Los hijos de Elisa Abruñedo declaran que aún sufren la secuelas del crimen

«Todo se fue en un momento, era un apoyo vital», declaran en el juicio contra el autor confeso de su muerte | Piden una pena de 37 años por agravantes como alevosía y ensañamiento

El acusado del crimen, durante el juicio en la Audiencia de A Coruña.

El acusado del crimen, durante el juicio en la Audiencia de A Coruña. / Casteleiro / Roller Agencia

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Los hijos Elisa Abruñedo —asesinada y violada en Cabanas en 2013, unos hechos por los que no se localizó hasta diez años después al autor, que fue cuando confesó— definieron a su madre como una persona familiar, que solía dar paseos próximos a su casa si iba sola y que no se subía al coche más que con su padre o con ellos. «Todo se fue en un momento, pierdes tu apoyo más importante en la vida, era un apoyo vital», aseguró en el juicio el hijo más joven, que entonces tenía 18 años y que explicó que dejó los estudios al encerrarse, precisó, «en su mundo» desde ese momento. Esta situación, apuntó, la vive aún hoy en día. «Si salgo es a dar un paseo». Como su hermano, y frente a la corpulencia del acusado, que no miró en el juicio ni a los hijos durante su declaración ni a otros testigos , afirmó que ella era «bajita y pequeña». «No era fuerte».

Su hermano, que en 2013 tenía 24 años y que como él está a tratamiento psicológico, señaló que al no volver a casa su madre, salió, igual que su padre, a buscarla. «24 horas sin dormir», apuntó. De ella, dijo que era «lo mejor que tenía». «Era muy familiar», recalcó, para precisar que le gustaba pasear pero que si iba sola «iba por asfaltado». «Si iba acompañada iba más por el monte», aseveró sobre las costumbres de su madre. «Ni de broma», dijo al ser cuestionado si cabe la posibilidad de que subiera al coche del acusado. El joven relató que a los dos años murió su padre por un accidente laboral y luego otros familiares.

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Ambos declararon este martes en la segunda sesión del juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de A Coruña, con Tribunal del Jurado. Para el autor confeso del crimen, Roger Serafín Rodríguez, la Fiscalía solicita penas que suman 32 años de prisión por agresión sexual y asesinato.

Las acusaciones particulares, en representación de los dos hijos, elevan esta petición a 37 años al pedir que se tengan en cuenta agravantes como alevosía o ensañamiento. El procesado era cazador y que algunos testigos aseguraron haber visto en un bar que había por la zona de los hechos, la parroquia de Lavandeira, cuando iba con el grupo de caza.

Desde octubre de 2023, el procesado está en prisión, a la que fue trasladado tras ser detenido por la Guardia Civil en su propio puesto de trabajo, en el astillero de Navantia Ferrol, donde era operario de una empresa auxiliar. Tras el arresto, confesó ser el responsable de la violación y muerte de la vecina de la comarca de Eume diez años atrás.

Según el escrito de acusación, entre las 20.45 y las 21.00 horas del 1 de septiembre de 2013, el hombre conducía su vehículo cuando vio caminando a la víctima por la carretera provincial DP-1503, en las inmediaciones de su domicilio. Luego se desplazó a un camino de tierra de la zona, detuvo su coche y se dirigió a la mujer «abordándola por la espalda, agarrándola fuertemente con un brazo y golpeándola en la cara, en la zona de la mandíbula».

Acto seguido, según el Ministerio Fiscal, el encausado se introdujo en el terreno situado al lado de la carretera «en el que había pinos y abundante vegetación de monte bajo», arrastrando a la víctima marcha atrás mientras la sostenía fuertemente de espaldas a él, «recorriendo aproximadamente 17 metros hasta el interior de la parcela, donde no podía ser visto desde la carretera».

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