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HOSPITAL DE A CORUÑA

Walter Breijo, paciente de la Unidad de Quemados del Chuac: «Te curan las heridas y el alma»

Valoran «el trato humano» con el que fueron atendidos en un momento en el que su vida pendía de un hilo

Walter Breijo

Walter Breijo / LOC

A Coruña

Cuando Walter Breijo ingresó en la Unidad de Quemados del complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), su vida pendía de un hilo. El coche en el que viajaba se había incendiado y las quemaduras cubrían gran parte de su cuerpo. Pasó siete meses ingresado, muchos de ellos en coma inducido, y tuvo que someterse a más de cuarenta operaciones. «Fue una experiencia terrible, con mucho dolor, pero gracias a la gente de la unidad salí adelante. Desde las limpiadoras hasta los médicos, todos fueron increíbles. Es gente que está hecha de otra pasta», resume el coruñés.

De aquella etapa conserva el recuerdo del trato cercano y la humanidad de los profesionales. «Me sentí acompañado todo el tiempo. Es un sitio donde se sufre, pero también donde te enseñan a seguir adelante», reconoce. Aunque ha pasado más de un año sin regresar al hospital, sigue manteniendo contacto con parte del personal. «De los que me cuidaron apenas quedan un par, pero sé que el espíritu sigue siendo el mismo. Si no eres bueno, no trabajas en esa unidad», explica.

Alba Antonio sufrió quemaduras de tercer grado en el cuello, la cara y el brazo izquierdo. Durante su ingreso fue operada dos veces y cuarenta días después del accidente doméstico volvió a cantar encima de un escenario. «Me ha quedado una capa de piel en el cuello finísima, de tres milímetros, pero puedo seguir ganándome la vida cantando gracias a los trabajadores del Chuac», relata.

Hoy, cuando vuelve a las revisiones, se siente como «en casa». «Las enfermeras y auxiliares fueron fundamentales. La atención humana es impresionante, no solo te curan las heridas, te curan el alma», explica la cantante que aún guarda relación con enfermeras.

Llegó con un estado crítico a la unidad, y gracias a los cirujanos y médicos que «hicieron magia» pudo seguir adelante y recuperar el 85% de movilidad que en la actualidad tiene. «Las instalaciones son inmejorables y la atención... no tengo ya palabras, son increíbles, además que todo el mundo es único allí», valora.

Las historias de Walter y Alba son unas de las miles de historias que se han vivido en esta unidad. Walter, que pasó allí años entre revisiones, curas e intervenciones, no duda en afirmar que el reconocimiento que acaba de obtener la Unidad de Quemados «refleja perfectamente el nivel de atención que siempre ha tenido el Chuac». Alba siente lo mismo y agradece «profundamente» la atención que le dieron siempre: «Muchos no eran psicólogos, pero estaban ahí para ayudarte y escucharte, para entenderte. Eso no tiene precio».

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