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Entrevista | Andrey Gugney Pianista que toca este sábado con la Sinfónica

«Los músicos de la Sinfónica aún disfrutan y eso se nota»

El pianista Andrey Gugney se despide esta tarde del público de A Coruña con un concierto en el que tocará junto a la Orquesta Sinfónica de Galicia, a partir de las 20.00 horas, en el Palacio de la Ópera

El pianista Andrey Gugney, en el escenario del Palacio de la Ópera. |

El pianista Andrey Gugney, en el escenario del Palacio de la Ópera. | / Casteleiro

A Coruña

Dice Andrey Gugney que los astros se alinearon para que él pudiese volver a A Coruña diez años después de haber participado en un concurso en Ferrol y de haber coincidido con algunos de los músicos que ahora se sientan a acompañarlo en el Palacio de la Ópera. «Yo creo que alguno hasta me ha reconocido», dice con una sonrisa. Este sábado tocará el último concierto —el primero fue este viernes— con la Orquesta Sinfónica de Galicia bajo la dirección de Roberto González-Monjas. El programa lo componen Concierto para piano y orquesta nº 3 en do mayor, de Serguéi Prokófiev; Romeo y Julieta, de Piotr Ilich Chaikovski y Capricho español, de Nikolai Rimski-Kórsakov. La actuación comenzará a las 20.00 horas, en el Palacio de la Ópera.

Toca con la Sinfónica en sustitución de su compañero Alexandre Kantorow, que no ha podido venir por un problema de salud, tuvo que venir a toda prisa, ¿por qué aceptó?

Fue una coincidencia afortunada porque cuando me enteré de esta posible oportunidad de sustituir a Alexander, fue a principios de esta semana y el primer concierto era el viernes, así que aún quedaba algo de tiempo y justo en este periodo yo estaba disponible porque antes estaba ocupado y después también. Por suerte, acababa de tocar este concierto en Zagreb, con la Filarmónica de Zagreb. Estoy realmente feliz de estar aquí, porque estuve en 2015, cuando toqué en la ronda final del concurso de piano, en Ferrol. Es fantástico volver, porque tengo muy buenos recuerdos de este lugar, la gente es muy alegre, me encantan la ciudad y la comida.

El Concierto para piano y orquesta nº 3 en do mayor, de Prokófiev, lo ha tocado en muchas ocasiones, ¿cómo se enfrenta a él una vez más?

Antes lo tocaba mucho, pero antes de Zagreb llevaba como ocho años sin interpretarlo, pero porque nadie me lo pidió en esa época, no porque yo no quisiese, porque antes lo toqué durante años. Es muy bonito volver a esta música, porque siempre la he amado. Es como reencontrarte con un viejo amigo querido. Es una pieza bastante virtuosa pero, al mismo tiempo, es cómoda de tocar y la música se amplifica con la orquesta. El maestro Roberto González-Monjas es increíble. Todos los músicos disfrutan genuinamente de la música. No es algo que se vea a menudo, porque a veces, los músicos de orquesta están algo cansados de la vida y solo quieren irse a casa, aquí no. Todavía disfrutan de la música y no han olvidado que es un gran arte y eso se nota.

¿Interpreta el concierto de una manera distinta que antes del parón?

Por supuesto, la forma en que la tocas cambia, en ciertas partes tengo una sensación distinta, recuerdo partes en las que antes sufría y que ahora me salen más naturales. Forma parte también de mi crecimiento como músico.

Los pianistas tienen que pasar mucho tiempo solos ensayando, ¿cómo es la sensación de poder compartir la música con la orquesta?

Cuando ensayas, te imaginas cómo sonará lo que estás tocando con la orquesta, después, llegas y los músicos tienen su propio ritmo y tienes que adaptarte. Sería absurdo por mi parte decir: «yo toco así pase lo que pase». Con ciertas orquestas es complicado pero con la Sinfónica de Galicia es muy fácil. Solo dormí solo tres horas porque mis vuelos se retrasaron, pero me hicieron sentir genial y relajado.

¿Cómo descubrió su vocación por la música?

En mi familia valoran mucho las artes y las ciencias. Aunque mis padres no son músicos, siempre me apoyaron porque yo realmente disfrutaba de la música. No pensaba en ser pianista profesional ni en ganar dinero, solo en aprender y, al final, la música siempre fue mi prioridad. Se convirtió también en mi manera de expresarme. Es como una terapia para mí, una terapia avanzada porque no necesitas verbalizar. Puedes expresar de manera más pura ciertas cosas que te ocurren. En ese sentido, la música realmente puede traer mucho consuelo al alma.

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