Entrevista | Juan Ignacio del Cueto Arquitecto, nuevo académico correspondiente de la Real Academia Galega de Belas Artes

«Daré a conocer en Latinoamérica la arquitectura gallega»

El mexicano Juan Ignacio del Cueto fue nombrado el miércoles académico correspondiente de la Real Academia Galega de Belas Artes por su trabajo sobre los arquitectos españoles exiliados en su país tras la Guerra Civil, entre ellos el coruñés José Caridad

Juan Ignacio del Cueto, este jueves en A Coruña.  | |  CASTELEIRO/R. AGENCIA

Juan Ignacio del Cueto, este jueves en A Coruña. | | CASTELEIRO/R. AGENCIA

A Coruña

¿A qué se debe su nombramiento como académico correspondiente de la Real Academia Galega de Belas Artes?

Desde hace más de 20 años he venido a A Coruña para participar en actividades de su Escuela de Arquitectura y Xosé Manuel Casabella propuso que me incorporara a la Academia por los estudios que he hecho desde hace más de treinta años sobre los arquitectos españoles exiliados en México. El año pasado me notificaron que había sido aceptado y aprovechando que participaré en unas jornadas en Madrid y Valencia sobre el exilio republicano he participado el miércoles en la ceremonia de ingreso.

¿Qué labor piensa desarrollar como académico?

Hacer vínculo en temas de Arquitectura no solo con México, sino con Latinoamérica, que ha sido tan importante para la comunidad gallega en países como Argentina o Venezuela, donde tiene mucha presencia. La idea es colaborar para que se conozca allá la labor de los arquitectos gallegos. Mi discurso de ingreso se refirió a los arquitectos del exilio republicano en América Latina y más en concreto a los gallegos José Lino Vaamonde en Venezuela y José Caridad Mateo en México.

Como nieto de un ministro de la República española, supongo que el papel de los españoles que se exiliaron en México tendrá un especial significado.

Desde luego, mi madre tenía once años cuando llegó a México y sus cinco hijos estudiamos en un colegio fundado en 1940 por los exiliados españoles, por lo que tenemos un vínculo muy estrecho con la España que se perdió de alguna manera tras la Guerra Civil, ya que además mi padre nació en México pero era hijo de murcianos. Estudié Arquitectura en la Universidad Nacional Autónoma de México y vine a España en 1986 a hacer un doctorado sobre los arquitectos españoles exiliados en México y al final viví diez años en Barcelona.

En España se dice que el impacto que tuvo la llegada de estos intelectuales españoles a México fue muy grande. ¿Realmente fue así?

Sí. Llegaron grandes físicos, matemáticos, médicos, biólogos, juristas y economistas. También llegaron dos docenas de arquitectos, pero no tuvieron tanto impacto porque la arquitectura mexicana iba más avanzada que la española, pero se pudieron incorporar al mercado de trabajo por el bum económico que vivió México en los años cuarenta y cincuenta. Tenían una buena formación y eran buenos constructores, ya que tuvieron empresas de este sector. Su impacto más potente fue a partir de los años cincuenta con uno de los más jóvenes, Félix Candela, quien se apasionó por las estructuras laminares de hormigón armado y llegó con la idea de que podía desarrollarlas en México. Llevó esa filosofía de las estructuras ligeras a otro nivel en México y fue famosísimo mundialmente, por lo que fue de gran impacto en la arquitectura mexicana y mundial.

¿Es lo que se popularizó como los cascarones de Candela?

Efectivamente, esos cascarones de hormigón fueron la punta de lanza de la tecnología más avanzada en la construcción y con ella se consiguieron unas obras absolutamente sorprendentes sobre las que he trabajado en los últimos treinta años.

¿Qué destaca del gallego José Caridad Mateo?

Era un personaje muy singular y muy buen arquitecto cuyas primeras obras en A Coruña, ligadas al Movimiento Moderno, las hizo con un oficio muy bueno. Su padre fue Rogelio Caridad, gobernador militar de A Coruña que fue fusilado al principio de la guerra civil por su fidelidad a la República. José se exilió a México y sus primeros años fueron muy duros por la incertidumbre, ya que tenía la idea de que iba a poder regresar al poco tiempo. Acabó haciendo edificios de viviendas para la clase media y alta y para la colonia gallega, que económicamente fue muy potente, fue casi un arquitecto de cabecera.

¿Pudo regresar a España alguno de estos arquitectos?

Se mantuvieron en contacto de una u otra manera con España. Algunos llegaron ya mayores y prácticamente no deshicieron sus  maletas, ya que querían regresar en la primera oportunidad y cuando la tuvieron ya tenían muchos años, aunque hubo tres que volvieron entre el 48 y el 5 0. José Caridad estuvo viniendo y el profesor coruñés Xosé Lois Martínez intentó que se le hiciera un reconocimiento, pero no lo logró.

¿Qué impresión tiene de la arquitectura de esta ciudad?

Siempre he sido muy admirador de la arquitectura gallega y de los arquitectos que a partir de los setenta y ochenta hicieron una obra muy interesante, como Manuel Gallego Jorreto, César Portela y Xosé Manuel Casabella. En mis estancias siempre intento ver obras de Manuel Gallego, que es el autor del Museo de Bellas Artes. Y la Escuela de Arquitectura me parece una de las mejores de España, de las más propositivas, por lo que creo que ha formado a muy buenos arquitectos.

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