Entrevista | José Manuel Ponte Periodista, presenta 'Intrigas provincianas y otros entretenimientos'

«No estuve mucho en el periodismo, pero me detuvieron varias veces»

El periodista José Manuel Ponte (A Coruña, 1942), colaborador de LA OPINIÓN, presenta este lunes en el Sporting Club Casino a las 20.00 horas su primer libro, en el que aprovecha su peculiar experiencia profesional para fabular historias caracterizadas por el humor

José Manuel Ponte.

José Manuel Ponte. / Irma Collín

A Coruña

¿No es extraño que haya tardado tanto para escribir un libro?

No, porque no pensaba escribir ninguno, ya que creo que estaba bien cubierto ese déficit de literatura por grandes escritores. No me considero un gran escritor, ni siquiera un modesto escribidor, y por lo tanto no pensaba hacerlo. Pero mis hijos me insistieron y dijeron que ahora todo el mundo escribe un libro y que tenía que escribirlo también. Me puse a ello y empecé a escribir cosas que me fueron saliendo de la cabeza y es una especie de biografía sin ser biografía. A la editorial le pareció bien, alguna gente se rio, cosa que agradecí mucho, y ahora estoy presentando el libro.

¿Quiere decir que en el libro abordas hechos que le han sucedido realmente?

Procuro que tenga un fundamento real, pero no necesariamente que haya sucedido. Lo que trato es de hacer algo entretenido, que sean cosas divertidas.

Con una vida periodística larga y en un periodo histórico convulso habrá mucho que contar.

No es tan larga, la gente está equivocada, no estuve tantos años en el periodismo, pero fueron muy intensos, tan intensos que me detuvieron varias veces. Fue un periodo histórico que me tocó transitar desde el periodismo franquista, con censura previa, al democrático. Yo llegué todavía al estreno de la ley de Prensa de Fraga como un avance aperturista y no encuentro tanta diferencia entre el periodismo franquista y el periodismo democrático.

Pero en algunos momentos el periodismo era una actividad de riesgo.

Sí, era una actividad de riesgo porque te cogían con papeles de convocatorias del Partido Comunista y te condenaban a la cárcel.

Y además había que escribir sorteando la censura previa.

La censura empezaba por ti mismo, es decir, la autocensura. El periodismo que me encontré era cutre, pobretón. Estudié y terminé Derecho y pensaba dedicarme a otra cosa. Pero luego hice también Periodismo por libre.

Creo que eso no le gustó nada a su familia.

Pues no, a mi padre no le gustó eso. Yo tenía una clara vocación de escribir y por ahí fui saliendo con la ayuda de profesores míos de la Academia Galicia, en la que la mayoría eran licenciados, por lo que tenían un nivel muy alto, como Miguel González Garcés y Carlos Seoane.

¿Cómo fueron sus comienzos en la prensa?

Hice las prácticas en La Voz de Galicia, donde escribí una sección que se llamó El elefante de papel en la que simulé que espiaba una reunión del Ayuntamiento en la que la consigna era Por una Coruña peor y en la que me metía con una persona que era Fraga sin decir que era él. Ahí fue cuando en la censura de Madrid me apuntaron como un elemento a vigilar. El primer periódico en el que trabajé después de estudiar me dio una impresión malísima. Todos trabajaban en varios sitios y miraban más por sus otros empleos. Allí escribí un artículo en el que se describía de forma encubierta una reunión de Franco con sus tropas y se lo llevaron a Fraga a San Sebastián, donde Franco pasaba las vacaciones, y me echaron a la calle. Quería que me juzgaran porque habría sido un escándalo en Europa, pero no lo hicieron y me mandaron a El Pueblo Gallego, de Vigo, que era del Movimiento, en el que me reí como nunca en mi vida porque me pasó de todo. Luego fui a La Voluntad, de Gijón, que tenía un local que parecía una consignataria arruinada. Me dijeron que estaban haciendo uno nuevo y les dije que nunca irían allí porque el periódico estaba gafado y que yo tenía la facultad de adivinar el futuro.

¿Cómo ve el periodismo hoy?

El periodismo actual me parece tenebroso porque se confunde la mentira con la verdad y los medios no son realmente independientes. Además, la situación laboral y económica de los periodistas se ha deteriorado mucho.

Emparentó con la familia Borbón mediante la boda de su hija, en la que además sufrió un grave percance.

En el libro se cuenta algo, pero no todo. La boda fue en una casa de mi consuegro y yo estaba ya vestido de etiqueta cuando el modisto famoso que nos vestía dijo que necesitaba unas tijeritas. Bajé corriendo a donde tenían el catering y pedí unas. Al llegar arriba noté que me fallaba una pierna y, como estaba en tratamiento por la tensión, dije: ‘Es esto que me viene», pero apareció mi hija diciendo que no quería llegar tarde y dije que me había torcido un tobillo. Como durante la comida me encontré mal, el rey Juan Carlos me dijo que tenía allí mismo una UVI, pero yo contesté que prefería que me atendieran en la Seguridad Social porque además mi hermano Carlos era jefe de servicio. En el hospital me dieron unas pastillas y luego volví al banquete y en una de estas estiré la pierna por debajo de la mesa para no quedarme anquilosado y le di a una señora, a la que aclaré que no me estaba insinuando.

¿Se atreverá con otro libro?

Si no me muero, posiblemente esté escribiendo estas cosas, ya que tengo algunas realmente curiosas.

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