Los nuevos desafíos de los bomberos de A Coruña: salidas «más complejas que nunca» más allá del fuego

El número de intervenciones contabilizadas ha subido un 45% respecto al nivel de los años 2011 a 2016 y los incendios son una parte cada vez menor del trabajo | Están en conversaciones con el Concello para cubrir plazas

Intervención de los bomberos en la calle Polvorín de Monte Alto el pasado febrero. |  Iago López

Intervención de los bomberos en la calle Polvorín de Monte Alto el pasado febrero. | Iago López

A Coruña

Los incendios son un porcentaje cada vez menor de las labores que realizan los bomberos de A Coruña. De acuerdo con datos del Concello, entre 2001 y 2015 fueron, casi todos los años, más del 30% de las intervenciones, mientras que desde 2019 casi nunca se ha llegado a 20%, y en 2023 se bajó al 16,4%, el mínimo histórico. Es cierto que hubo un repunte de diez puntos el año pasado, coincidiendo con una huelga de basuras que dejó gran cantidad de fuegos en contenedores, pero fuentes del Concello y desde la plantilla explican que el porcentaje se reduce porque el servicio está asumiendo cada vez más labores. En palabras del bombero Quico Leira, delegado sindical, «trabajamos más que nunca», si bien la plantilla no ha aumentado en proporción.

«Los bomberos asumen muchas tareas, incluyendo cada vez más de prevención, aperturas de puertas de personas accidentadas en domicilios o el grupo de rescate acuático», indican fuentes del Gobierno local, y lo confirman las estadísticas. La memoria del servicio de bomberos del año pasado muestra que hubo 1.914 intervenciones, prácticamente las mismas que en 2022 y 2023 pero sustancialmente más que hace una década. Entre 2011 y 2016 la media fue de 1.321, lo que supone que el número de operaciones realizadas ha subido casi un 45%, o al menos se están contabilizando más.

Han surgido nuevas categorías. Por ejemplo, las estadísticas del servicio no incluyen asistencias sanitarias hasta 2021, pero en 2024 fueron 60 y en 2022 llegaron a las 188, casi un 10% del total de actuaciones del año, mientras que las retiradas de nidos de avispas asiáticas entran en la estadística en 2023. También se han incorporado a las cifras asistencias técnicas o comprobaciones en accidentes de tráfico.

Los incendios, como señala Leira, no bajan. Las cifras varían año a año, pero en 2014 fueron 309, y 2023 eran 313, prácticamente los mismos; en 2024, impulsada por la oleada de incendios en contenedores, la cifra subió hasta los casi 500. Además, defiende el bombero y representante sindical, las intervenciones «son más complejas» que en cualquier momento del pasado, con nuevos retos como los fuegos en coches eléctricos, o incendios que afectan a nuevos materiales sintéticos presentes en las viviendas.

Otros tipos de actuaciones existen desde siempre, pero se van haciendo más frecuentes. En 2014 se hicieron 27 aperturas forzadas de puertas, pero el año pasado fueron 178. Según indica Leira, «la población está envejecida y la comunidad no es la que había hace 25 años, a nivel social tenemos un problema de abandono relativo» de personas mayores. Si antes, «un vecino tenía una llave, sabía qué te pasaba», ahora los bomberos fuerzan con frecuencia el acceso a viviendas de personas mayores.

Pero, aunque «el número de intervenciones está creciendo», no ocurre lo mismo con la plantilla. En 2014 había 93 bomberos, contando todos los cargos, y, aunque la cifra subió hasta los 103 de 2019, ha vuelto a ir bajando hasta 95 el año pasado. «Hace falta más personal», resume Leira, que indica que «no tenemos oficiales, no tenemos suboficiales, los sargentos son menos de los que tienen que ser: estamos bajo mínimos, sobre todo a nivel de jefatura».

El sindicalista pone como ejemplo que haya que atender una tentativa de suicidio, una «competencia de la Policía Nacional» pero que los bomberos atienden «bastante» y para la que tienen formación. La movilización «tipo» es de quince efectivos, y el mínimo de personal de guardia son quince personas; la emergencia deja solo a cuatro bomberos en la base, de los que la mitad «son controladores». Es decir, sin personal para atender a otra emergencia, pues un incendio urbano, «si se hace bien», demanda a ocho o nueve profesionales. «Quince se queda corto», resume Leira.

Aun así, el bombero señala que «tenemos conversaciones con el Concello para cubrir las plazas» que harían falta y «estamos muy contentos» con la actitud de este. Aunque los plazos políticos y administrativos se alargan, «siempre nos han puesto todas las facilidades para hablar con ellos y han sido cercanos y receptivos», indica Leira, que extiende el agradecimiento a la edil de Seguridad Ciudadana, Montserrat Paz, el concejal de Economía, José Manuel Lage Tuñas, y el director de Seguridad, Carlos García Touriñán. Otro de los puntos positivos del servicio es que «tenemos más formación que nunca».

Edad media de 50 años

Otra de las consecuencias de no renovar la plantilla es el envejecimiento de esta, cuyos efectivos, de acuerdo con la última memoria del servicio, tienen una media de edad de 50 años, pese a que se trata de una profesión con una elevada exigencia física y en la que hay que subir a alturas, o llevar encima pesados equipos de protección. Este dato, explica Leira, indica que «hay cosas que hay que cambiar».

Siguiendo las cifras de la memoria de los bomberos del año pasado, de los 95 efectivos en activo, solo tres tenían entre 30 y 35 años en 2024, y cinco estaban entre los 36 y los 40. Entre los 41 y los 50 había otros 44, y por encima del medio siglo hay 43 efectivos. De ellos, 19 tienen más de 56 años.

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