Myriam Goluboff: “Fui pionera en temas de accesibilidad, pero aún quedan muchas cosas pendientes”
A sus 90 años, recibe un premio por una trayectoria marcada por su profunda sensibilidad social y ambiental

Myriam Goluboff
A sus 90 años, la arquitecta Myriam Goluboff recuerda a la perfección cuando abandonó su Argentina natal para instalarse en A Coruña con su marido, Mario Soto, a mediados de los años 70. «Nos enamoramos cuando vimos el primer día las galerías de la Marina. No tuvimos dudas y aquí nos quedamos», confiesa. Casi cinco décadas después, sigue aquí, ya sin su marido, fallecido en 1982, pero todavía amando la arquitectura y siendo consciente de que ha dejado huella en temas de accesibilidad y sostenibilidad. Acaba de recibir el Premios a la Excelencia y Compromiso Profesional 2025 de la Unión Profesional de Galicia (UPG) por una trayectoria marcada por su profunda sensibilidad social y ambiental. La candidatura fue propuesta por el Colexio de Arquitectos de Galicia.
«Sí, fui pionera en temas de ecología y accesibilidad, pero aún quedan muchas cosas pendientes. La sociedad es compleja y hay muchos elementos perturbadores», reconoce la homenajeada, que lleva 35 años vinculada a la Universidade da Coruña (UDC).
Con su marido compartió docencia en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de A Coruña (ETSAC) y el proyecto y dirección de la obra del Centro de Educación Especial Aspace en el municipio de Sada, un edificio de bajo coste que utilizó elementos estructurales industriales para crear espacios funcionales y accesibles. También proyectaron conjuntamente las áreas de servicio de la autopista AP-9.
Cuando Soto falleció, le tocó continuar con el camino que habían marcado. «Soy de 1935 y mi mayor actividad docente y de investigación, de proyectos y exposiciones que organice fue a partir del 89, que yo ya tenía más de 50 años», cuenta, y todavía recuerda cuando un modelo que ideó con madera para piscinas descubiertas fue seleccionado en 1995 por la Diputación de A Coruña. «Fui bastante precursora en muchas cosas», afirma. En 2005 también llevó a cabo la rehabilitación ambiental de las Aulas de Estudio de la UDC, en la que se resolvió el problema de la entrada de sol y el exceso de calor —que provocaba protestas del alumnado— con un coste mínimo y sin necesidad de instalar aire acondicionado.
Para Myriam Goluboff, no obstante, hay un trabajo que marcó su carrera: «participé en el decreto y la ley de accesibilidad». «Estuve muy implicada», manifiesta.
Indica que, aunque está jubilada, todavía le gusta ir por la ETSAC y estar en contacto con el mundo del arquitectura, sus compañeros y el alumnado. «Estoy retirada de la labor cotidiana, pero voy a la escuela y asisto a conferencias», detalla, y asegura que intenta seguir la actualidad de A Coruña y su transformación arquitectónica. «Lo que me gustaría para el puerto es mucho verde y poco edificio», concluye la arquitecta, para quien es «muy gratificante» recibir este premio.
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