Entrevista | Francisco Caamaño Catedrático de Derecho Constitucional y ex ministro de Justicia
«Con un modelo federal tendríamos mayor diversidad en los autogobiernos»
El catedrático de Derecho Constitucional y ex ministro de Justicia Francisco Caamaño presenta el libro ‘O autogoberno de Galicia. Fundamentos e institucións’, que firma junto a Daniel Jove. El acto, organizado por el Ateneo Republican de Galicia, se celebrará hoy en la Casa Museo Casares Quiroga a las 20.00 horas

Francisco Caamaño, doctor en Derecho y exministro de Justicia, / LOC
El Estatuto de Autonomía de Galicia ha cumplido 45 años sin reformas. ¿Qué tal ha envejecido?
Es el más longevo junto al del País Vasco, que sí se ha intentado reformar. El de Galicia, desde Touriño, no ha tenido ningún movimiento al respecto. ¿Que cómo ha envejecido? Pues los otros se han actualizado, y el nuestro no lo ha hecho en muchas cosas en las que podríamos haber mejorado. Dentro de eso, la comunidad autónoma ha ido asentando su autogobierno de manera sustancialmente similar a las de otras comunidades. El gran reto de futuro es determinar si vamos a seguir manteniendo esta singularidad, porque solo hay Estado autonómico de España, o, por el contrario, vamos a tender progresivamente a crear, como en otros modelos de Estados descentralizados, un sistema de tipo federal. La gran cuestión aquí, más que jurídica, es política. La gente cree que federar es desunir, cuando federar significa unir. Es decir, las federaciones se unen para crear un Estado único y fuerte. Sin embargo, desde la época de la Primera República y el fracaso de la Constitución Federal, en España tenemos la idea de que un modelo federal es un modelo que desune al país, y sería absolutamente todo lo contrario: un modelo donde la coordinación, los elementos de cooperación y la defensa de la unidad serían más robustas que en el Estado autonómico.
Suele existir confusión entre autonomismo y federalismo. Más allá de las relaciones entre comunidades y Estado, o de la relación entre ellas mismas, ¿cómo afectaría este modelo a la soberanía o capacidad de autogobierno de cada territorio?
Primero, con un modelo federal tendríamos una mayor diversidad en los autogobiernos. Actualmente, tal y como hemos desarrollado el título VIII de la Constitución, la capacidad de ser distinto de una comunidad autónoma es muy limitada. Se adquiere un autogobierno, pero es un autogobierno muy uniforme. Salvo en cuestiones de lengua y de cultura, el resto es muy similar, lo que nos distancia mucho de los Estados de tipo federal, que son más diversos. En segundo lugar, los modelos federales son internamente más competitivos: como son distintos, experimentan cosas distintas en cada lugar. Sin embargo, aquí no tenemos esa capacidad de innovar a través de la experimentación y de ver lo que hacen los de al lado, y copiarlo si es mejor. Políticamente, y es lo más importante, donde hay Estados federales y se establece una cultura federal, los nacionalismos de todo tipo desaparecen, tanto los de Estado como los periféricos. La federación crea un discurso superior al de los nacionalismos, y eso une mucho a la población.
Plantear esto tiene un componente ideológico, especialmente ahora, que una parte de la sociedad cuestiona los traspasos de competencias y la descentralización del Estado.
Sí. A diferencia también de los Estados federales, el Estado autonómico tiene una característica que da una sensación de vértigo a la opinión pública, y me explico: la filosofía de un Estado federal no es que sea así, pero el punto de partida es que lo diverso se encuentre en uno. Sin embargo, el Estado autonómico es partir de la unidad a la universidad. El proceso es el inverso. En la medida en que partimos de la idea de que el Estado es uno, pero hay que crear ámbitos de autogobierno en su interior, si ese proceso avanza nos da la sensación de que estamos rompiendo la unidad. Y eso nos preocupa, pero la mentalidad de la cultura federal es justamente al revés. El proceso es que éramos diversos, pero cada día nos hacemos más sólidos y más unidos. Por eso, los procesos de transferencia y de traspaso de competencias producen efectos distintos en uno y en otro lado, y aquí da más vértigo político que en los países típicamente federales, donde se vive con naturalidad.
Parte de la contestación social en contra de la descentralización sostiene que conduce a una excesiva burocratización, al haber cuatro estamentos encima del ciudadano. ¿Esto es así?
Nosotros vivimos en un sistema de gobierno multinivel donde tenemos un primer nivel, el municipal, que es el más directo al ciudadano; después, el autonómico, después, los órganos generales del Estado y después el europeo, porque no nos olvidemos de que formamos parte de una organización muy singular a la que hemos cedido muchas competencias. No tenemos moneda, no tenemos política pesquera, no tenemos política agraria. Todo esto lo hemos cedido a la Unión. Y es curioso, porque en España estamos dispuestos a ceder a la Unión casi todo, pero racaneamos mucho si se lo cedemos a una comunidad autónoma.
Al Gobierno gallego se le acusa de haber perdiendo peso político e incluso presencia en la vida de los ciudadanos desde el gobierno de Fraga. ¿Esto es así?
Sí, pero es un proceso que no es solamente gallego, salvo en algún caso excepcional, como Cataluña debido al procés. En muchas comunidades, la visión política, el compromiso con el ciudadano, no solo como administración sino como utilidad, ha ido perdiendo peso. La comunidad autónoma queda realmente como una entidad que gestiona servicios, como el Sergas, la educación o algunas carreteras, pero no como un gobierno que defiende unos intereses, sino como una pura administración. Eso se ha notado en general en España, y hoy la importancia que tenía un presidente autonómico como era Arzalluz , Pujol o Fraga, no tiene equivalente en los presidentes autonómicos de hoy, porque el peso político, la entidad política de las comunidades autónomas, probablemente también después del procés, ha perdido algo de potencia.
¿La recuperaría con un modelo federal?
Yo creo que, en todo caso, lo importante es que el ciudadano sea consciente de la necesidad que tiene de su propio gobierno y de lo útil que es. Que no es lo mismo planificar la administración de agua en Galicia que hacerlo en Andalucía o en Valencia. ¿Por qué vamos a tener una política de regadíos o de contención de agua para toda España si nosotros somos distintos? Es importante que nos alejemos un poco de la idea de que todos somos iguales; tenemos que serlo ante la ley, ante derechos, pero la gestión de las cosas es distinta. La población gallega es una población envejecida. Tenemos problemas que no tiene una comunidad autónoma como la de Madrid, y esos problemas necesitan que se gestionen de manera distinta en el territorio. Y para eso es bueno el autogobierno.
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