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DÍA MUNDIAL DEL CÁNCER DE MAMA

Un ‘refugio’ para cuerpo y mente en el cáncer de mama, en A Coruña: «Cuidarte es muy importante»

En el Día mundial de la enfermedad, que se conmemora este domingo, pacientes en tratamiento o en fase de revisiones comparten su experiencia en los talleres de yoga que imparte la Fundación María José Jove en colaboración con el área sanitaria: «Te ayuda a nivel físico, anímico, mental...»

De izquierda a derecha, Isabel Álvarez, Raffaella Vesevo y Chus de la Fuente, tras una sesión de yoga, en la sede de la Fundación María José Jove.

De izquierda a derecha, Isabel Álvarez, Raffaella Vesevo y Chus de la Fuente, tras una sesión de yoga, en la sede de la Fundación María José Jove. / Carlos Pardellas

A Coruña

«Estoy súper agradecida porque en estas sesiones de yoga, tanto con Raffaella, nuestra profe, como con mis compañeras, he aprendido un montón de cosas. Y quieras o no, eso te ayuda a todos los niveles: físico, anímico, mental...», resume Isabel Álvarez, paciente de cáncer de mama y participante, «ya desde la pandemia de covid», en los talleres de yoga que la Fundación María José Jove, en colaboración con el área sanitaria de A Coruña y Cee, imparte en sus instalaciones a afectadas por esa dolencia. Una actividad abierta tanto a pacientes en tratamiento oncológico como en fase de revisiones que, en todo caso, son derivadas desde la Unidad de Mama o el Servicio de Oncología del Complexo Hospitalario Universitario (Chuac), donde ofrecen participar.

Más de 150 mujeres han tomado parte en el programa desde su inicio, en 2019. Isabel y Chus de la Fuente, la otra protagonista de este reportaje, son dos de ellas. En el Día mundial del cáncer de mama, que se conmemora este domingo, 19 de octubre, ambas comparten su experiencia en una actividad que, coinciden, ha contribuido a mejorar su calidad de vida y que, sobre todo, les ha enseñado «la importancia de cuidarse». Lo hacen acompañadas de su profesora, Raffaella Vesevo, instructora con «formación en Hatha yoga» y dilatada experiencia, quien asegura haber «aprendido muchísimo», también, de las participantes en estos talleres.

Un «espacio de calma» y «exploración personal» en el que, a nivel físico, «se trabaja, sobre todo, para conseguir mejorar la movilidad» tras las intervenciones quirúrgicas, «aportando a las alumnas pautas y ejercicios» que «faciliten su día a día», y «empleando herramientas de relajación para disminuir el estrés» que tiende a desencadenarse «desde el diagnóstico».

«Las hay que están en plena quimioterapia; otras ya han pasado ese tratamiento y siguen viniendo a clase por los beneficios que les reporta para recuperar esa movilidad y esa conexión, también, con el cuerpo... Al principio, la práctica estaba más enfocada en esa parte más física, no obstante, con el paso del tiempo, he visto a través de la alumnas que los beneficios van más allá, a nivel de salud mental, disminución de la ansiedad... De hecho, hay estudios que han demostrado, también, mejoría en el descanso», apunta Raffaella Vesevo

«Comenzamos haciendo un trabajo más enfocado a las partes del cuerpo y las funcionalidades que se ven afectadas por el cáncer de mama: el pecho, los hombros, la movilidad (porque, a veces, se quedan los tejidos tocados...)», explica Vesevo, quien subraya que «cada alumna, además, tiene un historial y un proceso completamente distinto».

«Las hay que están en plena quimioterapia; otras ya han pasado ese tratamiento y siguen viniendo a clase por los beneficios que les reporta para recuperar esa movilidad y esa conexión, también, con el cuerpo... Al principio, la práctica estaba más enfocada en esa parte más física, no obstante, con el paso del tiempo, he visto a través de la alumnas que los beneficios van más allá, a nivel de salud mental, disminución de la ansiedad... De hecho, hay estudios que han demostrado, también, mejoría en el descanso», apunta.

«A nivel de respiración, mental, postural, de movimiento... Todo eso supone un beneficio para mí. Y creo que para muchas de mis compañeras también, dentro de nuestras propias limitaciones, en base a nuestro físico y nuestros tratamientos», subraya Isabel Álvarez, quien «aparte del grupo», considera que en un proceso oncológico «es bueno reservar momentos para ti». «Tener un espacio para cuidarte es muy importante. Esto es algo que yo también lo he aprendido, poco a poco, aquí», reflexiona

Conectar con el 'yo interior'

Junto a ella, sus alumnas asienten. «A mí fueron el médico y las enfermeras de la Unidad de Mama quienes me propusieron venir a estos talleres de yoga, justo al terminar mi primer tratamiento», cuenta Isabel Álvarez, de 56 años «recién cumplidos», precisa, con una amplísima sonrisa que la acompañará durante toda la conversación. «Primero me detectaron la enfermedad en una mama, me operaron y me dieron radioterapia. Pero, al terminar, en la última revisión, vieron que me había salido en la otra mama, y tuve que volver a comenzar, de nuevo, con los mismos tratamientos», detalla, antes de reconocer que, «al menos» en su caso, la radioterapia la «dejó bastante tocada».

De izquierda a derecha, Isabel Álvarez, Raffaella Vesevo y Chus de la Fuente, tras una sesión de yoga en la sede de la Fundación María José Jove.

De izquierda a derecha, Isabel Álvarez, Raffaella Vesevo y Chus de la Fuente, sobre sus esterillas de yoga, en la sede de la Fundación María José Jove. / Carlos Pardellas

«Como que me chupó. Sobre todo, me afectó a los huesos y la movilidad. Así que empecé a venir a los talleres de yoga, por mediación del equipo de la Unidad de Mama del Abente y Lago. Antes había hecho lo típico: pilates, balance, gimnasio... Lo que hace todo el mundo. Al principio, vine un poco así como: ‘Bah, voy a probar, para que no digan...’. Tras la primera clase, pensé: ‘Bueno, volvemos’. Y, a partir de ahí, dije: ‘Ya’. Entonces, comencé a moverme. Cierto es que me costó mucho conectar con mi ‘yo interior’, como dice nuestra profe, y aprender a respirar como hay que hacerlo, porque esa es la base. Al menos para mí, porque si no respiro bien... Sin embargo, ahora, como ya llevo tiempo, sí consigo que la respiración [pranayama] me salga lo mejor posible», refiere.

La actividad está abierta tanto a pacientes en tratamiento oncológico como en fase de revisiones que, en todo caso, son derivadas desde la Unidad de Mama o el Servicio de Oncología del Complexo Hospitalario Universitario (Chuac), donde ofrecen participar

«Es verdad que cada organismo es distinto, cada una reacciona diferente y tiene sus propias debilidades... Pero yo estoy encantada con las clases de yoga», continúa. «A nivel de respiración, mental, postural, de movimiento... Todo eso supone un beneficio para mí. Y creo que para muchas de mis compañeras también, dentro de nuestras propias limitaciones, en base a nuestro físico y nuestros tratamientos», subraya Isabel, quien «aparte del grupo», considera que en un proceso oncológico «es bueno reservar momentos para ti». «Tener un espacio para cuidarte es muy importante. Esto es algo que yo también lo he aprendido, poco a poco, aquí», reflexiona.

Coincide con ella Chus de la Fuente, de 64 años, intervenida de cáncer de mama «en 2023», quien descubrió la existencia de los talleres de yoga que imparte la Fundación María José Jove a través de «los folletos informativos que había en la Unidad de Mama», y «de una amiga» afectada por la misma enfermedad. «Íbamos a venir juntas, pero al final ella no pudo porque justo la iban a operar, y entre la cirugía, la recuperación y demás...», comenta Chus, quien antes de que le detectasen el cáncer «hacía pilates».

«A mí primero me operaron, y luego me dieron 'quimio' y 'radio'. Físicamente, los tratamientos me afectaron bastante. No podía con la vida. Perdí muchísimo peso. Lo que veía en el espejo no me gustaba para nada. Se me quedaron unos brazos... A como estaban, ya empiezan a verse ‘contorneaditos’», destaca Chus de la Fuente

«Empecé a venir a yoga y me gustó, aunque es un poco difícil, en el sentido de que son muchas cosas nuevas», precisa, sobre una actividad que inició «este pasado verano, en junio», pero que ya le reporta beneficios. «A mí primero me operaron, y luego me dieron quimio y radio. Físicamente, los tratamientos me afectaron bastante. No podía con la vida. Perdí muchísimo peso. Lo que veía en el espejo no me gustaba para nada. Se me quedaron unos brazos... A como estaban, ya empiezan a verse ‘contorneaditos’», destaca, llevándose la mano a la parte inferior del brazo.

Profesora y alumnas, tras una sesión de yoga en la sede de la Fundación María José Jove.

Profesora y alumnas, tras una sesión de yoga en la sede de la Fundación María José Jove. / Carlos Pardellas

Incide su profesora, en este punto, en que «cada alumna se ve afectada por la enfermedad de manera diferente». «No hay ejercicios que sirvan para todas. Muchas veces, hay que ir adaptando y, al tratarse de un grupo bastante grande, las alumnas también aprenden ellas mismas a sentir su propio cuerpo, y a modular la intensidad de cada postura», explica Raffaella Vesevo. «Aprenden opciones, y esa parte de conexión con el cuerpo, que es muy importante. Porque, cuando algo en el cuerpo nos duele, no queremos sentirlo y desconectamos», añade.

«Ellas aprenden a sentir su propio cuerpo, a conectarse, a regular la intensidad en cada postura [asana]… También a mimarse, aceptarse y acompañarse porque, a veces (y esto quizás es un patrón que tenemos las mujeres), noto que son muy autoexigentes y quieren hacerlo todo. Es importante sentir si estamos forzando, hacer algo más amable y tratarnos mejor», aconseja Raffaella Vesevo

«Ellas aprenden a sentir su propio cuerpo, a conectarse, a regular la intensidad en cada postura [asana]… También a mimarse, aceptarse y acompañarse porque, a veces (y esto quizás es un patrón que tenemos las mujeres), noto que son muy autoexigentes y quieren hacerlo todo. Es importante sentir si estamos forzando, hacer algo más amable y tratarnos mejor», aconseja.

Un espacio "para normalizar"

«A mí esta actividad me está aportando el relacionarme, porque a lo mejor algunas somos más individualistas, no necesitamos estar siempre dependiendo de otra gente, hacemos muchas cosas solas... Quizás el estar más en grupo te hace ver más adentro», considera Chus, a lo que su profesora agrega: «Estar en un grupo de gente grande, que ha tenido diferentes procesos, anima mucho, porque te enfrentas, hablas, ves... Es un espacio, también, para normalizar».

Desde la Unidad de Mama: «La actividad física ayuda a la mejora psicológica de las pacientes»

«Tener pacientes activas, que participen en la recuperación de su salud, es fundamental», reivindica Carmen Cereijo, enfermera gestora de casos y supervisora de la Unidad de Mama del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac). Un equipo que «trabaja para ellas», aunque «ellas son las que pueden, también, hacer una actividad esencial para cuidarse a sí mismas», hace hincapié. Con esta filosofía ofertan a sus pacientes «la posibilidad de ir a yoga en la Fundación María José Jove». «Sobre todo, si van a iniciar quimioterapia, porque son mujeres que van a estar seis meses a tratamiento y con efectos secundarios», expone, sobre una actividad que, aunque se gestó en la Unidad de Mama, se ha «abierto también al Servicio de Oncología», de modo que «otros pacientes que quieran participar» puedan también hacerlo.

«Incluso pusimos un horario de mañana, y otro de tarde, para que quienes trabajan tengan las dos opciones, ya que nuestra intención es que continúen haciendo su vida habitual en la medida de lo posible», añade la enfermera gestora de casos de la Unidad de Mama, una figura que, aclara, «es como la persona de referencia, que acompaña a las pacientes durante todo el proceso y se encarga de trasladar sus inquietudes o problemas al resto del equipo, para funcionar al unísono y ayudarlas». Tras este inciso, la también supervisora incide en que «los estudios indican que realizar actividad física, si los tratamientos y el trabajo se lo permiten, contribuye a que las pacientes mejoren psicológicamente».

«Tener evidencia científica, y actuar siempre basados en ella para estar seguros de que vamos a proporcionar actividad que influirá en la recuperación de las pacientes, es fundamental. En este caso, hablamos de yoga, pero tanto desde la Unidad de Mama, como desde los servicios de Oncología y Rehabilitación, recomendamos y promovemos el ejercicio físico tanto antes, como durante y después de los tratamientos oncológicos», reitera Cereijo, quien reivindica que «incluso los ayuntamientos» están «cada vez más concienciados en proporcionar actividad física a los pacientes de cáncer»: «Esto es muy positivo, porque nuestra área sanitaria es muy extensa, y hay que pensar también en los pacientes que no son de A Coruña y su entorno más próximo».

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