El laboratorio de los huesos de la ciudad
El Centro de Innovación Tecnológica en Edificación e Ingeniería Civil (Citeec) cumple este años 25 años desde su creación. De sus laboratorios han salido los materiales y planes para infraestructuras como puertos o embalses, centrales para entender A Coruña y su área metropolitana

Javier Estévez, Dolores Otero y Félix Suárez en el laboratorio de construcción. | Casteleiro/Roller Agencia
La ingeniería civil es el cimiento para la sociedad moderna y en A Coruña tiene su máximo exponente en el Centro de Innovación Tecnológica en Edificación e Ingeniería Civil (Citeec). Este espacio coruñés ha sido el creador de los huesos y tejidos que hacen de la ciudad lo que es. Una pieza clave para la construcción de las grandes obras de infraestructura del área urbana, ahora centra las líneas de investigación en la sostenibilidad, captando a investigadores de las distintas facultades de la universidad para mejorar en materiales de construcción, carreteras o incluso en entornos urbanos del área metropolitana.

Ana Rodríguez mostrando los materiales desarrollados en el Citeec. | Casteleiro/Roller Agencia
El centro se inauguró en el año 2000, con el propósito de mejorar las investigaciones que se hacía en el campo de la construcción y la ingeniería civil. Realizan, además de la investigación básica y aplicadas, consultorías a empresas del entorno. Para celebrar las bodas de plata del centro, la Universidad llevará cabo una serie de eventos en el último cuatrimestre del año. Uno de los más esperados es un gran acto con múltiples egresados del Citeec que volverán para mostrar los proyectos en los que han participados en los últimos años. El centro cuenta con nueve laboratorios especializados en temas como las estructuras, la ingeniería de puertos o la construcción.
Ana Rodríguez es una de las personas que trabajan en los laboratorios del centro. Arquitecta asociada al Citeec, investiga los materiales usados en carreteras. La arquitecta señala que lleva cinco años realizando su trabajo en el son «un equipo pequeñito». Ellos, explica, trabajan sobre todo en ello relacionado con biopolímeros en el betún que se usa para asfaltar los viales. «El betún es un derivado del petróleo, tratar en parte de sustituirlo por otros compuestos un poco más sostenibles, hace que no tengamos esa dependencia de combustibles fósiles», afirma. En su laboratorio realiza experimentos para comprobar la dureza y elasticidad de estos ligamentos.
En el Citeec también cuentan con una de las instalaciones más únicas de toda la ciudad: un simulador de lluvias. Es el segundo más grande de Europa, después de que Madrid les arrebatara el título hace unos años. «¿Por qué hacerlo dentro de un laboratorio y no fuera, que en A Coruña llueve mucho? Nos lo preguntan mucho», dice el investigador Manuel Regueiro. Los científicos justifican que, a pesar de la cantidad de precipitaciones que caen en A Coruña, necesitaban instalar algo que les permitiesen controlar las velocidades y la cantidad de agua que cae, ver como se acumula en las calles, así como observar el arrastre de sedimentos. «Ha venido gente de Alemania, de otros institutos de investigación, para copiar este sistema, porque funciona muy bien», dice Regueiro. «Antes se usaban aspersores, pero generaba mucho ruido. Y esto es más uniforme, generas una lluvia, parece real. Lo único que nos falta es el componente de viento, que siempre nos lo echan en cara».
Su laboratorio es el más «interactivo», en parte porque también es el que recibe más visitas. «Lo tenemos un poco musealizado», explica el investigador mientras indica los paneles y las exposiciones alrededor del laboratorio. «Esta es una instalación para probar las estrategias de sensores, fieles de presión, electroválvulas, caudarímetros, los contadores de todo el abastecimiento», cuenta mientras señala una red de tuberías a la entrada. «Ahora se está utilizando un otro proyecto, creo que también internacional, para temas de ciberseguridad».
Y es que el laboratorio hidráulico ejemplifica los huesos de, no solo la ciudad de A Coruña, sino del área metropolitana. Cuentan con modelos a gran escala de embalses, lo que permite identificar los posibles errores o problemas a la hora de construir una infraestructura de ese tipo.
Los detalles más insignificantes de las calles están reproducidos a gran escala en lo que se llama El Barrio, un conjunto de tejados y aceras, donde simulan grandes precipitaciones y observan el movimiento del agua, los sedimentos y mucho más mediante cámaras.
«Aquí se han hecho varios proyectos que han estado enfocados, por ejemplo, en estos edificios a pequeña escala para ver cómo se pueden controlar inundaciones utilizando los sótanos de los edificios actuales», explica Regueiro. La aplicación de todos estos experimentos es especialmente útil para la ciudad y su área de influencia, vayan amoldándose a los cambios no sólo urbanísticos como los tejados verdes, sino climáticos también con una mayor intensidad de precipitaciones.
La última parte del recorrido por el laboratorio hidráulico termina en una maqueta del entorno urbano de Sada. Los investigadores la utilizan para enseñar a las visitas el efecto de obras como el soterramiento de ríos y las inundaciones que pueden resultar como consecuencia de ellas.
La visita al Citeec termina en el laboratorio de construcción, donde los investigadores pasan su tiempo realizando continuas mejoras en los materiales que forman partes de las casas y edificios. Ahora trabajan sobre todo en las secciones mixtas de madera-hormigón. Es decir, buscan explotar las ventajas de la madera, como material ligero y renovable, con el tradicional del hormigón.
«Este es un sistema patentado», apunta Félix Suárez. «Eso aporta con respecto a otras alternativas sostenibilidad, ligereza, rigidez y rapidez de construcción. Entonces es un sistema más global porque no solo se utiliza para las vigas sino también los elementos horizontales de suelo, los forjados y los pilares, es decir, un sistema integral de construcción».
Los experimentos en este laboratorio son los que llevan más tiempo porque, al final, son los componentes que más duraderos y fiables tienen que ser. Las diferentes pruebas pueden llevar años para conseguir los resultados adecuados, que finalmente acaban consiguiendo. Los tests más emocionantes son cuando intentan romper uno de los pilares, que suele requerir grandes máquinas. «Esos solemos retransmitirlos por Youtube», confiesan los investigadores.
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