Los diez edificios más brutales de A Coruña
El brutalismo está de moda. Ignorado por el gran público durante años, es cada vez más popular. Alejandro García Alcántara, divulgador de este estilo arquitectónico, no duda en resaltar la riqueza que tiene A Coruña con obras destacadas de los 60 y 70: «Hay edificios muy atrevidos, muy distintos a los de otras ciudades»

Torre Hercón o Costa Rica. José Antonio Franco Taboada, 1975. Con sus 119 metros es el edificio más alto de Galicia y para Alcántara, «uno de los símbolos del periodo desarrollista en la ciudad». / LOC
«De primeras no es una arquitectura que resulte muy bella, por decirlo de alguna manera, pero es que no busca eso, es una arquitectura que busca la funcionalidad por encima de todo y eliminar elementos superfluos y ornamentaciones». El madrileño Alejandro García Alcántara es un coleccionista y divulgador de arquitectura brutalista. Comenzó primero por Madrid, donde reside, y continuó luego por diferentes lugares de España, hasta que descubrió que A Coruña reúne un interesante conjunto de edificios representativos de este estilo arquitectónico.

Edificio Trébol. Carlos Meijide Calvo, 1973. Formado por cuatro tréboles de diferentes alturas, es «un gran ejemplo de vivienda colectiva destinada a las clases trabajadoras y a las familias numerosas». / ALEJANDRO GARCÍA ALCÁNTARA
El fruto de sus recorridos por Galicia y el resto de España queda reflejado en su libro Madrid brutal y en sus cuentas de Instagram @madrid_brutalism y @spain_brutalism, en las que expone los que, a su juicio, son las mejores muestras de este estilo arquitectónico. Su llegada a A Coruña fue a través de un amigo cuyos padres tienen un piso en Mera y su visita a la ciudad le permitió descubrir que en ella hay «muchísimos» edificios brutalistas, de los que le sorprendió especialmente la Torre Hercón o Costa Rica. «A pesar de que en Madrid hay edificios muy altos, no conocía este y me sorprendió mucho que se aplicara este tipo de arquitectura», cuenta sobre el inmueble más elevado de A Coruña.

Edificio Pou, en la calle Fernando González. Miguel Fisac, 1967. Marcado «por la horizontalidad generada por las bandejas de hormigón curvadas que recorren el inmueble de lado a lado y enmarcan las ventanas en hileras». / Alejandro García Alcántara
«Me llama mucho la atención la variedad de tipología y de usos que hay en estos edificios, porque los hay de oficinas, vivienda, facultades, incluso iglesias», afirma Alcántara, quien contó con la ayuda del profesor de la Escuela de Arquitectura Antonio Río Vázquez. «Siempre le digo a todo el mundo el gran número de edificios de arquitectura moderna que hay en A Coruña, no solo brutalistas, desde los años sesenta en adelante, es algo que me llamó mucho la atención», añade desde su punto de vista de divulgador.

Unidad Vecinal número 3 del polígono de Elviña. José Antonio Corrales, 1965. Conjunto de viviendas, espacios comunes y dotaciones que Alcántara ve como «un ejercicio sublime de racionalidad y funcionalidad». / Alejandro García Alcántara
«No soy arquitecto, tengo formación en arte y diseño y el que más me ha gustado siempre es el del siglo XX y su arquitectura, sobre todo a partir del Movimiento Moderno», explica Alejandro García Alcántara sobre su afición por descubrir muestras de la arquitectura brutalista. El éxito alcanzado por la película The Brutalist ha despertado en muchas personas el interés por un estilo arquitectónico que hasta ahora había pasado casi desapercibido para el gran público.

Cooperativa de Alféreces Provisionales, en la calle Orquesta Sinfónica de Galicia. José Ramón Miyar, 1975. Edificio de viviendas en el que destaca «un portal repleto de elementos expresivos de hormigón visto como los buzones, murales y escaleras». / Alejandro García Alcántara
Admite que la película le influyó, a pesar de ya llevaba años a la búsqueda de este tipo de edificios y considera que el éxito del filme hizo que muchas personas los vieran con otros ojos, hasta el punto de que asegura que en la actualidad «muchos videoclips se graban en este tipo de arquitectura».

Sede de la Escuela Universitaria de Arquitectura de A Coruña, en el campus de A Zapateira. José María Laguna Martínez, Juan Castañón Fariñas y Rodolfo Ucha, 1973. Destaca por su morfología que le hace ser conocido como ‘la seta’ y ‘Mazinger Z’. / Alejandro García Alcántara
Aunque para muchas personas estos edificios brutalistas no tengan un especial atractivo, en su caso lo poseen porque «entran mucho por los ojos» y porque tienen una «monumentalidad que les hace ser enormes en la mayoría de casos». Otro factor que aprecia son los materiales empleados en su construcción, ya que, a pesar de que el color gris que los caracteriza pueda no parecer singular, «en cuanto empiezas a comprenderlo y a estudiarlo ves que es muy plástico, muy expresivo y que en ellos se ve incluso la huella de los encofrados de madera».

Nueva parroquia de Santa Cruz de Liáns, en Oleiros. Miguel Fisac, 1969. Es «uno de los centros religiosos más brutalistas de A Coruña» y gemela de la de Santa Ana y la Esperanza en Madrid. / Alejandro García Alcántara
García Alcántara incluye en su listado coruñés algunos inmuebles que se encuentran en el área metropolitana, como el edificio Utande, diseñado por Domingo Tabuyo, al que tilda de «muy significativo y espectacular, además de muy diferente a todos los demás». Otro de los que considera relevantes es la sede de la Escuela Superior de Arquitectura del campus de A Zapateira, obra de José María Laguna Martínez y Juan Castaño Fariña, autores también de la Facultad de Ciencias de la Información de Madrid, que se hizo famosa porque en ella se rodó la película Tesis, de Alejandro Amenábar, y con la que cree que tiene similitudes.

Antiguo concesionario de Mercedes-Benz en Alfonso Molina. Domingo Tabuyo, 1977. Durante 30 años presidió la entrada a la ciudad. Fue derribado en 2007 y para Alcántara no solo desapareció el concesionario, «sino todo un símbolo de A Coruña». / Alejandro García Alcántara
La iglesia parroquial de Santa Cruz de Liáns, en Oleiros, proyectada por Miguel Fisac, es otra obra destacada en el brutalismo coruñés para este divulgador, que además la ve «muy similar» a otra que tiene en el barrio madrileño de Moratalaz. Entre los edificios que recoge en su cuenta de Instagram se encuentra uno que pasará desapercibido para muchos coruñeses, el situado entre la calle Ría do Burgo (la antigua Salvador y Merino) y la avenida de Alfonso Molina, en uno de cuyos extremos se sitúa el hotel Avenida, que en su opinión es «increíble».

Edificio Utande, en Bergondo.Domingo Tabuyo, 1979. Este singular inmueble situado en Bergondo estuvo desocupado durante años, ahora está ocupado y se ha convertido en «emblemático» del brutalismo coruñés. / Alejandro García Alcántara
A ellos se suma el denominado Unidad Vecinal número 3 del polígono de Elviña, que limita el Barrio de las Flores en su parte más próxima a Matogrande y fue proyectado por el genial arquitecto José Antonio Corrales. En la calle Orquesta Sinfónica de Galicia se halla el de la Cooperativa de Alféreces Provisionales, obra de José Ramón Miyar, al que tacha de «espectacular» y del que destaca además su portal, cuyos buzones están soportados por una estructura de hormigón.

Iglesia de la parroquia de San José, en el barrio de Monte Alto. Jacobo Rodríguez-Losada Trulock, 1968. Ubicada en un lugar de complicado relieve, la forma triangular representa la Santísima Trinidad y la parte posterior, la quilla invertida de un barco. / Alejandro García Alcántara
El edificio Pou, situado casi en la esquina de las calles Fernando González y Juan Flórez, es otra obra de Miguel Fisac incluida por García Alcántara en su relación de piezas singulares del brutalismo coruñés y al que caracterizan las bandas horizontales de hormigón de su fachada. Aunque ya ha desaparecido al haber sido derribado en 2007, la lista de joyas arquitectónicas coruñesas de este estilo elaborada por este madrileño menciona también al concesionario de automóviles de Louzao que se situaba en Ponte da Pedra, al pie de la avenida de Alfonso Molina y en el que un vistoso Mercedes amarillo que se exponía en su parte más alta era un magnífico reclamo.
«Una cosa que me llamó mucho la atención de A Coruña es que hay edificios muy vanguardistas y de diseños muy atrevidos, muy distintos a lo que hay en otras ciudades», resalta este amante del brutalismo. «Es como si les hubieran dado bastante libertad creativa», añade.
Sobre la proliferación de edificios de este estilo en la ciudad, recuerda que la mayoría fueron construidos en las décadas los sesenta y setenta, un periodo en el que todas las urbes españolas crecieron de forma importante por la afluencia masiva de personas que abandonaban el campo en busca de trabajo, lo que hizo necesario levantar una gran cantidad de viviendas en poco tiempo. Este auge constructivo coincidió con que el brutalismo era una tendencia en boga en aquel momento, según señala García Alcántara, quien advierte de que «a pesar de que ahora nos parece un estilo muy atractivo, en aquella época era simplemente un estilo más y un tipo de arquitectura que también era más barato porque utilizaba materiales bastante austeros, por lo que imagino que se decantaban por él para ahorrar costes».
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