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De alumna a maestra churrera en A Coruña

Yniris Douranian llegó hace nueve años a la ciudad con sus hijos. Tras el cierre del Bonilla de Ramón y Cajal, donde trabajó siete años, decidió abrir en la zona su propio negocio, Don Churro, para conquistar a su antigua clientela, y también al público más joven ofreciendo ‘toppings’ como Nutella o pistacho

A Coruña

«Llegué con dos hijos y tres maletas», recuerda Yniris Douranian. Hace nueve años aterrizó en A Coruña desde Venezuela, siguiendo los pasos de la madrina de sus hijos que vivía en la ciudad. Lo que comenzó como una visita se convirtió en un ca mbio de vida: «Me enamoré de la ciudad y a los tres meses ya estaba aquí con mis hijos».

Descendiente de armenios —«como las Kardashian», bromea—, Yniris no tardó en integrarse en la vida coruñesa. Su primer trabajo fue en la emblemática churrería Bonilla a la Vista, donde pasó siete años aprendiendo los secretos de una tradición muy coruñesa: el churro. «En Venezuela los churros no son famosos, los probé por primera vez aquí. Me enamoré de ellos y trabajando vas aprendiendo los procesos». La emprendedora agradece las enseñanzas de Bonilla: «Aprendí de los mejores», remarca.

Esa experiencia marcó el germen de un sueño propio: abrir su propia churrería. Tras meses de búsqueda y reformas, ese proyecto ve la luz este jueves 21 de agosto con la apertura de Don Churro, en el número 27 de Ramón y Cajal. Una zona que conoce bien, pues allí trabajó cuando Bonilla tenía un establecimiento. «Quise coger el relevo de esa clientela. Al final este es un oficio que conviertes en un arte».

Lo que distingue a Don Churro es la apuesta por la innovación. Douranian ha desarrollado durante un año su propia receta de masa, única y reconocible. «Así como Bonilla tiene su churro, o El Timón el suyo, quería que Don Churro tuviera el suyo. El mío tendrá seis puntas, es mi sello». El proceso no fue fácil: «Mis pobres hijos probaron churros todos los días», dice entre risas. «Tengo una libreta vieja con todas las pruebas anotadas».

La propuesta combina tradición y modernidad. Para los más clásicos, estarán los churros de siempre, solos o con azúcar, acompañados de chocolate caliente. Pero el menú también busca conquistar a un público joven con opciones de toppings: dulce de leche, Nutella, pistacho, chocolate blanco, KitKat, Oreo o Lotus, entre otros. «Queremos captar a esa parte de la población que disfruta con nuevas combinaciones. Habrá toppings fijos y otros que irán cambiando según lo que pida la clientela».

Además de churros individuales o en raciones de media docena y docena, Don Churro ofrecerá mini churros, cruasanes rellenos, todo con posibilidad de llevarselo para comer por el camino. El local, diseñado en tonos crema y chocolate, apuesta por un ambiente elegante y cuidado. «Queremos que sea un sitio bonito para estar, pero también cómodo para llevarse la bolsita de churros a casa».

El horario será amplio: de 7.30 a 13.00 y de 17.00 a 20.30, cerrando únicamente los lunes. «Enfrente está El Timón. Mi hija me dijo que la única que podía ponerse frente a ellos era yo, y esa fue mi motivación», cuenta con humor y una sonrisa.

Con la ilusión de quien arranca una nueva etapa y la experiencia de años en el oficio, Yniris Douranian confía en que Don Churro se convierta en un nuevo punto de encuentro para coruñeses de todas las edades. «Cuando veo pasar grupos de jóvenes pienso: ahí va una bolsita de seis churros», dice entre risas. A partir de este jueves, esa visión será una realidad.

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