Las galletas artesanas de moda en A Coruña: "Los adolescentes vienen porque nos ven en Tiktok"
Kendur Sliwka inició en Carballo un proyecto que mezclaba cocina y educación. Ahora llega a la ciudad convertido en un despacho con obrador

El cocinero Kendur Sliwka en Break Time. | Carlos Pardellas
Break Time huele a mantequilla, chocolate y recuerdos. Detrás del mostrador, el cocinero venezolano Kender Sliwka resume el origen del proyecto con una frase sencilla: «Nació de la mezcla entre la hostelería y la educación». Él es cocinero; su esposa, Luiza, es educadora. Juntos soñaron con un espacio donde los niños pudieran aprender haciendo galletas.
La idea surgió en Brasil, cuando trabajaban en una escuela internacional. «La dirección nos propuso gestionar la cantina. Empecé a preparar galletitas para los alumnos, que encantaron también a los padres y profesores. Pronto convertimos la cocina en un aula. Enseñábamos inglés, liderazgo o trabajo en equipo a través de recetas». De aquella experiencia nació el deseo de crear un espacio propio: un aula-comedor donde cocinar y aprender fuesen lo mismo.
Tras pasar por Polonia y establecerse en Galicia para acompañar a la familia, el matrimonio eligió Carballo para poner a prueba el proyecto. «Queríamos un espacio creativo, pero mientras no llegaban los niños empezamos a vender galletas». El éxito fue inmediato. «Las galletas gustaron tanto que tuvimos que elegir. El espacio educativo se convirtió en un obrador».
Durante dos años produjeron en Carballo y colaboraron con cafeterías locales, pero la ciudad de A Coruña acabó llamando a la puerta. «Cada vez venía más gente desde A Coruña a buscarlas. Incluso hacíamos entregas». Luisa se enamoró de la ciudad y decidieron dar el salto. Tras un año buscando local, Break Time abrió en septiembre en la calle Huertas.
Ahora el proyecto es exclusivamente un despacho de galletas artesanas, pero la idea educativa sigue viva. «Queremos mantener ese espíritu con actividades puntuales para escuelas o empresas. No queremos perderlo, porque es el alma del proyecto». Ya se plantea una taller en la biblioteca de Durán Loriga para celebrar el Día de la Cookie, el 4 de diciembre.La acogida en A Coruña ha superado las expectativas. «Un 70% de los clientes repite. Incluso los adolescentes vienen porque alguien nos ha publicado en TikTok, y nosotros ni siquiera tenemos cuenta». El éxito se traduce en esfuerzo: «Trabajo solo y me cuesta seguir el ritmo. Pero la gente de la calle Huertas ha sido maravillosa, nos han tratado como familia». Su filosofía es sencilla y exigente. «Nuestro lema es hornear las mejores galletas posibles». Habla de procesos lentos, de ingredientes cuidados, de no saltarse pasos ni siquiera por vender más. «La galleta tiene que tener alma».
Entre sus cuarenta variedades destacan las cookies clásicas, red velvet, pistacho o Nutella, y una atrevida combinación de membrillo y queso del país. «Quien la ama, la ama mucho. Quien no, no. Pero hay días que se agota antes que la de Nutella».
En cada hornada, Sliwka sigue buscando algo más que un sabor. «Las galletas crean recuerdos. Cuando pruebas algo nuevo, coleccionas memorias. Eso es lo que queremos dar: una buena memoria».
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