El instituto de A Coruña que formó a Oliver Laxe
Exprofesores del instituto de Monelos recuerdan el paso del cineasta por el centro, donde estudió BUP y al que ha vuelto a dar charlas por el cariño que guarda a esa etapa

Desde la izquierda, Luis V. de Sancho, María Luisa Gómez, Xavier Rivas y María José Maneiro, en un aula del instituto. | | CARLOS PARDELLAS
«Recuerdo verlo una vez hablándole a los alumnos en el salón de actos. Él decía que allí había visto una proyección de la película Amanecer, de Murnau, y que aquello había sido una experiencia decisiva que lo había marcado mucho», dice sobre Oliver Laxe, el director del instituto de Monelos, Antón Orosa.
El cineasta, que acaba de triunfar en el Festival de Cannes con su última película, Sirat, con la que ganó el Premio del Jurado, estudió el antiguo BUP en este centro coruñés, al que ha regresado en alguna ocasión para dar charlas, pero siempre alejado de «actos institucionales», apunta el director. Oliver Laxe guarda gran cariño al instituto y a sus profesores, que influyeron en la gran figura artística que es hoy en día.
Aquella proyección fue una idea Luis Vázquez de Sancho, antiguo profesor de Imagen. En esta asignatura, que era optativa, los alumnos estudiaban el lenguaje cinematográfico, por el que Oliver Laxe tenía ya en su adolescencia un gran interés. «Entonces ya tenía ideas francamente buenas», recuerda el docente. Este define al director de cine como «lo mejor de la clase y del instituto, no solo en mi asignatura, sino en todo».
Los elogios hacia Laxe no se quedan solo en su brillantez académica, ya que Vázquez de Sancho lo recuerda también como «un buen chaval». De su personalidad destaca que «no era muy hablador, pero sí que era curioso». Esa curiosidad le hacía querer interesarse por todos los aspectos del cine: «Quería saber sobre dirección, guion, lenguaje... sobre todo tipo de cosas del cine», apunta.
Su interés no era solo por el cine, sino por todo el mundo del arte, recuerda su profesora María José Maneiro, docente de Historia del Arte, otra asignatura optativa. «Era brillante, le gustaba mucho y le interesaba lo que le contabas», apunta. La docente lo define como «un compañero maravilloso con amigos que sigue conservando».
En el instituto se rodaron varios cortos en los que Oliver Laxe colaboró con otros alumnos en su realización, dando sus primeros pasos en el mundo del cine. El director se había criado en Francia y tenía un gran dominio del francés, lo que le permitió tener un papel clave en estas iniciativas: «Él dobló al francés unos documentales que grabamos en una actividad que hicimos con Francia», dice el exdocente de Imagen.
Vázquez de Sancho es un gran entendido en cine y alaba la obra del director hasta la fecha, de la que destaca el trabajo en O que arde: «Es una película muy bien construida y con una gran mensaje. Para mí, tiene un dominio de la imagen estupendo», dice con orgullo del que fue su alumno.
O que arde es una película que refleja ese amor por el rural gallego y la naturaleza que el cineasta, con orígenes en Os Ancares lucenses, tiene. Una de las personas que más le influyó en este aspecto fue Xavier Rivas, exprofesor de Educación Física: «El chico era participativo en las actividades de aula, donde hacíamos voleibol, baloncesto o bádminton, pero lo que realmente le apasionaba eran las actividades medioambientales».
Rivas, que es natural de Chantada, organizaba excursiones a zonas como Os Ancares y O Courel, donde a veces realizaban acampadas. Esta actividad, voluntaria, apasionaba al futuro director de cine: «Su familia es oriunda de Navia de Suarna [donde este domingo realizó el preestreno mundial de su última película]. Ya se veía su amor por el mundo rural antiguo y su defensa del medio ambiente, de hecho él ha reconstruido una casa de sus abuelos», expone.
Aquellas actividades marcaron al cineasta, que en alguna de esas charlas con alumnos ha señalado que eran uno de sus mejores recuerdos de su paso por el centro de Monelos. Tan importantes fueron para él, que hoy en día sigue manteniendo una buena relación con Rivas, con el que sigue hablando alguna vez por teléfono y al que invitó al estreno de O que arde: «Estuve en Navia de Suarna para la película y me mostró su alegría de verme». El antiguo profesor, que ha seguido toda su filmografía con orgullo, dice que tiene «muchas ganas» de ver Sirat, su última obra.
Aunque la naturaleza y el arte fueron sus grandes pasiones, Oliver Laxe se esforzaba en todas las asignaturas: «Yo le daba Matemáticas y le costaba un poco. Recuerdo que vino a mi mesa y me dijo: ‘Profe, es que la programación con Francia no coincide. Yo estudio mucho y no me luce’», recuerda con una sonrisa María Luisa Gómez, que también fue directora del centro. Aquello no fue un impedimento para él, ya que «era un chico luchador, que decía las cosas, pero con educación, y al final sacó muy buena nota».
Aquella crianza en Francia no impidió que el cineasta conociera la lengua de la tierra de sus padres: «No recuerdo que tuviera ningún problema», dice Mercedes Queixas, hoy diputada del BNG y por entonces profesora de Lingua e Literatura Galega. «Cuando lo escucho hablar ahora, me lleva a aquellos años en los que veía a un chico de apariencia tímida, pero que le gustaba escuchar y tenía un gran mundo interior».
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