El mandilón de las abuelas apunta a ser tendencia en A Coruña: «Ya me escribieron cuatro chicas de Madrid para comprarlos»
La moda internacional rescata las batas cruzadas gallegas de toda la vida, y las mercerías coruñesas tradicionales ya notan el interés de una nueva clientela tras el desfile de Miu Miu. Algunas incluso reciben encargos desde Madrid «para poner en el día día» y expertos saben que es «una moda muy atractiva»

Emilia y su marido posan con los mandilones que venden en su mercería Emilia. | / Casteleiro
«Lo que llevaban nuestras abuelas para cocinar y fregar, ahora lo quieren las jóvenes para salir a la calle». La frase de Elvira Fernández, que podría sonar a broma, resume la nueva tendencia que ha puesto a los mandilones gallegos en el punto de mira. Tras el último desfile de Miu Miu en París, donde la marca interpretó los clásicos delantales a cuadros, varias mercerías y tiendas de telas de A Coruña han empezado a notar cambios.
En la Mercería Elvita, abierta desde hace casi tres décadas, su propietaria Elvira reconoce que no se esperaba «semejante resurgir» de una prenda tan tradicional. «Desde que salieron en la pasarela, la gente solo viene preguntando por mandilones. No tenemos justo de ese estilo, pero sí muchos de maestra, y estoy pensando en hacer algunos más bonitos, con telas nuevas para poner en el escaparate», explica. Aunque todavía no los ha confeccionado, la idea ya está en marcha por la nueva tendencia: «Cuando pasen las Navidades y tenga más tiempo, los haré, no vaya a ser que en verano vayan todas con mandiles a la playa y yo no tenga. La moda manda, y si se pone de moda, hay que adaptarse».

Mari Santamaría en Otero y Elvira Fernández en Elvita posan con sus mandilones. | / Casteleiro
La que parece que será la nueva prenda de moda también ha llamado a la puerta de la Mercería Otero, una de las más veteranas del centro de la ciudad, con más de seis décadas de historia. Allí, las batas cruzadas nunca han dejado de venderse. «Es un artículo que se vende casi todos los días. Lo usan sobretodo señoras mayores para casa, para no mancharse al cocinar», explica Mari Santamaría, dependienta del local. Sin embargo, reconoce que los modelos se han diversificado: «Ahora tenemos también delantales con volantes y estampados modernos, y esos sí los compran más los jóvenes, muchas veces como regalo».
Mari recuerda que esta no es la primera vez que el mandil se convierte en tendencia. «Cuando Gadis sacó aquel anuncio que reivindicaba las costumbres gallegas, se notó muchísimo», recuerda. Para ella, la pasarela que ponía en valor la prenda tradicional, es una continuación natural de algo que en Galicia «ya se había revalorizado».
Desde que salieron en la pasarela, la gente solo viene preguntando por mandilones
En la Mercería Emilia, situada en Os Mallos, también se mantiene el pulso entre lo clásico y lo moderno. «Tengo algunos mandilones a cuadros, pocos ahora mismo, pero sí los vendo bastante. Antes era solo para cocinar, pero últimamente alguna chica joven ha preguntado si los tengo», comenta Emilia Regueira, su dueña. El interés también se ha hecho notar fuera de la ciudad. «Subí una foto a Instagram de un mandilón y me escribieron cuatro chicas de Madrid para comprarlos. Me dijeron que querían usarlos en su día a día. Ya les voy a mandar todos los que tengo aquí, ahora mismo no me quedan más que cuatro, si no, más me pedían», cuenta con sorpresa.
No todas las mercerías han notado el movimiento. En la Mercería y Lencería La Ilusión, su responsable, Cleide Da Silva, admite que aún no ha apreciado el efecto pasarela. «Aquí los compran más las señoras mayores o en carnaval, para disfraces. Me sorprende que ahora se lleven por la calle, pero oye, si se pone de moda, habrá que aprovechar», dice entre risas.
La tendencia no solo ha llegado a las mercerías. En la antigua tienda de tejidos CLC, su nuevo responsable, Jorge Santos, confirma que el interés por los cuadros ha crecido en los últimos días. «Nos han empezado a preguntar más por algodones y tejidos de cuadros, y muchas de las que vienen son chicas jóvenes, estudiantes de escuelas de moda. Por el tipo de tela que buscan, sabemos perfectamente que quieren hacer mandilones», explica.
Santos, que también regenta el Almacén, cree que el fenómeno tiene recorrido: «En Coruña hay una relación muy viva con la moda, se percibe como algo social. Aquí cualquier tendencia se expande rápido. Y el mandilón tiene una historia y una identidad gallega que lo hace muy atractivo». Aunque confiesa que él no se pondría uno: «He dicho eso de otras muchas cosas y luego acabé cambiando de opinión. La moda es así». Los mandilones, «con sus cuadros vichí, botones grandes y bolsillos delanteros, se reinterpretan» ahora como símbolo de autenticidad. «Quizá dentro de unos meses, sea más fácil encontrar mandilones en A Coruña», opina Mari que reconoce que cada vez «hay menos mercerías que venden este producto».
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