Cecebre, lleno hasta cerca de su máximo histórico de ocupación en preparación para abastecer a A Coruña este verano

La lluvia y el nuevo sistema de reservas en primavera posibilitaron llegar al 96,8% de capacidad | Emalcsa indica que las sequías se han vuelto más frecuentes y la época de lluvias, más torrencial y corta, lo que obliga a planificar el estío

El embalse de Cecebre, cerca de su máximo histórico de ocupación

Iago López

A Coruña

«Antes teníamos una sequía cada cinco o siete años, ahora cada dos», resume el director general de Emalcsa, Jaime Castiñeira. El cambio climático está aumentando el riesgo de que falte agua a final de verano, y la compañía municipal, encargada del abastecimiento de A Coruña y comarca, está adoptando estrategias para prepararse para un estío seco, como aumentar la reserva en la primavera. Esto, junto con las lluvias de las últimas semanas, lleva a que el embalse de Cecebre, del que sale el agua para la ciudad y su entorno, esté al 96,8% de su capacidad, casi ocho puntos por encima de la media de esta época en los últimos 20 años. Desde 2006, cuando Augas de Galicia empezó a dar datos, el embalse solo había superado dos veces el porcentaje actual en una primera semana de mayo.

Emalcsa quiere prevenir una situación similar a la de 2023, cuando «tuvimos meses de abril y mayo muy secos». En la primera semana de mayo de ese año, el embalse estaba al 80%, la segunda cifra más baja de la serie de datos. La falta de lluvias siguió durante los meses de verano, tradicionalmente secos, y la Xunta declaró la alerta por sequía prolongada en agosto. El Concello puso medidas como disminuir el número de los baldeos que se realizan en las calles y el uso del agua empleada en la limpieza de los edificios municipales, además del riego de las zonas verdes y el llenado de las piscinas, y el 16 de octubre el nivel había bajado al 42%. La situación se salvó porque, poco después, empezaron las precipitaciones.

Tradicionalmente, entre noviembre y el 1 de abril se limitaba la ocupación de Cecebre en un máximo del 62,3%, y, si se rebasaba esta cifra, el embalse desaguaba para prevenir que una entrada brusca de agua, por ejemplo por lluvias violentas, provocase una crisis. Pero ahora el embalse está acumulando agua en periodos anteriores, y a finales de este mes de marzo estaba al 84%, cuando lo habitual son cifras entre el 60 y el 70%.

«Intentamos mantener el embalse lo más lleno posible, dentro de su seguridad, para un posible verano muy seco», explica Castiñeira, que indica que, si hay lluvias este fin de semana, probablemente haya que desembalsar parte del agua para que el pantano no rebase. En cuanto a la posibilidad de sequía en el verano, señala que a estas alturas «no se puede saber» cuánto lloverá durante el estío. Las previsiones meteorológicas que maneja la empresa municipal, señala, apuntan a que este año «va a ser caluroso, pero eso no significa seco».

Pero sí explica que la tendencia, que se está viendo «en toda España» es que los periodos sin precipitaciones se alarguen. El período húmedo del año, en el que se producen la mayoría de las lluvias, «es cada vez más puntual, y más acentuado», con precipitaciones torrenciales pero poco sostenidas en el tiempo, mientras que los meses sin lluvias cada vez son más. Además de 2023, recuerda Castiñeira, en A Coruña ha habido últimamente varios años con sequías, como la de 2017.

La alternancia de pluviosidad torrencial y largos periodos de aridez son un problema «cuando hablas de almacenar agua y distribuirla», explica el director general de Emalcsa. No solo por la posibilidad de sequía, sino porque unas lluvias puntuales, si bien después de un tiempo largo sin precipitaciones, retrasan el llenado del embalse. «Si a un terreno seco le echas agua la absorbe inmediatamente», recuerda el director general de Emalcsa, mientras que si está húmedo, la lluvia corre hacia los ríos. Así, después de un periodo largo de escasez de precipitaciones que agoste el suelo «no nos sirve que de repente llueva», porque esa agua puede tardar «quince o veinte días» en acumularse en Cecebre y ser aprovechable para la población. En cambio, «si llueve hoy, llega de manera casi inmediata».

La clave, «no desaprovechar»

Ante un clima que cada vez pone más difícil asegurar el abastecimiento de agua, Emalcsa está centrándose en mejorar la red para evitar fugas, con inversiones desde hace «diez o doce años», explica Castiñeira. Eso ha permitido que en A Coruña haya un porcentaje de pérdidas «muy, muy bajo». La Xunta, señala el director general de Emalcsa, recomienda que no se pase del 20%, mientras que en A Coruña «estamos hablando de un 4 o 5%».

La serie de datos de porcentaje de pérdidas en la red de abastecimiento del Observatorio Urbano del Ayuntamiento ofrece datos entre 1997 y 2023, y nunca se llegó al 20%; el último año la cifra quedó en el 13,1%, mientras que en decenas de municipios gallegas se sobrepasa el 40%. «Ante la escasez, no puedes desperdiciar agua», insiste el máximo responsable de Emalcsa.

Y, en caso de «emergencia», Castiñeira señala que se podría bombear agua desde el embalse de Meirama o As Encrobas, una posibilidad que se estudió otros años pero que no llegó a realizarse. La Xunta y el Concello firmaron un primer acuerdo de trasvase entre Meirama y Cecebre en agosto de 2012 y el Gobierno gallego construyó parte de una conexión física, pero reclamó al Ayuntamiento que lo completase y este nunca lo hizo. En caso de necesidad, podría bombearse agua, una solución que, según explicó en 2023 Augas de Galicia, sería «temporal» y «desmontable».

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