Padre Rubinos tiene lista de espera para dormir, casi a diario se quedan usuarios fuera
La institución ha detectado un incremento de la demanda desde enero | «Antes, si no entrabas un día, entrabas seguro, al siguiente, ahora es frecuente que se queden cuatro o cinco personas sin poder acceder al centro»

Instalaciones de Padre Rubinos en la ronda de Outeiro. | Víctor Echave
La Institución Benéfico Social Padre Rubinos tiene 114 plazas disponibles para personas sin hogar y todas ellas están cubiertas, tiene, incluso, «lista de espera casi todos los días», una situación que no se había dado antes con tanta asiduidad, pero que empezó a ser así «desde enero», según explica la directora del Centro Integrado de Atención Social Padre Rubinos, Mónica Rioboo. «Es relativamente frecuente que se queden fuera cuatro o cinco personas sin poder acceder al centro», comenta, y es que, si bien hace unos años, quien se quedaba un día sin poder dormir en Padre Rubinos lo hacía «fijo», al día siguiente, ahora ya no es así y encontrar cama en las instalaciones es «mucho más difícil».
«Antes del coronavirus nosotros estábamos empezando a notar que la demanda era mayor que la que podíamos atender, cuando recuperamos el funcionamiento normal, tras la pandemia, vimos cómo se incrementaba la demanda. No teníamos lista de espera y, desde este año, empezamos a funcionar con ella porque siempre o casi siempre se queda alguna persona sin poder entrar», profundiza Rioboo, que cree que no hay un solo factor que explique esta situación, como tampoco hay solo una medida que pueda revertir esta tendencia.
Por un lado está la falta de viviendas de alquiler a un precio asequible, que es algo que no solo afecta a las personas que están ya en situación de calle, sino que es un problema que atraviesa a casi toda la sociedad, porque incluso con un salario es complicado encontrar un piso de menos de 500 euros al mes en la ciudad; que el sistema de servicios sociales no consigue dar respuesta a todo el flujo migratorio que le llega; que A Coruña «siempre ha sido destino para personas en situación de sinhogarismo porque la primera atención de urgencia está muy bien cubierta» y también porque es una «ciudad tranquila» en contraposición con grandes urbes como Madrid o Barcelona, en las que existe más violencia. A favor de A Coruña juega también que tiene un clima suave, por lo que pasar la noche en la calle aquí es mucho más asumible que hacerlo «en Burgos» o en León, donde las temperaturas bajan mucho más.
«Si tuviésemos 500 plazas, 500 plazas llenaríamos», resume Rioboo, que cree que esta situación no se debe tanto a que el sistema no ofrezca recursos suficientes a las personas sin hogar sino que hay factores que hacen que haya personas en exclusión social por motivos que podrían prevenirse, como que no pueden pagarse una vivienda porque sus salarios son precarios o porque hay programas de salud mental que no están dando respuesta real a las necesidades de la población y eso revierte en que, al final, estas personas acaben en la calle, cuando su problema podría haberse atacado mucho antes.
A las puertas de Padre Rubinos llegan personas de todos los perfiles a solicitar ayuda y, a cada una de ellas se les intenta ofrecer el recurso más adecuado a su situación con el objetivo de que puedan tener una vida normalizada.
Otra cosa que ha cambiado en los últimos cinco años y que han detectado también otras entidades sociales de la ciudad es que llegan a sus puertas más mujeres y más jóvenes que antes en busca de un salvavidas al que aferrarse. «Antes el perfil típico de la persona sin hogar era el de un hombre de entre 40 y 50 años, parado de larga duración, y ahora mismo hay otros factores, como la salud mental, que están más presentes en los recursos a las personas sin hogar, y también nos llegan más mujeres y jóvenes», resume Rioboo.
En la memoria de las actividades realizadas durante el año pasado en la institución consta que se prestaron en el Centro Integrado de Atención Social, 357.333 servicios y que fueron 2.517 las personas atendidas, de las cuales, el 28% (694) eran mujeres, siendo los hombres 1.823. En total, durante todo el ejercicio pasado contabilizaron 39.238 pernoctaciones y 205.717 servicios de comedor, entre otras muchas actuaciones, como atenciones de ropero (5.046, que son 1.615 más que en 2023).
En la memoria del año pasado, consta que, en el albergue, pernoctaron 29 mujeres y 194 hombres con edades comprendidas entre los 18 y los 29 años; y, en el Centro de Atención Social Continuada, que puso en marcha en colaboración con el Concello y donde las normas y los horarios son más flexibles, durmieron 16 mujeres y 119 hombres de ese rango de edad.
«Hay un porcentaje importante de usuarios que son migrantes casi recién llegados a la ciudad que, mientras no pasen un tiempo en España no pueden acceder a la regularización y no pueden entrar en el mercado ordinario de trabajo y, en esa situación, nosotros no podemos facilitarle mucho más que un alojamiento tipo albergue, para atender esa urgencia. La estancia media de estos usuarios es de quince días», comenta Mónica Rioboo. Otro perfil de usuario de este recurso es el de las personas que se encuentran en situación de calle pero que cuentan con ingresos, por ejemplo, de economía sumergida o que están esperando por algún tipo de prestación o de arraigo que les pueda facilitar salir del sinhogarismo, en su caso, la estancia se puede prolongar más allá de estas dos semanas.
Padre Rubinos cuenta con cuatro centros autorizados, cada uno de ellos con unas características distintas y con unas estancias diferentes porque no todas atienden a la misma necesidad. «Tenemos dos centros de media-larga estancia. Uno es el de transición a una vida autónoma, que tiene 16 plazas y que el objetivo es, bien finalizar todo el proceso de arraigo o, mayoritariamente, la incorporación al mercado laboral, donde la estancia media es de un año. Tenemos otro que es de acogida básica e inclusión, que tiene quince plazas y que cuenta con un convenio con la Xunta, en los que tenemos perfiles de usuarios en los que la situación de sinhogarismo está cronificada, entonces, se les da cabida hasta que tanto el trabajo como el nivel de estabilización de la persona le permitan ser autónomo y la estancia es mucho más larga», comenta Rioboo.
En el albergue tienen 58 plazas y en el Centro de Atención Social Continuada, 25. «Las estancias son muchísimo más cortas, sobre un mes o un mes y medio y hay un volumen de gente nueva muy importante», relata Rioboo, que apunta a que en los cuatro recursos tienen personas esperando para poder acceder, aunque la «lista de espera real» es para entrar en estos dos centros de atención inmediata, el albergue y el centro de atención continuada, que es el de primera acogida.
Hay casos en los que el acceso a estos recursos se complica, sobre todo, cuando las personas sin hogar tienen mascotas, porque solo el centro de atención continuada contempla esta circunstancia y, para ello, habilitó una única caseta en las instalaciones.
«Es muy difícil gestionar animales cuando hay comida de por medio y nuestros centros, al ser integrados, tienen comedor, entonces, el acceso al centro tiene que ser sin mascotas y es una dificultad importante», relata Rioboo, porque sabe que, aunque los usuarios salgan de Padre Rubinos con una prestación económica y la capacidad de pagar una habitación, no está fácil que les permitan llevar a estos animales que, en algunos casos, es la única compañía que han tenido durante la etapa en la que, por no tener, no tenían ni un techo bajo el que dormir.
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