
«Mi primer trabajo fue en Zara Woman en el centro, entré como de prueba porque querían tener un dependiente chico y no sé si fui el primero, trabajé también en escuelas de surf y tiendas, después me fui a California y me vine pitando», recuerda Vales, que tuvo la «mala suerte» de empezar en una época de mucha bonanza económica y de que los primeros años todo fuese de cara.
«Cualquier error se podía capear porque se vendía mucho y Vazva fue muy bien desde el minuto uno, crecimos muy rápido, empezamos a abrir tiendas y, en 2012, nos dimos un buen batacazo», relata Vales, que no echa la culpa solo a la crisis, sino que asume también que su inexperiencia jugó a la contra. Y es que, antes de haber cumplido su primera década, Vazva tenía dos tiendas en A Coruña, estaba en Vigo y Santiago y sus próximos pasos estaban en Madrid y Barcelona, sin embargo, en 2013 tocó «replegar», olvidarse de seguir creciendo, cerrar tiendas y asumir deudas.

Primer escaparate de Vazva. / LOC
En toda esta tempestad, la marca contó siempre con una tabla a la que subirse, que fue la tienda del Orzán, que ni en los tiempos más difíciles dejó de funcionar bien. En esta fase empezaron también a vender sus prendas en otras tiendas y mantuvieron la presencia en la calle Real. «Lo que soñábamos hace años, del típico modelo americano, en el que la tienda tiene su parte de sostenibilidad y cafetería, que es un punto de encuentro para la gente, también fue difícil, porque la abrimos a finales de 2019 y en marzo nos vino la pandemia, pero fuimos remontando y, aunque el año pasado también fue duro, ahora ya estamos reestructurando», comenta Vales, que asegura que, desde el primer día, «flipaba» con Vazva y que lo sigue haciendo.
«Aunque casi no hemos subido los precios en 20 años, porque una camiseta te puede valer 29 euros, hay chicos que no pueden comprársela y, ahora, nos funciona muy bien el córner de segunda mano y eso nos gusta porque nuestra ropa dura generaciones. Lo que queremos es que se la ponga el hermano, que se la regale al primo y que después ande con ella el hermano pequeño y que la camiseta dure quince o veinte años. Eso nos enorgullece y es nuestra ambición», sentencia Vales, que espera que los próximos veinte años no sean «tan montaña rusa» como los primeros.
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