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Arquitectos abogan por fórmulas reversibles y temporales para las terrazas de María Pita

Advierten de que la solución actual es una ocupación «drástica» del espacio público: «Se ha consolidado algo que nunca debió producirse»

Modelo de terrazas de San Sebastián que propone el Ayuntamiento

Modelo de terrazas de San Sebastián que propone el Ayuntamiento / LOC

A Coruña

Durante la pandemia, con el fin de espaciar los perímetros para dar aire a las medidas de distanciamiento sanitario, las terrazas de los negocios se esparcieron y bajaron, incluso, a las plazas de aparcamiento. La coyuntura motivó un debate sobre los límites de estos espacios, que ahora cristaliza en la nueva ordenanza, pero que, para los arquitectos locales, tendría que haberse dado hace años. «Se ha consolidado algo que nunca debería haberse producido. Esas terrazas, que vienen ya de la época de Francisco Vázquez, siempre me han parecido una barbaridad. Una ocupación del suelo que, como toda ocupación de uso hostelero de espacio público, debería ser temporal y reversible», señala el arquitecto y profesor de la Escuela de Arquitectura, Fernando Agrasar, sobre los cubículos acristalados que ahora centran la regulación en María Pita.

Este modelo, cronificado en el tiempo, es «insostenible» a ojos del arquitecto, por cuestiones que trascienden a la estética, la funcionalidad o la rentabilidad económica, y que impactan directamente sobre los valores arquitectónicos y patrimoniales de la plaza. «La plaza ya perdió el arbolado y quedó imposibilitada para cualquier elemento verde, porque debajo tiene un aparcamiento con unos estándares tremendos. Esos volúmenes de cristal hacen perder lo más valioso que tiene María Pita, que es la banda de galerías superiores y los soportales», lamenta Agrasar.

La fórmula que propone Agrasar, cuando se trata de elementos del mobiliario de locales de hostelería en plazas mayores, es la de toldos o sombrillas «cuanto más livianos mejor». Sobre el modelo empleado en San Sebastián, propuesto por el Ayuntamiento, considera que es una solución todavía «dura», ya que el elemento perpendicular a la fachada «queda fijado», pero, matiza, mejora lo presente. «Hay que respetar el espacio común. A todos nos gusta sentarnos en terrazas, pero hay que tener una ciudad ordenada y culta, y estos elementos son de bajo nivel urbano», añade.

El arquitecto y profesor de la misma Escuela, Antonio Río, comparte la visión. Estos días, Río ha coordinado las actividades de la Semana de la Arquitectura, centradas este año, precisamente, en la reflexión sobre el espacio público. La misma que, a su juicio, ha faltado hasta ahora en María Pita. «Y no solo en María Pita. La privatización del espacio público es el tema más importante aquí. Hay muchos casos donde se da una ocupación bastante drástica hacia la plaza o hacia la calle, incluso para caminar a pie, ya ni entro en la accesibilidad para movilidad reducida», valora Río.

El arquitecto cita como ejemplo paradigmático, además de María Pita, los soportales de la Marina, donde el tránsito se complica debido al gran número de mesas y sillas que se extienden por debajo. «Los días de lluvia, difícilmente se puede caminar bajo los soportales, que realmente es para lo que están pensados. Necesitamos soluciones que permitan utilizar el espacio público para el tránsito, el uso normal de una plaza», explica. Para Río, las plazas mayores de Madrid, Valladolid o Salamanca son precedentes interesantes a seguir. «Se homogeneizó el mobiliario, los toldos, las mesas y las sillas, hay una solución común para todos los establecimientos. Eso hace que el aspecto de la plaza sea ordenado, digno y adecuado a su arquitectura. No se crean recintos cerrados, que, además, fueron complejos en cuanto al uso desde el principio», defiende.

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