Carmen Pita y Antonio Asensi, médicos coruñeses que retrasaron la jubilación: «Si pudiese, volvería sin pensarlo»
Más que vocación, lo de Carmen Pita y Antonio Asensi es pasión por la medicina. Colgaron la bata blanca a los 70 años, y no dudarían en regresar si el sistema se lo permitiese. Añoran a sus pacientes, a quienes consideran «una segunda familia», e intentan «suplir ese vacío» con voluntariado

Los doctores Carmen Pita, urgencióloga, y Antonio Asensi, médico de familia, ambos jubilados ya, tras haber prorrogado su vida laboral hasta los 70 años. / Casteleiro/ Cedida por A. A.
«Mi vida profesional ha sido maravillosa. Si tuviese cien vidas, las volvería a vivir así», resume la doctora Carmen Pita, médica de Urgencias durante más de cuatro décadas, exjefa de ese Servicio en el Hospital Universitario (Chuac) y jubilada desde «el pasado 24 de julio, hace algo más de dos meses», apunta con precisión, tras cumplir 70 años. «Lo estoy llevando fatal. Echo muchísimo de menos el trabajo, a los pacientes... Es que fue toda mi vida. Nunca tuve ninguna otra distracción, por así decirlo. No tengo hijos ni aficiones... Me entretengo con cualquier cosa, pero no tengo nada definido y, de momento, no me he quitado de la cabeza el trabajo», reconoce la doctora Pita, quien considera «impagable» el que «tu vocación» pueda ser tu medio de vida «siempre», «disfrutarlo tanto» y «llegar a los 70 años sin ninguna reducción de jornada ni exención de noches ni nada». «Pasar de cien a cero, después de 45 años y unos meses, es difícil», hace hincapié.
«Encantada de que por fin vaya a haber» en España «urgenciólogos vía MIR», la doctora Pita destaca de su especialidad su «absoluto dinamismo», que «engancha». «Aunque lleves ahí años y años, siempre aprendes cosas nuevas. Haces muchísima labor, ya no solo la asistencia grave, y eso. Muchas veces es solo la asistencia. Hay gente que no tendría que ir a Urgencias, pero la verdad es que esto es algo que yo siempre disculpé, porque la mayor parte de quienes lo hacen tiene un motivo, aunque sea de angustia, de ansiedad... De lo que sea. Y su única puerta de entrada al hospital es Urgencias», expone

La doctora Carmen Pita, delante de la puerta del Servicio de Urgencias del Hospital de A Coruña (Chuac). / Casteleiro
«Encantada de que por fin vaya a haber» en España «urgenciólogos vía MIR», la doctora Pita destaca de su especialidad su «absoluto dinamismo», que «engancha». «Aunque lleves ahí años y años, siempre aprendes cosas nuevas. Haces muchísima labor, ya no solo la asistencia grave, y eso. Muchas veces es solo la asistencia. Hay gente que no tendría que ir a Urgencias, pero la verdad es que esto es algo que yo siempre disculpé, porque la mayor parte de quienes lo hacen tiene un motivo, aunque sea de angustia, de ansiedad... De lo que sea. Y su única puerta de entrada al hospital es Urgencias», expone la que fuera responsable de ese servicio en el Chuac, antes de plantear: «Si en muchos centros de salud las esperas para una consulta superan la semana o más, ¿a dónde vas a ir?».
Impacto de la pandemia en las urgencias
«El impacto de la pandemia en la demora para consultas y pruebas aún tiene huella, y se ha notado muchísimo el aumento de asistencia a Urgencias», destaca la doctora Pita, quien insiste en que, pese a todo, el trabajo en ese servicio «es adictivo», pues implica «tener que estar al día siempre en todo»: «Eso te estimula a estar reciclándote continuamente, porque todo avanza. Y, aunque el especialista es quien tiene la última palabra, la primera atención urgente, de cualquier patología, es nuestra. Al principio, esto agobia un poco. No obstante, con el paso del tiempo, ese agobio se va convirtiendo, al menos en mi caso, en una disponibilidad del cien por cien. Yo daría lo que fuera por poder seguir. De hecho, todavía anda por ahí un decreto que planteaba la posibilidad de ‘rescatar’ a médicos que ya se habían jubilado. Si eso saliese adelante, volvería sin pensarlo».
«Un médico de familia nunca piensa en la jubilación porque ama lo que hace y es feliz, al sentirse seducido por sus queridos pacientes, en la estrecha relación que mantiene con ellos para dispensar una atención integral a su salud», señala el doctor Asensi, quien resalta la «motivación» y «gran responsabilidad» que suponen, también, el formar parte «del primer nivel asistencial de la sanidad, líder indiscutible» para «garantizar una atención hospitalaria de calidad»

El doctor Antonio Asensi, junto al logotipo del Sergas, en la entrada del centro de salud de Betanzos. / Cedida por A. A.
Una opinión que comparte el doctor Antonio Asensi, quien también echa «muchísimo de menos» a sus «queridísimos pacientes», a quienes «siempre» consideró «como una segunda familia», subraya este médico de Atención Primaria, una institución en Betanzos, en cuyo centro de salud Tucho, como todos le conocen, ejerció hasta junio de 2024, cuando, al cumplir los 70 años, no tuvo otro remedio que colgar la bata blanca. «Un médico de familia nunca piensa en la jubilación porque ama lo que hace y es feliz, al sentirse seducido por sus queridos pacientes, en la estrecha relación que mantiene con ellos para dispensar una atención integral a su salud», señala el doctor Asensi, quien resalta la «motivación» y «gran responsabilidad» que suponen, también, el formar parte "del primer nivel asistencial de la sanidad, líder indiscutible» para «garantizar una atención hospitalaria de calidad».
«En mi caso, además, tuve el privilegio de que el Sergas me permitiese colaborar como docente en la formación de mis compañeros, algo muy gratificante y por lo que siempre estaré muy agradecido a mis gestores», destaca el doctor Asensi, antes de manifestar su «nostalgia del trabajo en equipo» con «los profesionales del centro de salud y el Punto de Atención Continuada (PAC) de Betanzos». «Y, por supuesto, echo muchísimo de menos a mis cariñosos pacientes», reitera este médico de familia, quien trata de «suplir ese vacío» con «actividades de voluntariado».
Actividades de voluntariado
«En el Banco de Alimentos Rías Altas Provincia de A Coruña, que preside una gran persona, Manuel Mora, aprendiendo como adjunto de Relaciones Externas con un grande, Manuel Rivas Caridad; y en la Cocina Económica de A Coruña, que preside sabiamente Jacinto Luis Torres, donde colaboro asistencialmente, y tengo entre otros proyectos realizar actividades de educación sanitaria, junto con el Colegio Oficial de Médicos, cuyo presidente, Luciano Vidán, ha tenido siempre una gran sensibilidad desde la institución hacia los problemas de salud de esos grupos poblacionales desfavorecidos».
Aprovecha la coyuntura, el doctor Asensi, para «pedirle a la ciudadanía su colaboración como voluntarios o socios» de esas entidades. «Es fuente de felicidad», reivindica este facultativo de familia, quien afirma que de su especialidad, que «los médicos eligen por su atención integral al paciente a lo largo de su vida» y «por el enfoque humanista», engancha el «ser vistos como los especialistas de las personas». «Los médicos de cabecera de confianza de siempre», recalca, antes de aconsejar a los jóvenes que dan sus primeros pasos en la Medicina de Familia «que sigan trabajando con ilusión y pasión» para «continuar construyendo una sanidad más moderna y humana, que responda eficazmente a las necesidades de toda la ciudadanía».
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