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Los clientes ante el fin de las terrazas cubiertas de la plaza María Pita: «Nunca llueve al gusto de todos»

Los hosteleros de la plaza María Pita temen la llegada de la lluvia y el viento sin los cristales que ahora resguardan a sus clientes. Sin embargo, los propios clientes de la plaza aplauden la medida del Ayuntamiento para retirar las «peceras» y recuperar la imagen original de este espacio

Gracia Freire, clienta de la plaza María Pita

Gracia Freire, clienta de la plaza María Pita / Carlos Pardellas

A Coruña

La plaza de María Pita, corazón de A Coruña, se prepara para un cambio que promete transformar su aspecto y reavivar el eterno debate entre estética y funcionalidad. El Ayuntamiento ha anunciado que las terrazas deberán eliminar las cristaleras que las cerraban por completo, devolviendo a la emblemática plaza su imagen abierta y despejada. La decisión, que buscaba homogeneizar las estructuras y recuperar la esencia visual del espacio, ha despertado opiniones encontradas.

"Espero que si se cambian las terrazas, sean las mismas para todos"

Los clientes ante las terrazas abiertas: «Nunca llueve al gusto de todos» | CARLOS PARDELLAS

José Luis Viña, cliente de la plaza María Pita / Carlos Pardellas

«A mí me hace especial ilusión que quiten esto», confiesa Gracia Freire, mientras se sienta junto a su familia en una de las pocas terrazas que están abiertas. «Me gustaba mucho cómo estaba María Pita sin las cristaleras. Lo que no sé es qué haremos cuando llueva», añade. En sus palabras se mezcla la nostalgia por la estética original de la plaza con la duda práctica que comparten muchos coruñeses: ¿cómo sobrevivirán las terrazas al viento y la lluvia del invierno?

"Algo habrá que inventar, porque los meses fríos pueden ser muy duros"

Los clientes ante las terrazas abiertas: «Nunca llueve al gusto de todos» | CARLOS PARDELLAS

Paz Freire, clienta de la plaza María Pita / Carlos Pardellas

Gracia recuerda que cuando se instalaron los cerrados, le costó mucho acostumbrarse a esos «mamotretos que pusieron». Su padre, artista, llegó a dibujar la plaza sin ellos. «Era mucho más bonita», asegura con cariño. Como ella, muchos vecinos sienten que las estructuras de cristal rompieron la armonía visual de un símbolo de la ciudad.

La medida municipal, inspirada en modelos como el de San Sebastián, busca unificar criterios y liberar el espacio visual en un entorno tan turístico como histórico. Los vecinos coinciden en que la imagen de las «peceras» resta el encanto de la ciudad. «A mí me parece mejor una opción abierta, adaptada con calefacción o lo que sea necesario, pero sin ser una pecera que encierra», opina Iago García, un coruñés de la zona. Aunque comprende las quejas de los hosteleros de la plaza: «No sabemos cómo va a reaccionar la gente al frío pero aquí también hubo quejas durante años por las cristaleras. Es verdad que estamos en el norte y hace muy mal tiempo, pero nunca llueve al gusto de todos». Iago aún se acuerda de ese debate que se instauró en 2002 con la instalación de las terrazas cubiertas en la misma plaza en la que ahora hay malestar por retirarlas, pero asegura que «los locales que quitaron las cristaleras en algún momento, ya nunca más la volvieron a poner». «Tendrán que volverse a acostumbrar», afirma el vecino.

Los clientes más recurrentes de la plaza María Pita, como Paz Freire, saben que el viento, la humedad y la lluvia son los enemigos habituales en los días de invierno. «Lo que está claro es que algo habrá que inventar, porque sin cerrar las terrazas, los meses fríos pueden ser muy duros», comenta. Aún así, reconoce que las terrazas abiertas podrían «atraer más público en los días de sol». «Cuando haga buen tiempo, será fabuloso», insiste Paz. «Pero esos días son pocos», admite la coruñesa acostumbrada a buscar «rincones por la ciudad en los que el sol tarde más en marchar».

Otro habitual de la plaza, José Luis Viña, observa las condiciones en las que se encuentran ahora las terrazas cerradas y asegura que la medida «debería aplicarse en igualdad de condiciones para que todos los negocios queden iguales». «Algunos tienen los cierres rotos o las cristaleras desgastadas, queda muy feo. Si se cambian, que sean las mismas terrazas para todos y que estén hechas con un buen material», apunta José Luis.

El jubilado coruñés opta por el cambio «cuanto antes» y no teme a las bajas temperaturas ni los días lluviosos. «Llevo muchos años viniendo a aquí a tomar el café, aunque llueva, y no me pasa nada», explica.

El nuevo modelo no deja indiferente a nadie, entre los hosteleros que se esperan una caída del consumo en los meses con peor clima y los que quieren recuperar la esencia de la plaza María Pita. «Será distinto, pero si vuelve la plaza de siempre, merecerá la pena», asegura Gracia.

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