Eduardo Fonseca, dermatólogo de A Coruña: «Las quemaduras en la infancia son el principal factor de riesgo del melanoma»
«Estamos hablando, a lo mejor, de una prevención que es a 60 o 70 años vista, de ahí la dificultad, a veces, para concienciar a los grupos poblacionales», advierte el especialista coruñés, quien aprovecha el Día mundial contra el melanoma para poner el foco «en la prevención del cáncer de piel, en general»

El doctor Eduardo Fonseca, dermatólogo, en su consulta de A Coruña. / Víctor Echave
A menos de un mes del comienzo del verano, y coincidiendo con el Día mundial contra el melanoma, que se conmemora hoy, 23 de mayo, el dermatólogo Eduardo Fonseca —quien hasta su jubilación del Servizo Galego de Saúde (Sergas), en diciembre del pasado año, estuvo al frente del Servicio de Dermatología del área sanitaria de A Coruña y Cee—, ofrece recomendaciones para evitar quemaduras solares durante las prolongadas jornadas al aire libre que están por venir, así como sus consecuencias a largo plazo.
Partiendo de la base de que «los consejos no pueden ser nunca iguales para todos», el doctor Fonseca resalta que los ciudadanos «con una piel especialmente sensible, muy clara, que toman medicaciones fotosensibilizantes o que ya han sufrido episodios de quemaduras solares», deben «tener una precaución especial». Reconoce que la incidencia del melanoma es más elevada «de lo que cabría esperar» en el territorio coruñés, «probablemente», debido «al envejecimiento de la población, su tipo de piel» y «las costumbres», y advierte: «El factor de riesgo más importante es haber sufrido quemaduras en la infancia y la adolescencia».
«En líneas generales, a nivel global, parece que sigue habiendo un incremento de incidencia del melanoma, no obstante, muchos estudios están diciendo ya que la mortalidad se ha estancado, o está disminuyendo. Probablemente, esto sea debido al mejor conocimiento del tema, y al diagnóstico más precoz», indica el doctor Fonseca, antes de recordar que, en 2019, su grupo del Instituto de Investigación Biomédica de A Coruña (Inibic) publicó «un trabajo, que quedó un poco opacado por la pandemia de COVID», que evidenciaba «que el aumento, muy grande», de los casos de melanoma se daba «en la población anciana».

Dos niños de corta edad, sentados en la arena, en una playa. / Ricardo Grobas
«Como la población de edades avanzadas es cada vez mayor, la incidencia global del melanoma va aumentando, puesto que esa población antes no existía, ya que no había la esperanza de vida que tenemos hoy», apunta el dermatólogo coruñés, quien hace hincapié en que, pese al incremento de la incidencia global, la mortalidad por melanoma, «como hay un diagnóstico precoz mucho mayor», se ha ido, «quizás, atenuando un poco».
«Al menos, eso parece, aunque es difícil, porque las estadísticas son de poblaciones muy dispares, con sistemas sanitarios muy diferentes, con hábitos muy distintos... Si no es una estadística aplicada a un campo concreto, en un periodo determinado, es complicado establecer ideas generales», reitera.
«Los usos de fotoprotección, por ejemplo; la utilización de cabinas de bronceado, todo esto... Además, hay unas variantes, dentro del mundo... El tipo de piel, por ejemplo, porque no tiene nada que ver una población de piel negra, o asiática, con la población española, de Inglaterra o de los países bálticos... Son situaciones diferentes...», prosigue el doctor Fonseca, antes de que aclarar que el descenso de la mortalidad «se ve, sobre todo, en zonas donde la población es un poco más uniforme». «En nuestro entorno», el especialista coruñés insiste en que «el factor de riesgo más importante» para desarrollar melanoma «es haber sufrido quemaduras en la infancia y la adolescencia».
Prevención
«Estamos hablando, a lo mejor, de una prevención que es a 60 o 70 años vista. De ahí, la dificultad, a veces, para concienciar a los grupos poblacionales», admite el especialista coruñés, quien considera que, «a día de hoy, en general, los padres están muy concienciados» con la fotoprotección de sus hijos, y «suelen tomas medidas».
«El grupo poblacional más problemático son los adolescentes. Normalmente, pasan de las medidas de protección de sus padres, a optar por la vía libre, y priman el hecho de estar morenos, ser ‘guays’, no ponerse la crema fotoprotectora delante de los congéneres, etc. Este grupo continúa sufriendo quemaduras solares importantes, y ya hay un factor de riesgo que se manifestará, probablemente, dentro de 20, 30, 40, 50 o 60 años»
«Aún así, se ven auténticas barbaridades, todavía, de personas o niños totalmente achicharrados, despellejándose... Por suerte, son casos cada vez más excepcionales y, por lo general, los padres tienen unos hábitos de fotoprotección muy adecuados», sostiene el doctor Fonseca, antes de advertir de que el grupo poblacional «más problemático» son «los adolescentes».
«Normalmente, pasan de las medidas de protección de sus padres, a optar por la vía libre, y priman el hecho de estar morenos, ser ‘guays’, no ponerse la crema fotoprotectora delante de los congéneres, etc. Este grupo continúa sufriendo quemaduras solares importantes, y ya hay un factor de riesgo que se manifestará, probablemente, dentro de 20, 30, 40, 50 o 60 años», anticipa.
«Por eso, es muy difícil concienciar a la gente», continúa, el especialista coruñés, su reflexión. «Tiene que ser una conciencia global de la sociedad como, por ejemplo, la que se ha acabado imponiendo en Australia, o en otros países que tenían un problema enorme», expone, antes de llamar la atención sobre las «señales de alerta» que nos han de llevar a consultar con «el médico de familia o el dermatólogo».
«En principio, ante una lesión pigmentada nueva que tenga alguna característica de atipia, o de irregularidad, o que crece y antes no estaba, ya debería consultarse con un médico para que lo valore. Es importante, también, decir que las características de las lesiones que son síntomas de alarma solo son aplicables a las lesiones melanocíticas. Hay otras lesiones en las que no tiene nada que ver el hecho de que crezcan o no. En una queratosis seborreica, por ejemplo, eso no tiene ninguna malignidad», matiza el doctor Fonseca.
Señales de alarma
«Estamos hablando de lesiones melánicas, y que pueden ser malignas. Y, en este caso, las señales a tener en cuenta son el tamaño (a partir de los 6 milímetros, sobre todo, es un dato ya de alarma); que tengan varios tonos de pigmentación, o que esta sea irregular; que sean asimétricas; que los bordes sean irregulares también; y que se hayan modificado de alguna manera. Estas son las características que nos deben llamar más la atención», destaca el especialista coruñés, quien señala que, en el caso del melanoma, al igual que sucede con toda la patología oncológica, «cuanto antes se detecte, mayores son las probabilidades de curación».
«En principio, la base del tratamiento, la ideal, es el diagnóstico temprano y la extirpación quirúrgica de la lesión. Luego, a partir de ahí, pues ya depende... Si la lesión ha sido diagnosticada precozmente, y extirpada de forma satisfactoria, lo que se hace, normalmente, es un seguimiento. Cuando se trata de una lesión que ya estaba avanzada, y que tiene determinadas características, para estadificarla (que no para un tratamiento), puede estar justificado el hacer un estudio del ganglio centinela. Esto puede servir para orientar si se ponen ya tratamientos de tipo oncológico sobreañadidos: adyuvantes, de un carácter, digamos, más o menos preventivo, o ya terapéuticos», explica.
Otros tipos de cáncer de piel
«Si las lesiones son muy tempranas, las posibilidades de curación son, prácticamente, del cien por cien. Si están avanzadas, probablemente, el pronóstico va a ser malo», reconoce el doctor Fonseca, antes de aprovechar la conmemoración, hoy, del Día mundial contra el melanoma, para visibilizar «el cáncer de piel, globalmente», puesto que «hay otros tipos».
«Por ejemplo, el carcinoma basocelular, que es el tumor maligno más frecuente en la especie humana, pero que casi nunca da metástasis. Por tanto, es un problema local, y abordable, durante muchísimo tiempo», apunta. «Luego, tenemos el carcinoma epidermoide, el más directamente relacionado con la exposición solar acumulada. Es un tipo de tumor que se está incrementando, en muchas partes del mundo, por el aumento de la exposición solar recreativa, y porque, en este caso, no vale simplemente con evitar la quemadura. Se acumula exposición, aunque no te quemes», avisa el especialista coruñés, quien apunta que «esto, antes, era un problema de agricultores y marinos, y poco más». «Ahora, puede ser también, quizás, un problema universal», estima.
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