Alauda Ruiz de Azúa en A Coruña: «Muchas mujeres maltratadas tienen miedo de que sus hijos repitan ese patrón»
La directora Alauda Ruiz de Azúa es una de las creadoras de ‘Querer’, ganadora del premio a mejor serie y mejor serie dramática en los premios Forqué y Feroz, respectivamente. Sus dos primeros episodios se proyectaron este martes en la Filmoteca de Galicia, en A Coruña

La directora Alauda Ruiz de Azúa, este martes en la Filmoteca. | Casteleiro/Roller Agencia
La pequeña y la gran pantalla se unieron este martes en la Filmoteca de Galicia. La entidad proyectó los dos primeros episodios de Querer, miniserie premiada en los premios Forqué y Feroz, y contó con una de sus creadoras, la directora Alauda Ruiz de Azúa. Esta obra cuenta en cuatro episodios la historia de Miren, una mujer que abandona el domicilio conyugal y denuncia a su marido por violación continuada. El equipo de la serie realizó una ardua labor de investigación y documentación para conocer casos reales de mujeres que habían sufrido este tipo de violencia sexual
La serie retrata un tipo de violencia sexual bastante desconocida, que es una violencia sexual en el matrimonio. ¿Cómo fue la labor de investigación sobre este asunto?
Hablamos con mujeres que habían sido víctimas de ese tipo de violencia, pero también hablamos con las abogadas que llevan ese tipo de casos, fuimos a ver juicios y hablamos con algún hijo también que había vivido esto en casa. Intentamos hablar con todas las personas que pueden de alguna manera haber estado en una situación parecida. La serie no está inspirada en ningún caso concreto, pero es verdad que con los patrones que vemos más comunes construimos el caso.
La serie arranca con una escena de máxima tensión en casa de la víctima. ¿Buscaban reflejar que el hogar puede llegar a ser una cárcel para estas mujeres?
La serie empieza con la denuncia, con lo cual nosotros tomamos una decisión que era creativamente arriesgada, mostrar como ella denunciaba y se marchaba de esa casa. Era interesante intentar sugerir que ese era un entorno donde se vivía con miedo. Se nos ocurrió esa idea de que, haciendo spoiler, él llegaba antes. Entonces, un acto tan cotidiano como preparar la comida de repente se podía convertir en ese clima de terror. Tú vives con un agresor, hay miedo a la agresión, pero también ese miedo se potencia porque eso está muy relacionado con cierta arbitrariedad. Una cosa que nos contaban es que tú no sabes cuándo eso va a pasar, cuándo va a haber esa explosión. Entonces eso ya genera tal clima de terror y de miedo diario, aunque no te estén agrediendo, que eso te va minando psicológicamente.
El espectador al ver la serie se siente como un miembro más de la familia, como un hijo más. ¿Qué buscaban con esa perspectiva?
Había una idea de partida que a mí me interesaba mucho, y yo sentía que estábamos en un punto en lo social en el que la mayoría de las personas entendemos que las mujeres son víctimas de violencia de género. Si esto pasa sabemos quiénes son los agresores y quiénes son las víctimas. Pero luego cuando esto pasaba en casos concretos, de repente era mucho más difícil de juzgar y empezaba todo ese cuestionamiento brutal hacia las mujeres que habían sido víctimas o que hablaban de algo que les había pasado.
Una cosa que también refleja la serie es que las actitudes de los padres pueden reproducirse en los hijos.
En la investigación, por ejemplo, había una cosa que salía mucho, que era el miedo que tenían las mujeres que habían sido víctimas de violencia a que sus hijos repitieran ese patrón. Era un miedo a veces fundado porque lo que tú aprendes emocionalmente en tu casa, en tu infancia, puede ser que sea un patrón que luego tú repitas. Y es difícil romper con ese ciclo. Al final la violencia tiene esa oscuridad que lo impregna todo, también a los hijos.
Hay un gran trabajo actoral de los cuatro miembros de la familia. ¿Cómo fue ese trabajo para conseguir esa naturalidad de los personajes?
Yo creo que la clave que marcó que el trabajo fuera más interesante, es que intentamos siempre no juzgar a los personajes. No es tan fácil de hacer, pero la manera de quitarnos el juicio, que al final es una manera de querer plantearlo desde un sitio más humano, era siempre encontrarles como motivaciones con las que, incluso para hacer cosas inapropiadas o cosas reprochables, resultaran legítimas. Por ejemplo, el comportamiento puede ser inapropiado, pero si el personaje sentía que lo hacía desde el amor, era como que había algo que se humanizaba. Y también se sentía más real porque forma parte de lo difícil de juzgar realmente estas violencias dentro de la familia. Tú puedes tener un padre, que igual ha sido un padre cariñoso, un padre protector, pero que sea un agresor. Y eso es lo que complica precisamente juzgar esto, porque si tu padre es un monstruo, es mucho más fácil juzgarlo que a alguien que tiene dos o tres caras dentro de la misma familia.
Dio el salto de la gran pantalla a la pequeña pantalla con esta serie. Siempre se debate si las series están a la altura del cine. ¿Pueden compararse actualmente?
Se pueden comparar. Lo que pasa es que esa pregunta tiene que ver también con qué es lo que entendemos por cinematográfico. A nivel de lenguaje, yo veo muchas series que me parecen experiencias cinematográficas. Otra cosa es que no tenga la experiencia de la sala, aunque a veces también ha habido series que se proyectan en salas, que también es lo que te da la sensación de experiencia cinematográfica. Yo sí tengo la sensación que las líneas cada vez están más difusas en términos de lenguaje. Si las cosas se vuelven más interesantes, más complejas, más cinematográficas, a mí a priori me parece interesante.
Movistar está siendo clave en la creación de series en España. Las plataformas son a veces criticadas, pero ¿cree que dan oportunidades que de otra forma no existirían?
Yo creo que la diversidad de plataformas y de apuestas es buena. Realmente creo que las plataformas han traído muchas cosas buenas, cada una con su línea editorial. Yo tengo la sensación de que las plataformas tienen un grandísimo potencial para poder arriesgar todavía un poco más o experimentar un poco más sin dejar de, evidentemente, hacer lo más mainstream. A veces, aunque haces cosas más nicho, más independientes o artísticamente más arriesgadas, hay hallazgos que luego también alimentan el mainstream.
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