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El teatro Rosalía en obras: el plan para acabar con las goteras y otros problemas

Los trabajos, que se licitarán próximamente, durarán seis meses y costarán 412.000 euros

Cubierta del Rosalía, desprendida en 2014.

Cubierta del Rosalía, desprendida en 2014. / Carlos Pardellas

A Coruña

El Concello prevé sacar a concurso próximamente las obras de rehabilitación de la cubierta del teatro Rosalía de Castro, una estructura muy deteriorada en la actualidad y que provoca que existan filtraciones de agua en varios puntos del edificio, sobre todo, en la zona inmediatamente inferior al tejado. El proyecto encargado al estudio Vier Arquitectos opta por una solución que permite eliminar estas deficiencias sin tener que interrumpir la programación del teatro, ya que las obras tienen una duración estimada de seis meses, un periodo que, dependiendo de cuándo comiencen los trabajos, podría afectar solo al abono de primavera —durante el primer semestre del año— o también al de otoño, que empieza en septiembre y acaba en diciembre.

El proyecto apuesta por montar una nueva estructura sobre la cubierta ya existente, sin necesidad de que sea retirada, de modo que se crearía como una segunda piel sobre las partes dañadas. «Se plantea la ejecución de una sobrecubierta de zinc, en la zona del teatro en 908 metros cuadrados de los 1.784 del edificio completo, lo que supone el 50,90% del total de las cubiertas», explican los redactores del proyecto, que, según los planos aportados, afecta a la parte central del tejado, la del Rosalía, ya que el resto pertenece a dos edificios de la Diputación.

El presupuesto de esta actuación alcanza los 412.124,51 euros y, además de la nueva cubierta, plantea otras actuaciones, como el mantenimiento de la estructura actual, «para afectar lo menos posible al edificio con las obras previstas», el refuerzo de la estructura existente y también la instalación de una línea de vida —en cumplimiento de la normativa actual— y la mejora de los accesos a la cubierta «para realizar un correcto mantenimiento de la misma». En una visita de reconocimiento que hicieron los redactores del proyecto al edificio el año pasado, para saber cuál era su estado y qué obras eran necesarias, se encontraron con que una parte de las chapas que forman la cubierta actual están «totalmente perforadas», son, precisamente, aquellas que no se levantaron con el temporal de 2014, por lo que su última reparación —en caso de que en algún momento fuesen intervenidas— fue hace bastante más de una década.

Otra de las explicaciones que los arquitectos encontraron a la aparición de goteras en el bajo cubierta está en el mal estado en el que se encuentran los tornillos de anclaje, ya que algunos de ellos se han perdido y otros carecen de sus propiedades y no proporcionan ya la estanqueidad deseada.

En su visita a la cubierta, los arquitectos certificaron también que la estructura tiene «graves problemas de solapes, sellados y ejecuciones deficientes en los encuentros de los distintos elementos», por lo que determinan que el estado de la cubierta es «muy deficiente y su reparación no es viable». Proponen, entonces, una nueva cubierta de zinc que se ejecute por encima de la existente para evitar su demolición y permitir una mayor seguridad en obra y de uso, minimizando la afección de la obra sobre edificio existente.

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