Entrevista | Avelino Piedad Actor de 'El Gé', obra sobre el 'chemsex', hoy en el teatro Colón a las 20.30 horas

«Hay que hablar del ‘chemsex’ desde la empatía, no desde el estigma»

El festival Corufest llega hoy a su colofón con un encuentro sobre la realidad del ‘chemsex’ (sexo en grupo con consumo de sustancias) en el Galgo Azul a las 13.00 horas. A las 20.30, se representará la obra ‘El Gé’ en el teatro Colón, que aborda también el fenómeno

Avelino Piedad

Avelino Piedad

A Coruña

El chemsex no es nuevo, pero la alarma sobre las consecuencias de estas prácticas en el colectivo LGBTI emergió hace relativamente poco. ¿Hay temor a alimentar la homofobia si se habla de ello?

Si, al final el estigma impide que se hable de algo y que se mueva la información, y eso casi siempre se ha demostrado históricamente que es contraproducente. Con el VIH o la heroína nos pasa igual, no solo con el colectivo, sino a todos los niveles. El uso de droga en general está muy estigmatizado, se hace muy complejo llegar a la información útil o a los recursos útiles en caso de que haya un problema. Y normalmente se tarda tanto que a veces es demasiado tarde. Con esto pasa lo mismo. La alarma salta porque se empieza a ver que hay personas que acaban llegando a problemas serios, o muchos que acaban muriendo. Y al final, como siempre, se empieza moviendo en el propio colectivo, porque estamos muy acostumbrados a cuidarnos entre nosotros, ya que no solemos esperar a que el sistema lo haga. Yo creo que esta obra de teatro es un poco una llamada de atención para hablar del tema, para romper el estigma y para pedir ayuda.

¿Cuál es el enfoque que se debe adoptar para hablar de esto, sin caer en persecución o señalamiento?

Nosotros lo hacemos desde el arte y la cultura. Personalmente, creo que hay que tratarlo y hablar de esto desde acompañamiento, la empatía y la cercanía, y no desde el estigma y el juicio. Esa sería una pregunta para un técnico o un profesional que trabaje con ello, pero nosotros, artísticamente, también lo intentamos. La obra trata de ser el arranque de la pregunta, no la respuesta, y no te va a decir ni bien, ni mal, ni si sí, ni no. El Gé te muestra toda una realidad, trata de llegar a lo más profundo de lo que está pasando y de las causas posibles, y a partir de ahí empezamos el debate. Siempre aprovechamos para hacer un coloquio después.

La obra genera un espacio inmersivo en torno al espectador, casi invitándolo a formar parte de la acción que tiene lugar en la habitación en la que se desarrolla el chill [reunión sexual multitudinaria en la que intervienen drogas] ¿Qué reacción se busca en el público?

Principalmente nos interesa que el espectador se acerque a esta realidad sin tener que haber ido, que se impregne un poco de toda la sensación también para que entiendan los síes. El por qué no hacer esto parece que estaría muy claro, todos los riesgos y los posibles problemas que te pueden derivar; desde los puntuales porque te da una sobredosis en un momento concreto hasta a largo plazo porque generas una adicción o algún problema social. Pero nos interesa también que te impregnes de los síes para que entiendas por qué la gente hace esto, qué se está buscando, y que tu corazón participe un poco de lo que sucede ahí, para que acabes viendo a una persona como tú, no a alguien que está haciendo algo muy loco, muy alejado, que no entiendes, sino que entiendas qué camino ha ido siguiendo su corazón hasta llegar ahí.

¿Cómo muestra la obra esa realidad más psicológica o emocional del chemsex?

Es un recorrido donde intentamos comprimir en un poco más de una hora las distintas fases por las que suele pasar un chill, o los distintos momentos que se pueden vivir, las conversaciones que se dan. Luego, el viaje va yendo cada vez más en profundidad a lo que le pasa a este personaje en concreto. Hay que decir que este personaje tiene un problema con esto, que no todo el mundo lo tiene: nosotros siempre contamos lo que está peor para poder hablar de algo. Al final, se profundiza en lo que emocionalmente a esta persona le pasa y por qué acaba ahí y buscando qué.

En los coloquios posteriores a la obra, ¿cuáles suelen ser las inquietudes o reflexiones del público?

Al principio era una obra muy enfocada al colectivo, para contar entre nosotros lo que nos pasaba, pero conforme ha ido pasando el tiempo el público se ha ido diversificando muchísimo. Ahora vienen muchas personas que están cada vez más lejos de esta realidad, y también psicólogos y gente del mundo sanitario y de los centros de adicciones que quieren enterarse un poco de cómo va el tema. Las reacciones han ido cambiando, pero suelen ser de revelación, de acercamiento al fenómeno desde un lugar que no están acostumbrados, desde la empatía. Al final, se acaba hablando de las cuestiones profundas, lo morboso pasa a un segundo término. Más que del sexo y las drogas, se acaba hablando muy en profundidad de qué nos pasa como colectivo, y conectando el tema con toda la sociedad y el momento histórico que estamos viviendo, cómo consumimos, cómo nos vinculamos entre nosotros, o cómo las redes modifican la forma en que tenemos de vincularnos entre nosotros. También sobre las trabas que tenemos para llegar al sexo o al placer de una forma tranquila y consciente, el sentimiento profundo de soledad que sentimos.

Tracking Pixel Contents