Norman regresa a Os Castros

El bar Miramar de Os Castros nunca fue el Miramar: siempre fue ‘el de Norman’, en referencia al hostelero inglés que lo regentó, junto a su mujer María, durante años. Ahora el local reabre, precisamente, con el nombre de El de Norman, con el espíritu de aquellos años pero ilusión renovada

Sofía y Raúl, actuales propietarios de El de Norman, en Os Castros

Sofía y Raúl, actuales propietarios de El de Norman, en Os Castros / Carlos Pardellas

A Coruña

Se llamaba cafetería Miramar, pero, como suele ocurrir con los bares que hacen crecer a su alrededor una clientela fiel, sus habituales le negaron el nombre del rótulo. Para los vecinos del barrio de Os Castros, siempre fue el de Norman. La culpa la tenía el carismático inglés que regentó el local durante treinta años, toda una personalidad en el barrio y que dejó un enorme vacío, tras su fallecimiento, en la esquina frente a la ría de la avenida de Oza. Hasta ahora. El bar vuelve a ser El de Norman, ahora, también sobre el papel y sobre el rótulo. La responsabilidad la tienen Sofía López y Raúl de Miguel, que llevan meses preparándose para revivir uno de los emblemas del barrio, con la firme intención de rendir de paso homenaje al que fue su dueño tantos años.

«Yo vivía en el portal del al lado y también era cliente de Norman. Hicimos muy buenas migas, muchas noches jugábamos aquí a los dardos hasta las tantas. Tenía un carisma brutal», cuenta Raúl de Miguel.

Hace dos años, los derroteros vitales le devolvieron al barrio, y allí encontró de nuevo aquel bar, vacío y cerrado, y en seguida empezó a barruntar la idea de darle una merecida segunda vida, que ahora afrontará con el nombre de El de Norman y con la imagen de su histórico propietario en la fachada. «La acogida ha sido increíble. Cuando estábamos montándolo, pasaban por delante las señoras y se echaban a llorar al ver el cartel, se nos ponía la piel de gallina», cuenta Sofía López.

El regreso del de Norman se hizo efectivo tras tres meses de una reforma ‘hecha a mano’: Sofía y Raúl se encargaron de todo ellos mismos, y arreglaron el suelo, las paredes, el techo y hasta la barra.

La recompensa al esfuerzo de meses vino con su apertura in extremis en San Juan que acabó siendo un éxito. «Tuvimos que montar todo a prisa y corriendo, porque nos avisaron a las 15.00 de que teníamos la licencia. Al final pudimos hacer una churrascada y traer a unos chavales a poner música. Estuvo genial, la gente contentísima y nosotros, más», relata Raúl. «Tuvimos que avisar a la gente rápido, muchos tenían planes y vinieron igual. Fue la primera noche más mágica del año», cuenta Sofía. Ahora trabajan, también, para poder montar una terraza que permita disfrutar de las vistas privilegiadas de la zona.

El de Norman arrancará, por ahora, sin opciones de cocina que requieran de una gran elaboración, pero sí contará con platos como tablas de ibéricos, tostas o pinchos vascos. También trabajan para incorporar a su oferta otra de sus más célebres singularidades: las tapas de chile que elaboraba María, la esposa de Norman, y que durante todo este tiempo muchos han echado de menos. «El martes vendrá María a hacerlo con nosotros para enseñarnos la receta. A ver qué tal nos sale», adelantan.

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