«No se nos puede olvidar de dónde venimos, somos un país de emigrantes»

María Dueñas publicó su primera novela, ‘El tiempo entre costuras’, en 2009, cuando ya tenía encarrilada su carrera de profesora universitaria. Desde entonces, ha escrito cinco historias, la última, ‘Por si un día volvemos’, habla de mujeres fuertes, de migración y exilio en Orán

María Dueñas, en la Fundación MOP. | Germán Barreiros/Roller Agencia

María Dueñas, en la Fundación MOP. | Germán Barreiros/Roller Agencia

A Coruña

María Dueñas vuelve a A Coruña con su nueva novela, Por si un día volvemos, en la que explora la emigración española en Orán en los años veinte. Ayer por la tarde ofreció una charla en la Fundación Marta Ortega Pérez (Fundación MOP), en el muelle de la Batería, para reunirse con sus lectores y hablar de su proceso creativo. Estuvo acompañada por la presidenta de Inditex y de la fundación, Marta Ortega.

Vuelve con una historia de migración, pero esta vez con un territorio bastante desconocido.

Orán fue propiedad de la corona española durante 300 años. Lo que pasa es que allí hubo mucha presencia militar y de comerciantes. La población civil en masa no llega hasta los tiempos de la Argelia Francesa. Esa gente se va afrancesando y, cuando termina la colonia, casi todos se van a Francia. Algunos vuelven a España, pero mayoritariamente, ya son parte de otro país.

El lenguaje puede ser muy hiriente en la novela, les llaman caracoles, porque dicen que se arrastran, pies negros...

Era así entonces, la corrección política no entraba en los planes de toda esta gente. Eran unas épocas en las que todo era mucho más confrontado que ahora. Las capas sociales estaban muy marcadas, las nacionalidades pesaban mucho, las religiones, el sexo, el género. No había ese cuidado o ese respeto de los unos por los otros.

Salvando las distancias, ¿nos estamos comportando nosotros como la población autóctona de allí, con la gente que nos viene de fuera, con los migrantes?

La nuestra es otra migración muy distinta, las circunstancias son distintas, todo es diferente. Pero no se nos puede olvidar de dónde venimos. Nosotros fuimos un país de emigrantes. Ahora nos hemos convertido en lo contrario, en una nación receptora de inmigración.

¿Hay una parte de la sociedad que trabaja para que seamos conscientes de nuestra memoria, y otra corriente a la que le interesa precisamente todo lo contrario, para generar ese caldo de cultivo de confrontación?

Hay un poco de todo. Se mezcla desconocimiento, olvido e ignorancia, se mezclan posiciones políticas, intereses económicos y personales, eso de «yo quiero vivir bien y a mí que nadie me toque lo que tengo». Sería bueno que la memoria no se perdiera, y eso nos sirviera para estar más sensibilizados hacia lo que tenemos en el presente.

Y en esta novela, como en las anteriores, volvemos a tener a una mujer enigmática e interesante, un poco como era Sira [protagonista de El tiempo entre costuras] también, ¿no?

En realidad son radicalmente distintas. Pero es cierto que son dos mujeres de un mismo tiempo y que coinciden en que, sin tenerlo previsto y sin ser por su propia iniciativa, se ven obligadas o arrastradas a salir de su mundo y a tener que enfrentarse a un universo que es nuevo por completo para ellas. Ahí terminan las similitudes. Son un reflejo de muchas mujeres y de mucha población de aquella España que, por circunstancias muy diversas, se ponen en movimiento.

¿Esta historia la tenía en mente cuando escribía libros anteriores?

Desde hace bastante tiempo tenía Orán como escenario dándome vueltas en la cabeza, me parecía que era un entorno magnífico para una novela y que era un episodio de nuestro pasado que no estaba contado en la narrativa contemporánea. Casi siempre empiezo así las novelas, intentando recuperar un territorio, y después ya decido qué personajes van a llevarnos de su mano por ese camino. Cecilia no llevaba tanto tiempo en mi mente como Orán y aquel mundo de migración y exilio español.

Usted ha crecido con ese imaginario de la migración en su familia, que procede de Tetuán.

Yo me crie con la memoria de mi familia, que se fue a Marruecos, lo que pasa es que la situación era muy distinta, no era esta emigración económica, la habría, claro, pero en el caso de mi familia no fue así. Mi abuelo era funcionario de la Administración española, era topógrafo y se fue a trabajar en la red de carreteras que construyó España en Marruecos. En Orán yo no tenía el vínculo familiar, pero sí conocía gente y tenía constancia de lo que allí hubo. Cuando me puse en serio a explorar aquel mundo, descubrí muchísimas cosas más.

Aunque sea una autora que vende mucho, ¿tuvo dudas con volver a contar una historia de migración y del siglo pasado cuando ahora la gente está más por la risa del TikTok y la inteligencia artificial?

No, porque ya son seis novelas, y conozco a mis lectores. Hay casi un relevo generacional, de pronto una chica joven que dice: «le regalo el libro a mi abuela y así me lo leo yo», una abuela que dice: « me lo voy a comprar, que se lo voy a regalar a mi nieta».

¿Cuál será el siguiente territorio a recuperar?

No lo sé todavía, porque, por suerte, estoy haciendo una promoción muy larga, que me ha llevado a América y por toda España y no me ha dado tiempo a sentarme a pensar en el siguiente.

Tracking Pixel Contents